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Isocronías

Notas sueltas

D

e vez en cuando con personas que, de cualquier edad, pretenden iniciarse en el oficio de poeta, propongo un ejercicio: Dígame un verso suyo que le guste y otro que no le guste. Por lo general resulta que el segundo es bueno y el primero no, lo que conduce a pensar que su idea o percepción de la poesía es errónea. Hay que empezar por ahí.

Otro ejercicio, pero éste sí lo he hecho muchas veces, en muy diversos lados, llevará unos siete minutos. Aquí lo resumo así: “Imaginen que cada uno de ustedes llega solo a una especie de sala de museo –se trata de imaginar, no de pensar, y pongan atención en lo de ‘especie de’–. Allí hay dos bases, y en ellas sendas tarjetas, con letreros distintos. En una se lee: ‘No estorbo’ y la otra: ‘Soy perfecto’. Imaginen o pongan sobre esas bases objetos que a su parecer correspondan a lo anunciado en la tarjeta. Ya que los tengan, lo más nítidamente que puedan, me dicen (suele notarse tal en su expresión, pero quizá es mejor no andarse con adivinanzas). Ahora vamos a hacer una broma: intercambien o permuten las tarjetas y retrocedan (en la imaginación, claro) unos pasos para observar el resultado de su broma”. El resultado más generalizado es que no pasa nada; en segundo lugar ocurre que el objeto que no estorba es, sí, perfecto, pero el perfecto o estorba o tiende a estorbar. Conclusión: no buscar lo perfecto, lo perfecto es no estorbar.

No pretendan, les digo, y esta ya es otra nota, convencer de nada a los receptores de su trabajo, de su obra; mientras ustedes estén convencidos de su vocación, y me atrevo a decir de lo sagrado de su vocación, se aplicarán a realizarla, a cumplirle a esa voz interior con eficiente calidad, con la entrega debida.

Ciertas letras de canciones, algunas de ellas muy cantadas, son extrañas, raras, absurdas. La música, es lo imaginable, las sostiene, las legitima, las salva, las mantiene vigentes. Lara escribió: Y cuando ese milagro realiza el prodigio de amarse. ¿Milagros que realizan prodigios? Bueno. José Alfredo: “Y la luz de tus ojos divinos cambiaron mis penas por dicha y placer”. Piadosamente pienso que originalmente sería: “Y a la luz…”, Silvio habla de una paloma que planea. No soy ornitólogo, pero me parece algo nunca visto, y ya en el tema de las aves, no dudo que las gaviotas migren, pero sí de que vuelen de puerto en puerto ( Un puño de tierra, de –entiendo– Carlos González García).