e echado un vistazo a dos fotografías de un periódico alemán que muestran el horror de Majdanek: un horno de cal con cenizas y huesos humanos, y la otra un montón de zapatos. Si tuviera fuerzas pintaría otros dos cuadros: en primer lugar, el fatal desplome de Alemania, partiendo de las obras de sus grandes artistas, como Cranach y Durero, y acabando en los actuales cuadros debidos al pintor de brocha gorda Hitler; en segundo lugar, el desierto del alma alemana, infestada de malas hierbas, empapadas de sangre, donde ya nunca crecerá ningún sentimiento vivo y palpitante a favor del arte ni de la vida.
Pues sus cuerpos y almas vacíos nos reclaman a todos una sola cosa para su (salvación: Castíganos y quizá los alemanes despertemos a una vida nueva
).
El mundo tiene el deber de llevar a cabo esta horrible tarea. Debemos castigarlos por su bien. Pero la humanidad también debe pensar en sí misma. Actualmente, necesitamos pensar sólo en nosotros. También queremos vivir y crear. Y sólo podremos vivir y crear cuando hayan sido castigados todos por cada uno de sus crímenes. Si los pueblos se niegan a castigar a los alemanes por los 5 millones de judíos asesinados, serán ellos quienes cargarán con esos crímenes suplementarios, sumados a los que ha perpetrado la humanidad contra el pueblo judío a lo largo de los últimos 2 mil años. Y de ese modo se echarían al hombro la conciencia de iniquidad...
Empieza en el mundo, a todos los efectos, una nueva era: la era en la que nos regiremos todos únicamente por nuestra conciencia. En consecuencia, ni nosotros ni nuestros hijos podremos vivir ni crear mientras no se haya aclarado nuestra alma como se aclara una noche agobiante al salir de nuevo el sol.
* Texto inspirado en dos fotografías del campo de exterminio nazi de Majdanek