l dato del PIB en 2023 es muy bueno. Crecimos 3.1 por ciento, cuando todas las previsiones sostenían que sería un poco más de uno por ciento. El pesimismo de los analistas se sostenía en que su pronóstico sobre la economía estadunidense era que habría una ligera recesión que nos impactaría. Por otra parte, el modelo para la economía mexicana que usan para pronosticar no mide adecuadamente el impacto del gasto social y de las remesas recibidas. De modo que la estimación quedó muy rebasada por la manera en la que nuestra economía administró el incremento de la demanda.
Para este 2024, las previsiones de los principales analistas se ubican en promedio en 2.4 por ciento. La mayor estimación es la que recién publicó el Fondo Monetario Internacional (FMI) que señalo un crecimiento del PIB de 2.7 y la más baja es la de Monex que sostiene 2.1 por ciento. El gobierno de la 4T, en los Criterios Generales de Política Económica para 2024, planteó que creceríamos 2.6 por ciento. Parece en consecuencia que el resultado probable se acercará a lo planteado por el gobierno federal. Para que esto se consiga, el comportamiento de variables clave tiene que mantenerse en línea con la previsión
La primera es la demanda agregada. No hay duda de que la política social se mantendrá y que los receptores de recursos gubernamentales derivados de los distintos programas recibirán las transferencias. Las remesas que mes a mes establecen una nueva marca seguirán llegando, ya que la economía estadunidense parece haber superado el riesgo de una recesión y la política social de Biden, en un año electoral, se sostendrá. La inversión tanto pública como privada seguirá creciendo. Del lado de la inversión pública, el PEF 2024 aprobado destina recursos importantes para concluir los proyectos emblemáticos de esta administración.
Del lado de la inversión privada hay previsiones de que el nearshoring seguirá creciendo y que su dinamismo asegura un buen desempeño para la industria establecida en México. Sin embargo, hay un importante riesgo que poco se advierte. El nearshoring aprovecha las medidas estadunidenses contra China, de modo que a empresas antes ubicadas en Asia se han relocalizado en México. Lo que se pierde de vista es que, como lo ha señalado Enrique Dussel Peters (ver Reforma, Negocios, p. 5, 31/1/24), México ha aceptado cuidar la seguridad estratégica de Estados Unidos.
China es actualmente el segundo socio comercial de México ya que explica más de 10 por ciento del comercio exterior mexicano (20 por ciento de sus importaciones y 2 por ciento de sus exportaciones). Pero más importante aún, es que las empresas chinas son los inversionistas extranjeros con mayor crecimiento. Hasta ahora parecía que el conflicto sinoestadunidense era un regalo para nuestra economía. No lo es. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, en su visita a México el mes pasado advirtió que confía en los países amigos, entre ellos por supuesto México, para que se aseguren que las inversiones chinas cumplan con los criterios de seguridad establecidos por Estados Unidos. En el Memorándum de Intención entre Estados Unidos y México se acepta que el trabajo técnico para privilegiar la seguridad nacional
le corresponde a la Secretaría de Hacienda.
De modo que el nearshoring se convertirá en security shoring, lo que implica que México cuidará los intereses de seguridad nacional estadunidenses contra China. El asunto es políticamente relevante: este gobierno de izquierdas ha aceptado hacer el trabajo que demandan los intereses estadunidenses que, por supuesto, difieren de los mexicanos. Se podrá argumentar que no tenemos margen de maniobra, pero es evidente que el asunto es trascendente y que su aceptación no puede, ni debe, ser responsabilidad de Hacienda. Se requiere que el Senado y la Cámara de Diputados discutan este entendimiento con el gobierno estadunidense y acuerden lo que corresponda.
Además, es necesario que las candidatas se hagan cargo de que este asunto requiere un posicionamiento claro de su parte. No se trata simplemente de que muestre que conoce las implicaciones del tema. Es indispensable que el grupo a cargo de los asuntos económicos en las campañas entienda que aquí se juega mucho. El riesgo de un deterioro de la relación sinoestadunidense, derivado de un hecho económico, afectará a México por su aceptación de que la seguridad estadunidense en relación con las empresas chinas también debemos cuidarla nosotros. ¿En verdad el segundo piso de la 4T deberá atender prioridades estadunidenses?