Lunes 29 de enero de 2024, p. 3
El Hospital General de México Eduardo Liceaga (HGMEL) es el más grande del país y de América Latina, con mil 192 camas, de las cuales 800 son de internamiento y el resto de urgencias y terapias intermedias e intensivas. Desde su creación en 1905 se concibió como el hospital de los pobres
y ahora transita para ser una unidad de alta especialidad. Seguirá recibiendo a quienes carezcan de acceso a la seguridad social, afirmó la directora Guadalupe Guerrero Avendaño.
En su historia de casi 119 años, el nosocomio vio salir de sus pabellones a los especialistas de más alto prestigio que ha tenido el país, como Salvador Zubirán, quien dirigía el pabellón de Nutrición en el HGMEL y posteriormente creó el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición.
También del HGMEL salió Ignacio Chávez para construir el Instituto Nacional de Cardiología e Ismael Cosío Villegas para fundar el Instituto de Enfermedades Respiratorias.
En más de 13 hectáreas que ocupa el HGMEL en la colonia Doctores de la Ciudad de México hay 65 edificios, de los cuales 45 son unidades clínicas donde se prestan servicios de 83 especialidades y, de éstas, 43 son altas especialidades.
El nosocomio forma parte de la red de hospitales federales adscritos a la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE), por lo que está en el programa de atención y medicamentos gratuitos que empezó a funcionar en diciembre de 2020.
Desde entonces ha otorgado más de un millón de medicinas y materiales de curación en un proceso progresivo que en la actualidad tiene 89 por ciento de abasto. Las atenciones aumentaron 30 por ciento, pues pasaron de 800 mil en 2019 a más de un millón en 2023.
Guerrero Avendaño comentó que durante la pandemia de covid-19 quedó en evidencia la necesidad de mejorar la infraestructura, incluso de los edificios construidos en años recientes.
Recordó que se habilitaron 300 camas, de las cuales 150 tenían ventilador. De éstas, 27 estaban en la Unidad de Infectología, pero cuando se ocuparon 15 camas la presión de oxígeno disminuyó, por lo que en ese espacio no se pudo ingresar a más personas que necesitaran la ventilación mecánica asistida. El mismo problema se presentó en la torre de Cardiología y Neumonía, inaugurada en 2017, señaló la funcionaria.
Ahora, el HGMEL se prepara para fortalecer los servicios de alta especialidad que antes estaban limitados por los altos costos de los tratamientos y los requisitos que imponía el extinto Seguro Popular, como era para personas con infarto al miocardio, quienes deberían ser menores de 65 años de edad.
Tenían acceso a dos dispositivos (stents) para desbloquear sus arterias, pero con frecuencia los afectados necesitan más y si no los podían pagar era un problema. Con la gratuidad se eliminaron todas las limitantes y ha sido posible poner en marcha el programa de Código Infarto y otras estrategias de atención para padecimientos graves.
El primero consiste en agilizar la atención de los afectados para que en los primeros 90 minutos desde su llegada al hospital se les otorgue la atención médica.
La directora comentó que para cubrir los gastos que antes realizaban las familias para comprar medicinas y material de curación, el HGMEL recibe 650 millones de pesos al año, así como 550 millones de pesos que corresponden a las cuotas de recuperación que dejó de cobrar a los pacientes.
Por otra parte, en el nosocomio está pendiente la construcción de nuevas áreas de urgencias y radioterapia. En el primer caso ya existe un proyecto autorizado para construir un edificio con un costo estimado de 650 millones de pesos.
La directora explicó que con el sismo de 2017, en la unidad de Radioterapia, donde se ubican tres aceleradores lineales, se generó un desnivel. El edificio se fue de lado y aunque es habitable, con cada sismo de más de 5 grados se debe realizar un nuevo dictamen estructural.
La decisión fue diseñar un proyecto ejecutivo para demoler la parte dañada. En tanto, está cerrada y los tratamientos se están realizando en otros nosocomios federales y con una empresa privada. No es lo ideal, pero tampoco podemos suspender las terapias
, señaló Guerrero Avendaño.