anadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes del año pasado y nominada a cinco premios de la academia gringa, Anatomía de una caída es el sexto largometraje de la directora Justine Triet y es la película francesa del momento. Eso se debe a su inteligente manejo de instancias sicológicas en una investigación policiaca que deviene en juicio.
La acción inicia en un chalé en los Alpes franceses, donde la exitosa escritora Sandra Voyter (la alemana Sandra Hüller) concede una entrevista a la joven fan Zoé (Camille Rutherford). Como una especie de agresión, Samuel Maleski (Samuel Theis), el marido de la primera, pone a todo volumen la versión instrumental de la canción P.I.M.P., del rapero 50 Cent, e impide que la entrevista prosiga. Zoé se marcha al mismo tiempo que Daniel (Milo Machado Graner), el hijo de 11 años de la pareja, sale a caminar con su perro guía (el niño quedó ciego a raíz de un accidente).
Cuando Daniel regresa encuentra el cadáver de su padre sobre una mancha de sangre en la nieve. Sandra llama a la policía y es sometida a un interrogatorio. Aunque el primer dictamen indica un posible accidente o suicidio, posteriores pesquisas conducen a que la mujer sea acusada de asesinato. Sandra acude a su abogado –y ex enamorado– Vincent (Swann Arlaud) para defender su caso. La narrativa se convierte entonces en un drama jurídico.
Hasta ese momento, Anatomía de una caída sigue el esquema de programas televisivos como Law & Order, en el cual se plantea un crimen, la subsecuente investigación y el juicio resultante. La diferencia es que se trata de un tribunal francés, cuya metodología es diferente al que hemos visto en incontables películas y series hollywoodenses.
Debido al guion original de la propia Triet y su pareja Arthur Harari, las secuencias del juicio son indagaciones inquietantes sobre la personalidad de la acusada, su conflictiva relación con la supuesta víctima y las culpas generadas por la ceguera accidental de su hijo. La caída no es sólo física, sino moral.
Aunque de entrada hemos aceptado la inocencia de Sandra –la actuación de Hüller es persuasiva en ese sentido– los datos expuestos en el juicio siembran la duda. El fiscal (Antoine Reinartz) despiadado y odioso, según lo mandan las reglas del género, saca a relucir la bisexualidad de la acusada, sus infidelidades, el posible coqueteo con Zoé y hasta los temas de sus libros como si fuesen indicativos de una mente criminal.
Pero la pièce de resistance de la fiscalía –y de la película misma– es una grabación hecha por Samuel el día previo a su muerte, en la cual él y Sandra se pelean violentamente. En la historia de los pleitos conyugales cinematográficos pocos han sido tan atinados en recrear la virulencia, la furia contenida, el rencor a flor de piel de esa secuencia introducida como un flashback. Ahora sí creemos que Sandra, en la magistral actuación de Hüller, es susceptible de matar a Samuel. Todavía falta el testimonio del único testigo, el pequeño Daniel. Que resulta decisivo.
Si bien no creo que Anatomía de una caída indague sobre las diferencias entre verdad y ficción, como han señalado sus varios admiradores, sí es un drama jurídico ambiguo e intrigante que dará pie a muchas discusiones posteriores a su proyección. Tampoco creo que haya merecido la Palma de Oro. Pero, bueno, esa es otra discusión.
D: Justine Triet / G: Justine Triet, Arthur Harari / F. en C: Simon Beaufils / M: Temas varios / Ed: Laurent Sénéchal / Con: Sandra Hüller, Swann Arlaud, Milo Machado Graner, Antoine Reinartz, Samuel Theis / P: Les Films Pelléas, Les Films de Pierre, France 2 Cinéma, Auvergne Rhône-Alps Cinéma. Francia, 2023.
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