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Autora aborda en un fotolibro las huellas que deja la muerte de un hijo

Isabel Moreno presenta hoy Ángel Miguel, proyecto de introspección profunda en Hydra+Fotografía

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▲ Para la realización del volumen, Moreno Cortez (imagen) fue asesorada por la fotógrafa Ana Casas y la escritora Beatriz Novaro.Foto cortesía de la entrevistada
 
Periódico La Jornada
Martes 23 de enero de 2024, p. 5

El libro Ángel Miguel es el resultado de un trabajo de cinco años de Isabel Moreno Cortez, que da origen al fotolibro y la exposición donde se aborda la muerte de los hijos y las huellas que deja una pérdida de esta magnitud en quienes sobreviven.

Los sucesos que marcaron la vida de la autora, que ahora se develan entre imágenes y textos, se desarrollaron en el programa de Hydra Incubadora de Fotolibros, el cual contó con la asesoría de la escritora Beatriz Novaro y de Ana Casas Broda, codirectora de Hydra.

El fotolibro y la exposición Ángel Miguel se presentan hoy a las 19:30 horas en las instalaciones de Hydra+Fotografía (Tampico 33, Roma Norte).

En entrevista, Moreno narra: la muerte de mi hijo, en la semana 27 del embarazo, fue un episodio doloroso; me siento muy privilegiada de poder compartir a través de la fotografía, del fotolibro, esta experiencia. Este proyecto ha sido mi salvavidas más eficiente, más allá de la terapia y del acompañamiento maravilloso de las personas.

Las historias indisolubles de Ángel y Miguel, hijo y hermano de Isabel Moreno, en ese orden, se plasman en la obra, que consta de dos tomos enlazados por una costura especial que evoca a un cordón umbilical.

“Dos meses después del nacimiento de mi hijo Ángel, hace cinco años, empecé a construir esta historia que me ha salvado la vida. Me sumergí en un proceso de introspección profunda para dar al proyecto el tiempo y la forma que necesitaba, que merecía. Poco a poco las palabras fueron emergiendo y a lo largo de esos años se fueron moldeando a mi proceso, a una inmersión que me permitió llegar más hondo, más cerca del nudo del dolor, de la necesidad de darle forma, contármelo a mí misma y a otros.

La escritura ha sido un espacio de reflexión, detonante de nuevas imágenes; hilo conductor y contrapunto de la narrativa visual. Hay imágenes que sólo pueden existir como texto, explicó la autora.

En sesiones grupales y asesorías individuales del programa de Hydra, Isabel Moreno tejió la narrativa de Ángel Miguel. En este proceso del duelo por la pérdida de mi hijo conecté con mi historia familiar, con la muerte de mi hermano, que fue hace 23 años, y con mi madre, porque cuando perdí a mi hijo pude imaginar su dolor al fallecer mi hermano, compartió.

Realizar el fotolibro fue liberador para Isabel Moreno y para toda su familia. Cuando mi hermano falleció, por suicidio, fue un dolor que no nos permitimos sanar, que callamos, y cada uno vivió su duelo en silencio, no nos acompañamos como debimos; entonces, al morir mi hijo surgió la oportunidad de compartir ambas muertes y de estar la familia junta por primera vez después de 23 años.

La autora consideró que este volumen, que trasmite tantas emociones por sus imágenes, textos y materiales, le ha permitido tener una conexión con otras personas que han sufrido pérdidas similares. Se da un fenómeno de empatía muy profunda, y es una gran oportunidad para compartir, para acompañarnos, para tener esperanza, emociones que, de no vivir esas pérdidas, tal vez no experimentaríamos.

Moreno recordó que en la primera sesión de su proceso creativo, en 2019, Novaro nos pidió escribir la primera muerte, y lo hice sobre el fallecimiento de mi hermano.

En Ángel Miguel, que albergará la galería de Hydra+Fotografía desde hoy y hasta el 23 de abril, las imágenes conviven con los textos, que son clave, construyendo la potencia del hilo narrativo, a lo que se suman objetos, material de archivo, murales, videos y audio.

La intención es que sea una exposición inmersiva, emocional y sensorial. En el libro están plasmadas todas estas emociones, esta temática fuerte que es la muerte, el duelo y la sanación, agregó la autora.

Ángel Miguel se construye de un delicado balance en el uso de papeles contrastantes y variados que muestran la singular fuerza y a la vez la fragilidad de la experiencia que se narra. Se combina la transparencia y la delicadeza del papel mantequilla, con la rugosidad y la crudeza del estraza.

Todo el proyecto, a decir de Isabel Moreno Cortez, es la frontera entre el siempre y el jamás; la frontera entre el recordarlos siempre, aunque no volvamos a tenerlos jamás.