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Desigualdad social al alza en el mundo
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a desigualdad social, lo esbozamos en nuestra colaboración anterior, se ha agudizado en el mundo, y es uno de los principales desafíos globales, no del año, sino de las nuevas generaciones emergidas del capitalismo de mercado y el capitalismo de Estado. La organización Oxfam, en su balance de la semana pasada, ofrece cifras puntuales de esta tendencia.

Como lo dio a conocer de manera destacada este medio nacional, el Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre dio la otra versión del estatus social que guarda el mundo, de manera simultánea y contrastante con las generalmente cuentas alegres y proyecciones optimistas, que ofrecen las voces internacionales más influyentes en el Foro Económico Mundial, de Davos, Suiza, que reúne cada año a jefes de Estado, ministros de gobierno, legisladores cosmopolitas, capitanes de empresa, expertos en finanzas y líderes de opinión.

Lejos de que la pandemia sanitaria de covid-19 –que tantas pérdidas de vidas humanas y zozobra económica generó– hubiera frenado el ascenso de las grandes fortunas, como no pocos expertos vaticinaban, en realidad su prosperidad individual se aceleró. En contraste, la calidad de vida de miles de millones de personas, los que están en la base de la pirámide de ingresos, no creció, sino se desplomó.

Como la principal organización que monitorea la desigualdad social en el mundo resume: al cierre de 2023 la élite duplicó su riqueza, mientras 5 mil millones se tornaron más pobres, de tal suerte que erradicar la miseria requiere ahora de dos siglos.

Entre los ejemplos que Oxfam citó, destacan las fortunas de los cinco hombres más ricos del mundo: el director general de Tesla, Elon Musk; Bernard Arnault, de la compañía de artículos de lujo LVMH; el fundador de Amazon, Jeff Bezos; el fundador de Oracle, Larry Ellison, y el inversionista inmobiliario Warren Buffett, aumentaron su riqueza en 114 por ciento en términos reales desde 2020, cuando la pandemia estaba en su punto más álgido.

La concentración del ingreso ha llegado tan lejos que, lo nunca imaginado, el mundo podría tener a su primer billonario en dólares en menos de una década, una fortuna muy superior a la que en su momento llegó a acumular John D. Rockefeller a principios del siglo XX, cuando todavía no existía ningún impedimento legal para los monopolios.

Ser billonario en dólares, para calibrarlo en su real dimensión, significa tener mil veces mil millones de dólares o un millón de veces un millón. En términos comparativos ese acaudalado tendría uno de cada 630 dólares de riqueza en el mundo, y sería equivalente al patrimonio de la potencia petrolera Arabia Saudita. Para tener una idea más clara de ese monto, actualmente la persona más rica del mundo es el magnate Elon Musk, con una fortuna personal de poco menos de 250 mil millones de dólares, según cálculos de la revista Forbes.

En el otro ángulo social, afirma Oxfam, el poder adquisitivo de los deciles más bajos de la sociedad ha descendido. Además del aumento en el costo de vida, la concentración del poder económico ha reducido los salarios en términos reales en la mayoría de países.

En México esa tendencia no se ha observado, pues en los últimos cinco años hubo un ligero descenso en el porcentaje de mexicanos en situación de pobreza extrema, en el indicador del nivel de ingresos –cifra publicada por el Coneval en 2023–, que en el periodo 2018 a 2022 pasó de 14 a 12.1 por ciento, una reducción de 1.9 por ciento, a pesar del severo golpe a la economía nacional, continental y mundial que significó la pandemia.

La reducción de la pobreza extrema se debió, en buena medida, a la elevación del salario mínimo, 110 por ciento en términos reales entre 2018 y 2024, el mayor incremento porcentual en América Latina y entre los países de la OCDE. En el indicador concreto de la desigualdad, según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022, la última publicada, los ingresos promedio de 2022 son superiores a los observados en 2016 para casi todos los niveles de ingreso (deciles I al IX). Solamente el ingreso corriente promedio del decil X, el de 10 por ciento de los hogares con mayor ingreso, en 2022 es menor al observado en 2016 y 2018. Así, la desigualdad de ingresos en México disminuyó en el sexenio que está por terminar, pues el coeficiente de Gini pasó de 0.464 en 2016 a 0.413 en 2022.

El coeficiente de Gini, como hemos explicado ya en este espacio de opinión, es el indicador internacional de la desigualdad y es un parámetro donde 1 significa que una persona es la poseedora de todo el ingreso mundial y cero, cuando todos los seres humanos tienen el mismo patrimonio. Pero la desigualdad en el país persiste. No es menor y mucho menos es una batalla ganada, y debiera ser un punto central de la oferta de gobierno de las precandidatas y el precandidato a la presidencia de la República, a propósito de la conclusión del periodo legal de las precampañas, el pasado 18 de enero.

En suma, la concentración abismal del ingreso, la desigualdad social, sigue siendo gran asignatura pendiente en el mundo y tema que debiera ser central en el proyecto de un México más justo, más compartido e igualitario, de cara al próximo gobierno y como horizonte para las nuevas generaciones en este avanzado siglo XXI.