Lerda, Cofece reacciona
// Viejo duopolio ferrocarrilero // Claudia, reacción excesiva
on un retraso de apenas 28 años, la siempre lerda Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) se enteró que en el transporte ferroviario de carga se registran prácticas oligopólicas, sin recordar que, por cortesía de Ernesto Zedillo, esa ha sido la característica desde la privatización de Ferrocarriles Nacionales de México en 1997, favorable a los barones de siempre, con el pretexto de desaparecer un monopolio del Estado para dar entrada a un duopolio privado que todo lo concentra.
Como se ha mencionado en este espacio, cuando a Zedillo se le ocurrió la brillante idea de privatizar los ferrocarriles nacionales, presumió que con esa decisión (que implicó modificar la Constitución y declarar prioritario, no estratégico, al sector) llegaría multimillonaria inversión y el tendido de vías férreas se incrementaría de forma espectacular. Eso sí, al concluir su estancia en Los Pinos, este fanático neoliberal se fue a trabajar a una de las trasnacionales ferrocarrilera beneficiada por su decisión (Union Pacific), entonces socia del tóxico Germán Larrea (concesiones de 50 años, renovables por un periodo igual), ganador prácticamente absoluto de la citada privatización.
En los hechos, la primera decisión de los privados fue desaparecer el servicio de pasajeros, amén de que el incremento espectacular
del tendido de vías férreas por parte de los beneficiarios de la privatización ha resultado más que raquítico, pues en esos 28 años tal aumento
ha sido de 301 kilómetros (1.1 por ciento en el periodo o 0.04 por ciento anual), a razón promedio de 10.7 kilómetros cada 12 meses.
Para contextualizar el espectacular incremento
que cacareaba el cuentacuentos de Zedillo, vale mencionar que sólo con el Tren Maya se construyeron más de mil 500 kilómetros de vías férreas en cinco años. Los privados, en 28 años, 301 kilómetros. Por cierto, el ícono del neoliberalismo asumió (en realidad se las cargó a todos los mexicanos, como el Fobaproa) las deudas de Ferrocarriles Nacionales de México para entregarlos limpios de polvo y paja a los beneficiarios de la privatización.
Lo anterior viene a colación, porque la Cofece, el organismo antimonopolios
, comenzó una investigación por posibles barreras a la libre competencia en el mercado de servicio de transporte ferroviario de carga
, pues “existen elementos que hacen suponer la ausencia de condiciones de competencia en ese mercado, que moviliza una cuarta parte del total de la mercancía transportada vía terrestre en el país; la importancia de esta investigación, indicó, es que el transporte ferroviario de carga representa una modalidad de transporte con potencial para las empresas que se están reubicando en México producto del nearshoring. En este sentido, garantizar condiciones de competencia en el servicio de transporte ferroviario de carga es fundamental para que los usuarios puedan movilizar sus productos a menores precios y mejores condiciones” ( La Jornada, Braulio Carbajal).
La citada comisión –uno de los tantos órganos autónomos
creados durante el régimen neoliberal, concretamente en tiempos de Salinas de Gortari– comenzó a funcionar –es un decir– en 1993 con el fin, según dice, de promover la competencia, evitar la concentración en la actividad económica del país y fulminar a los monopolios existentes y evitar los futuros.
En los hechos, lo único que se registra es que la concentración es cada vez mayor, y por lo mismo la competencia brilla por su ausencia, mientras los monopolios, duopolios y oligopolios llevan la batuta y siguen muertos de la risa ante la acción
de la Cofece, toda vez que entre los pocos beneficiarios de la privatización de los ferrocarriles aparecen Germán Larrea, Carlos Slim (dueños de más de la mitad del país) y la trasnacional Canadian Pacific Kansas City.
Las rebanadas del pastel
Por fin, en la mañanera se abordó el tema de Notimex, aunque no con la profundidad requerida. Alguien preguntó y el presidente López Obrador se limitó a dar un espaldarazo a Luisa María Alcalde, a Marath Bolaños y, desde luego, a Claudia Sheinbaum. Ameritaba mucho más. Por cierto, la reacción privada de la precandidata resulta excesiva, pues la exigencia de moche
ni lejanamente se le atribuye a ella (ni siquiera a su primer círculo), sino, concretamente, a funcionarios de la Secretaría del Trabajo –pretextando fines electorales
– que aparentemente nada tienen que ver con su campaña… Más que jodido debe estar Movimiento Ciudadano cuando nombra precandidato a un oportunista y saltimbanqui, por decirlo suave.
Twitter: @cafevega