a solidaridad global en los sindicatos se erige como un pilar clave en la lucha obrera moderna, siendo esencial para abordar las crecientes injusticias laborales en un mundo cada vez más interconectado. Desde hace décadas, el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana, que me honro en presidir, es pionero nacional en establecer relaciones fraternas con sindicatos y entidades políticas y gubernamentales alrededor del mundo. La idea central es simple, pero poderosa: al unirnos, trascendemos fronteras y fortalecemos nuestra capacidad para enfrentar los desafíos laborales que todos compartimos. El mismo principio se cumple a nivel legislativo, donde compartir experiencias y analizar detenidamente las acciones concretas de otras naciones en beneficio de las y los trabajadores se vuelve imprescindible para genuinamente lograr la igualdad y prosperidad compartida que buscamos.
En esa línea, fui invitado a Madrid, España, para emprender una serie de encuentros de alto nivel los días 8, 9 y 10 de enero, donde pude reunirme con la vicepresidenta segunda del gobierno de España y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz; con el senador del Partido Obrero Socialista Español (PSOE), Juan Lobato; con Esther Peña, diputada portavoz del Trabajo en el Congreso y secretaria general del PSOE en Burgos, y con Mariano Hoya, secretario general de la UGT FICA.
En el encuentro con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se afianzaron alianzas e intercambiaron acciones políticas y sindicales que benefician a la clase trabajadora. Definitivamente, esta reunión fortaleció la solidaridad y permitió entablar un diálogo para construir una agenda laboral nacional que pueda retomar y adaptar para sí algunas medidas vigentes en España, resaltando las que tienen referencia con el salario, las pensiones y la reducción de la jornada laboral. La urgencia de intercambiar visiones sobre las leyes laborales se destaca como un principio fundamental, reconociendo que la justicia no debe detenerse en las fronteras nacionales. La premisa es clara: sólo mediante la colaboración internacional podemos construir un terreno más equitativo para todos los trabajadores. La gran relevancia de esta reunión radica en la coyuntura política mexicana: un histórico sexenio del gobierno federal y del Congreso de la Unión está por concluir y, sin duda alguna, se avanzó enormemente en materia laboral. En esa línea, el proceso electoral de este año será definitorio en la continuación de la transformación o la vuelta a un estancamiento en el mundo del trabajo como el que vivió México por más de 30 años bajo las administraciones neoliberales.
No debemos olvidar que en el núcleo de la lucha obrera se encuentra la convicción de que la solidaridad internacional es clave. La noción de que cuando una o un trabajador esté sujeto a la injusticia laboral ninguno es realmente libre, además de que se encapsula la esencia de la unidad entre trabajadores en todo el mundo, resalta la idea de que las cadenas de abusos no pueden romperse sin el respaldo mutuo y la colaboración global.
Más allá de la retórica, la solidaridad internacional es una herramienta vital para visibilizar los problemas laborales específicos de cada país. La exposición de estas problemáticas a nivel mundial no sólo genera conciencia, sino que también construye una red de apoyo global que fortalece la resistencia contra las injusticias.
En el diálogo de estas reuniones, pude compartirles los avances legislativos que he impulsado en mi labor como senador y presidente de la Comisión de Trabajo y Previsión Social en materia de regulación del outsourcing, vacaciones dignas, igualdad salarial entre hombres y mujeres, seguridad en los espacios de trabajo, reconocimiento de derechos laborales en sectores poco convencionales como las personas trabajadoras del hogar y del campo. Asimismo, señalé algunos retos importantes para México en los próximos años y en este cierre legislativo y de gobierno.
En un contexto de economía globalizada, la unión obrera internacional emerge como un contrapeso esencial. La tendencia de flexibilizar y reducir los derechos laborales en nombre de la eficiencia y la competitividad es una realidad global; sin embargo, la historia nos enseña que la resistencia es posible cuando nos unimos.
En este contexto, la solidaridad que mantenemos con otros países se convierte en una estrategia vital para contrarrestar las fuerzas que buscan debilitar la unión y los derechos laborales, organizaciones como el Sindicato Nacional Minero y la CIT, que dirijo con gran orgullo, así como la UGT FICA, que encabeza el secretario general, Mariano Hoya, son ejemplos de unidad y solidaridad que han mantenido y fortalecido alianzas para resistir, hacer frente y reivindicar la lucha obrera. Las políticas laborales impulsadas por intereses económicos globales, tienden a erosionar los derechos de los trabajadores, pero con un frente unido nacional e internacionalmente, los sindicatos pueden resistir estas tendencias de manera más efectiva.
Sin duda, en estos momentos decisivos que estamos por enfrentar en México, mi visión es clara y firme: si se quiere continuar con la construcción y consolidación de la transformación, se tendrá que hacer de la mano de la clase trabajadora, quien día a día lucha por mejorar sus condiciones de vida y que anhela el mayor bienestar para sus familias. Pero también debemos continuar afianzando una cooperación internacional que nos permita compartir estrategias, recursos y experiencias, para seguir fortaleciendo la capacidad de la fuerza laboral, enfrentar los desafíos comunes con éxito y avanzar hacia un futuro más digno, justo y próspero para todas y todos.