l recién concluido 2023 dio varias muestras de cómo está de moda la biopic. Con diferentes grados de convicción hemos visto en pantalla la recreación de las vidas de RobertOppenheimer, Napoleón Bonaparte y Leonard Bernstein, entre otras. Ahora se añade Priscilla, de Sofia Coppola, una mirada fría a la mujer cuyo único crédito en la vida –a menos que contemos sus apariciones en las diferentes entregas de ¿Y dónde está el policía?– fue el de haber sido la esposa de Elvis Presley, con quien procreó a su única hija.
Después del barroquismo hagiográfico de Elvis (Baz Luhrmann, 2022), Priscilla ofrece la contraparte, mostrando el lado privado y doméstico del ídolo, según lo padece su pareja. Como la película está basada en el libro Elvis and Me, escrito por la propia Priscilla con Sandra Harmon, y la biografiada funge además como productora ejecutiva, no podía esperarse un mínimo esbozo crítico de la protagonista.
Lo que vemos es un recuento cronológico de la relación con Elvis (Jacob Elordi) de una joven Priscilla Beaulieu (Cailee Spaeny) desde que era una adolescente hasta que da por terminado su matrimonio. De apenas 14 años y refundida en una base militar gringa, ella conoce al rocanrolero más famoso del mundo cuando cumplía su servicio militar en Alemania. Joven e inocente, Priscilla era materia dúctil para el cultivo, la manipulación y el control por parte del rey del rock.
De regreso a los Estados Unidos –en el reinado aislante de Graceland– Elvis continúa la seducción platónica de Priscilla. En efecto, se la lleva a la cama, pero sólo para intercambiar besitos sin que, en palabras suyas, las cosas se salgan de control
. También para enseñar a la adolescente el uso indiscriminado de pastillas para dormir y mantenerse despierta.
De ahí en adelante Priscilla se convierte en una prisionera de Graceland, sujeta a los regaños de su suegro Vernon (Tim Post), la rivalidad con los amigochos de Elvis, la llamada Memphis Mafia, los celos provocados por las diferentes actrices con quienes interactúa en sus películas y, sobre todo, a la manipulación constante de su novio, quien le dice cómo debe peinarse, maquillarse, vestirse, entre otras imposiciones.
La película está armada básicamente sobre escenas de alcoba, pero Coppola nos escamotea el primer encuentro realmente sexual entre la pareja, enfocando los diferentes fetiches de Elvis: su gusto por las fotos Polaroid, el experimentar con LSD, la afición de leer libros místicos y, claro, el atiborrarsede pastillas.
Desde luego, como no trata la versión mitológica de Presley, sólo lo veremos entonar en privado una canción de Jerry Lee Lewis (quien también se casó con una adolescente que, en este caso, era su sobrina). Y su repertorio está obviamente ausente de la banda sonora. Mientras la interpretación de Elordi bordea constantemente la caricatura.
Como historia de una toma de conciencia y un proceso de liberación femenina, Priscilla es demasiado tibia. Fiel a su estilo guango, la directora excluye la pasión de su retrato y se vuelve pronto una sucesión monótona de decepciones.
Dudo mucho que el público mexicano se sienta atraído por la película. Baste una prueba: la vi en su función de estreno en una sala de Cinépolis donde yo era el único, solitario espectador.
Priscilla
D: Sofia Coppola / G: Sofia Coppola, basado en el libro Elvis and Me, de Priscilla Presley y Sandra Harmon / F. en C: Philippe Le Sourd / M: Phoenix; canciones varias / Ed: Sarah Flack/ Con: Cailee Spaeny, Jacob Elordi, Ari Cohen, Dagmara Dominczyk, Tim Post / P: American Zoetrope, The Apartment, Fremantle. Estados Unidos-Italia, 2023.
X: @walyder