Opinión
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Hacia la protección de los derechos humanos
C

ada fin de año, miles de personas reflexionamos acerca de los avances y logros que tuvimos en este ciclo, pero también sobre aquellos momentos que nos marcaron. Para la sociedad civil, este año estuvo marcado por la violencia, la guerra, la deshumanización, el racismo, la xenofobia, entre otras situaciones que generaron la pérdida de miles de personas en todo el mundo. Ante ello, es importante recordar que en el siglo pasado se vivieron atrocidades que fueron condenadas y pactadas por la comunidad internacional para no volverse a repetir nunca más a través de la creación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Asimismo, el 9 de diciembre se estableció como el Día Internacional de las Personas Defensoras y el 10 de ese mes como el Día Internacional de los Derechos Humanos. Después de 75 años de esa declaración, es importante preguntarnos algunas cosas: ¿cuál ha sido el avance real en la protección y ejercicio de los derechos humanos? ¿Cómo han abonado los derechos humanos a la construcción de paz? ¿Cuáles son los retos y los obstáculos que enfrentan las personas defensoras de derechos humanos y periodistas para ejercer su labor en México? ¿Cuáles son los escenarios futuros para los derechos humanos, la justicia y la paz ante el avance de la ultraderecha en América Latina y el mundo?

De acuerdo con el Índice de Paz Global 2023, del Institute for Economics and Peace, la paz mundial ha sufrido un deterioro de 0.42 por ciento en comparación con el año pasado, y se suma a la preocupación de su detrimento en los últimos años. Esta situación se ha atribuido principalmente a los conflictos entre países, las movilizaciones civiles, así como la inestabilidad política y financiera a nivel regional y global (https://acortar.link/1Z4gOI). En cuanto a la defensa de los derechos humanos, la organización Global Witness ha reportado un incremento significativo en torno a los crímenes hacia personas defensoras en los últimos 10 años, siendo un total de casi 2 mil defensores y defensoras asesinadas. El 88 por ciento de estas muertes tuvieron lugar en América Latina, donde México ocupó el segundo lugar con mayores incidentes hacia personas defensoras (https://acortar.link/jzTqHO). En el marco de la conmemoración de estas figuras en materia de derechos humanos, es pertinente recordar que el Estado tiene como obligaciones respetar, proteger, promover y garantizar los derechos humanos para las personas, así como generar acciones afirmativas hacia los grupos históricamente en situación de vulnerabilidad, con la finalidad de disminuir las brechas de desigualdad y combatir las situaciones de discriminación y violencia estructurales.

Sin embargo, durante los últimos años ha habido un retroceso en la agenda de derechos a través de la simulación de actos de reconocimiento, sin haber una transformación significativa de las estructuras ni condiciones. Por un lado, esto ha implicado un cierre del espacio público; una disminución en el diálogo con organizaciones de sociedad civil, personas defensoras y periodistas, quienes han sido estigmatizadas y criminalizadas por su labor; una mayor falta de voluntad política por atender las problemáticas de las víctimas, y un incremento de decisiones que atentan no sólo contra los derechos fundamentales, sino que perpetúan las violaciones graves de derechos humanos. Por otro lado, el debilitamiento del entramado institucional; la ausencia de la perspectiva de derechos humanos y de género en el proceder gubernamental, así como los vacíos en el actuar de organismos autónomos encargados de velar por los derechos humanos; son algunos de los obstáculos para la búsqueda de justicia, paz y dignidad en el país.

Para contrarrestar esto, la labor de las personas defensoras se vuelve indispensable para la construcción de paz y de condiciones dignas para vivir, pues sin su apoyo a quienes más lo necesitan, sin su incansable búsqueda de justicia ante las violaciones a derechos humanos y sin su cercanía con las comunidades para acompañarse a transformar la realidad, nuestro país estaría aún más herido. Por tanto, es importante que rememoremos el quehacer de las personas defensoras y sus aportaciones en los cambios transformadores y significativos en el país para vidas más dignas. Y sobre todo, reconozcamos que los derechos humanos son el principal vehículo para exigir mejores condiciones de vida y así llegar a ese mundo más digno y justo que buscamos todas, todes y todos.