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Salarios mínimos e inflación
E

n una muestra de capacidad de concertación en favor de millones de asalariados, representantes patronales, sindicales y el gobierno federal acordaron que el salario mínimo general diario (SMG) para todo el país en 2024 será de $248.93, lo que significa un ingreso mensual de $7,467.90.

Se aceptó un incremento de 20 por ciento, que implica que la retribución real mejore, ya que se ubica por arriba del incremento de precios vivido este año, que cerrará en diciembre en 4 por ciento. Este aumento confirma la decisión, tomada desde 2018, de la administración tripartita de mejorar la retribución de millones de trabajadores.

Acuerdo impensable en las administraciones federales anteriores, que sostuvieron que había que reducir el salario mínimo real para anclar los precios.

Los aumentos acordados en 2019, 2020, 2021, 2022, 2023 y para 2024 han superado la evolución de los precios en cada año, de modo que se ha logrado incrementar los mínimos en más de 100 por ciento en términos reales. Se trata, reconoció la Concamin en este acuerdo, de un acto de justicia. De modo que lo que ocurrió desde 1976, cuando el salario mínimo alcanzó su mayor nivel, fue una injusticia orquestada desde los respectivos gobiernos federales: del PRI de 1977-1982, 1983-1988, 1989-1994 y 1995-2000; de Acción Nacional de 2001-2006 y 2007-2012, y de nuevo del PRI de 2013-2018.

Cuarenta y dos años de injusticia salarial que, por supuesto, se expresó en que un porcentaje muy importante de las familias mexicanas vivieran en condiciones de pobreza. Medido en términos de canastas alimentarias, los salarios mínimos pagados durante este largo periodo no alcanzaban para cubrir los necesario para mantener una familia típica. Todo esto justificado en el argumento de que si aumentaban los salarios mínimos, se incrementarían los precios generando una espiral que afectaría a todos.

En contraste, siete años de aumentos salariales reales no han provocado inflación. Incluso en los meses recientes, en los que se vivió a nivel global un crecimiento importante de los precios, en nuestro país las remuneraciones reales mejoraron.

Además, pese a la respuesta de los bancos centrales, y del nuestro en particular, que decidieron incrementar las tasas de interés para frenar la inflación, hubo una evolución favorable del empleo. Así que las dos partes de la idea ortodoxa sobre los determinantes de los precios y la relación empleo-inflación, fueron evidentemente refutadas por los hechos. Esa concepción sobre la relación salarios-empleo-inflación ha revelado que no necesariamente ocurre en una sola dirección. Ha revelado, también, que pueden aumentar los salarios reales y lo que ocurre es una disminución de las ganancias, es decir, se produce una redistribución del reparto del valor agregado producido por los trabajadores. Es posible que, como ha ocurrido desde 2018, los empresarios acuerden con los representantes de los trabajadores y con el gobierno que aumenten las remuneraciones.

Puede acordarse, como lo señalaron dirigentes de la Coparmex: nuestra meta es que el SMG sea suficiente para cubrir la línea de bienestar familiar, equivalente a dos canastas alimentarias y no alimentarias. Estas canastas miden lo que se conoce como la línea de pobreza, es decir, el nivel mínimo de ingresos requerido para estar en condiciones de adquirir los requerimientos básicos alimentarios y no alimentarios para una familia de cuatro personas. Este nivel varía de acuerdo con las definiciones de que constituye esa determinación de básico. Por ejemplo, para la Cepal ese requerimiento es un ingreso mensual de $9 mil 172, en tanto que para el Conaval es de $11 mil 291.

Se trata de exigencias distintas que se justifican plenamente. Lo importante es que los salarios mínimos generales ya son de casi $7 mil 500 mensuales y de $11 mil 500 en la frontera norte. Estas cantidades se acercan a la meta de superación de esa línea que define lo mínimo necesario. Línea que durante más de 40 años fue alejándose, provocando que millones de familias estuvieran en situación de pobreza, pese a estar en la economía formal. En estos años recientes, la remuneración de los trabajadores se acerca a ese umbral y de continuar con la misma línea gubernamental en los próximos años se superará.

No todo es miel sobre hojuelas. Mientras el SMG ha aumentado, los salarios profesionales se han estancado y el número de trabajadores remunerados con el SMG ha crecido. De acuerdo, con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del tercer trimestre de 2023 el porcentaje de la población ocupada que gana un SMG creció de 15.7 por ciento en el mismo trimestre de 2018 a 27.9 este periodo de 2023. El abanico salarial se ha cerrado, pero su piso ha aumentado sensiblemente, lo que constituye un logro extraordinario.