Cuba: fin al bloqueo, ya // Condena internacional // Ken Salazar: ¿y?
l presidente López Obrador no quita el dedo del renglón: levantar incondicionalmente el bloqueo medieval –que sobrepasa las seis décadas– impuesto por Estados Unidos y poner en marcha un programa de desarrollo para América Latina y el Caribe, con el objetivo de elevar el nivel de bienestar de la población y aminorar las causas de la migración, que no son otras que la marginación y la pobreza.
En la mañanera de ayer, el mandatario cuestionó: ¿por qué crece la emigración en Cuba? Bueno, porque el bloqueo les afecta en lo económico, en lo social. ¿Y qué culpa tiene la gente, el pueblo, de que haya esta política de represalia medieval, inhumana de bloquear a un país nada más por cuestiones políticas e ideológicas? ¿Y dónde está el humanismo? ¿Y dónde está la fraternidad? Es lo más injusto que puede haber
.
Y fue más allá: “en la Organización de Naciones Unidas, donde se tienen que hacer valer cuatro derechos (libertad de expresión, vivir libres de miseria –que eso significa en mucho la migración–, libre manifestación de las ideas y libre manifestación de las creencias, en la ONU, que se deben respetar estos derechos, que fueron, por cierto, postulados por Franklin D. Roosevelt para crear ese organismo, se olvida que se debe hacer valer la democracia y la justicia. (Todos los años) se vota sobre el bloqueo a Cuba y casi 200 países a favor de que se levante, pero dos –uno de ellos con poder de veto– votan en contra, dos. ¿Dónde está la democracia? ¿Dónde está la justicia? ¿Qué, están equivocados 200 y dos son los poseedores de la verdad absoluta?”
En efecto, desde 1992 –más de tres décadas continuas– la Asamblea General de la ONU ha votado mayoritariamente, al principio, y de forma aplastante, después, a favor de Cuba y en contra de la imposición –violatoria del derecho internacional– del demencial bloqueo impuesto por Estados Unidos. Y corren los años, el pronunciamiento es tajante, pero a la Casa Blanca –junto con Israel, otro violador de los derechos humanos– le importa un comino lo que decida la comunidad de naciones, al tiempo que ésta no va más allá ni exige el cumplimiento de las resoluciones por ella misma tomadas y se limita a esperar el próximo periodo de sesiones para votar en contra del citado bloqueo, lo que se ha convertido en un círculo vicioso con altísimo nivel de hipocresía.
¿Resultado? El brutal bloqueo a la isla se mantiene intocado, al igual que las directrices a él asociadas que unilateralmente toman represalias en contra de aquellos países que osen tener relaciones económicas, financieras y comerciales con Cuba, es decir, las mismas naciones que contundentemente
votan en contra del bloqueo acatan sin chistar las caprichosas normas
, impuestas por la Casa Blanca en esas materias y en muchas más, lo que se traduce en una oda al cinismo diplomático.
En 1992, la Asamblea General de la ONU votó así para levantar el bloqueo a Cuba: 59 países a favor, tres en contra (Estados Unidos, Israel y Rumania), 71 abstenciones y 46 ausencias. Desde entonces, año tras año el apoyo ha ido en ascenso hasta llegar, en 2023, a 98.5 por ciento del total de naciones representadas en el organismo (190; obviamente, Estados Unidos e Israel se negaron y Ucrania se abstuvo). Más de tres décadas de rechazo, pero parece que no hay forma.
No sólo eso: el aparato político estadunidense reivindica su derecho divino
para meter las narices y las armas en donde le plazca y proceder como potencia imperial. La Jornada (David Brooks y Jim Cason) informa que “en un acto motivado por enorme nostalgia imperial, un grupo de senadores republicanos ha impulsado una resolución legislativa que establece que la Doctrina Monroe es un principio duradero y vigente de la política exterior de Estados Unidos. Aparentemente ‘inconscientes’ de lo que significa y sus implicaciones imperiales 200 años después, los legisladores republicanos están festejando la promulgación de esa doctrina por el presidente James Monroe en 1823”.
Inagotable resulta el inventario histórico de intervenciones, expansionismo, golpes de Estado, imposición de gobiernos a modo, masacres y demás sangrientas acciones de Estados Unidos siempre con la bandera imperial de la Doctrina Monroe.
Las rebanadas del pastel
Reconoce el embajador Ken Salazar que 70 por ciento de las armas que ingresan a México y son utilizadas en delitos violentos provienen de Estados Unidos. Muy bien, ¿y?, porque su gobierno dice, pero no hace. El negocio es jugoso para los gringos, pero los muertos los ponemos nosotros, y el terrorífico abasto no cesa.
Twitter: @cafevega