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Lídia Jorge pondera la literatura en época de crisis: se preocupa por el destino

La actual situación en el mundo representa para la escritora lusa la caída de la utopía // Dará hoy una conferencia en la Universidad de Guadalajara

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▲ Lídia Jorge presentará tres de sus libros traducidos al español y publicados por Elefanta: Los memorables, La costa de los murmullos y Misericordia, su obra más reciente y la más significativa. Aquí, la escritora en entrevista con La Jornada. Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Lunes 27 de noviembre de 2023, p. 2

La escritora Lídia Jorge, una de las voces de la literatura portuguesa más prominentes, traducidas y premiadas de las épocas recientes, reafirmó en entrevista con La Jornada su convencimiento del papel fundamental del arte y la literatura en este momento tan crítico que atraviesa el mundo contemporáneo por la guerra en Ucrania y lo que ocurre en la franja de Gaza.

La literatura es una instancia provocadora; quiere hacer y encontrar algo que no está claro, se preocupa por el destino. Es exactamente la misma cuestión que toda la gente hace, sólo que no encuentra las palabras, expresó.

Los escritores y poetas hallan la fórmula que va al encuentro de los otros; es una especie de corriente que liga a la gente. Hace unos días hablaba del papel que juega la literatura, que es hermanarnos, porque escribimos en diferentes lenguas, pero el imaginario es universal, dijo la autora lusa, nacida en 1946 en Boliqueime dentro de una familia dedicada al campo.

La escritora explicó que se siente muy afectada por el actual contexto global. Para mí, es un momento verdaderamente triste, porque es la caída de la utopía, señaló en referencia a ese pensamiento feliz y optimista de la llamada generación Baby boomer, a la cual pertenece, que esperaba nunca asistir a otra guerra.

Consideró que si bien la humanidad ha tenido momentos dramáticos que después se superan, ahora estamos viviendo acaso el más drástico, porque es el primero en la historia donde el destino humano realmente puede cerrarse.

Orgánicamente, tengo esperanza; no soy optimista, el optimismo es otra cosa; soy un ser con esperanza, tengo la idea de que hay una continuidad, que los humanos somos seres muy especiales; no somos sólo animales, aunque los científicos nos han enseñado que somos como los dinosaurios, que se han extinguido, y nosotros también nos vamos a extinguir, externa.

No concibo que eso sea posible, porque si somos animales que vamos a desaparecer, eso sería un escándalo para el cosmos, porque nosotros somos los que pensamos el cosmos. Por eso me parece que algo debe ocurrir. Tal vez soy un poco tonta, pero sobre todo lo siento cuando veo a los niños; no me parece posible la destrucción de nuestra humanidad.

En 2018, la autora asistió a la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara como parte de la delegación de Portugal, país invitado de honor de esa edición. Dos años más adelante, fue reconocida con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, que se otorga en ese encuentro, pero no pudo recibirlo en persona, sino de manera virtual, debido a la pandemia de covid-19.

Un lustro después de aquella visita, en la que presentó su primera novela traducida y publicada en México, Los memorables, la multipremiada autora regresa a la capital tapatía para participar de nueva cuenta en el suceso editorial y literario más importante de Iberoamérica.

Lo hará con una conferencia magistral en la Universidad de Guadalajara este lunes, como parte de la cátedra latinoamericana Julio Cortázar, en el Paraninfo Enrique Díaz de León, a las 12 horas, así como con una serie de encuentros con otros escritores europeos, que, a su decir, es uno de los puntos que más le entusiasman, porque hablarán sobre la posibilidad que da la literatura a la apertura entre la sociedad y la gente.

Mi libro más personal

A la par, presentará tres de sus libros traducidos al español y publicados en México por Elefanta Editorial: el ya mencionado, Los memorables, La costa de los murmullos y Misericordia, este último no sólo es su texto más reciente, sino, en sus palabras, la más significativa de las obras que ha realizado hasta ahora.

Es mi libro más personal. Nunca había escrito uno así y creo que no volveré a hacer otro igual. En él hago una mezcla de la biografía de una mujer y reflexiones sobre la vida; hay una crónica del tiempo, y también una especie de balada triste y melancólica, así como una oda a la vida; hay un aspecto casi periodístico, pero también poesía. Entonces, es un libro híbrido donde, además, aparecen algunos trazos autobiográficos, precisó Lídia Jorge.

Aclaró que la hechura de este singular texto responde a que fue la última voluntad de su madre, quien en la etapa postrera de su vida, y hasta que pereció en 2020 de covid-19 en una casa de retiro, le pidió encarecida e insistentemente que escribiera un libro sobre la misericordia.

Citó a André Gide, quien decía que no se escriben libros con buenos sentimientos, para aclarar que de otra forma jamás hubiera osado colocar ese título en una de sus obras y mucho menos dejar abierta la expectativa de que hablaba sobre la bondad, cosa que no hace.

Hoy lo miro y tiemblo, porque fue mi madre quien me pidió durante tres años que escribiera un libro que se llamara así (...) Lo hice porque fue su última demanda, pero pensé que no debería escribir sobre la misericordia, porque era yo incapaz de hacerlo; no puedo decir que seamos misericordiosos, ése no es mi género.

Decidió entonces mejor escribir sobre la fuerza de la resistencia, a partir del ejemplo de integridad que dio su madre hasta el último momento, al no dejar de luchar por el saber, la belleza y la memoria.

Resistió hasta el fin, porque ella ha sido una persona que ha querido aprender hasta el último día. Incluso, ya infectada, tenía curiosidad de saber qué animal invisible era el que la atacaba, qué es lo que pasaría con él, si sería el fin del mundo. Ella quería estar presente, quería testimoniar.

Al recibir las últimas pertenencias de su madre, que fueron sus joyas y unos papelitos donde escribía con palabras sueltas lo que sentía, la autora recordó que allí comprendió que iba a escribir sobre una misericordia más vasta, mayor de la que le había pedido su mamá, que es la misericordia que todo ser humano debe tener consigo mismo.

La misericordia no es sólo la de uno por los otros, sino la del ser humano para sí mismo; aceptar esa limitación que tiene, que es querer alcanzar todo, saber todo, comprender todo y estar tan limitado. Querer saber qué hacer de su vida y no ser capaz, porque su cuerpo es limitado y finito.

Mañana, la escritora participará en la mesa Las palabras como instrumento de tolerancia y de apertura, a las 18 horas en la FIL de Guadalajara.