l término resiliencia ha sido aplicado en sicología, siquiatría, ingeniería y ciencias ambientales, económicas y sociales; para esta publicación se tomará como un concepto que incluye planificar, resistir, absorber y recuperarse rápidamente de eventos perturbadores. En una era en que los cambios son cada vez más abruptos y agresivos, conocer, analizar y actuar con responsabilidad se traduce en una palabra importante: reducir.
Reducir pérdidas humanas, materiales, tiempos de respuesta y vulnerabilidades; porque se debe admitir que a pesar de la arrogancia de la que constantemente presume el ser humano, aún ni la tecnología más avanzada puede predecir con exactitud cuándo y dónde un hecho catastrófico se presentará.
Numerosos factores influyen cuando de hacer frente a un fenómeno natural se trata; sin embargo, de lo que sí podemos estar seguros es que se requiere un nuevo enfoque, no sólo del gobierno, sino de toda la sociedad; en la investigación Mejora de la contribución de la defensa a la resiliencia social en Reino Unido, publicada por la corporación RAND, se mencionan algunas recomendaciones, entre las que se destacan: 1) la importancia de mejorar la comunicación en todos los niveles para elevar la confianza y 2) aprender de las crisis con la finalidad de reforzar la coordinación y los mecanismos de movilización rápida masiva.
Se pueden emitir alertas, pero si éstas no se transmiten de forma oportuna, los daños y las pérdidas pueden ser innumerables. En una era en que la velocidad de comunicación de información puede jugar a favor o en contra del emisor, es necesario centrarse en los canales de difusión, en el tono, la elección de palabras e incluso en el número de repeticiones y la antelación del mensaje, porque si no se consideran éstos y más elementos, la resiliencia no será suficiente para enfrentar las pérdidas, situación de la que hemos sido testigos con los desafortunados daños producidos por el huracán Otis.
Incluso, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, la comunicación de riesgos requiere de la comprensión de las percepciones de las partes interesadas, de las preocupaciones y creencias, así como de sus conocimientos y prácticas. Y para ser efectiva, debe ser capaz de identificar y poder manejar desde un inicio los rumores, así como la desinformación y otros desafíos de la comunicación.
En cuanto al punto dos, reza el dicho que quien no aprende de sus errores está destinado a repetirlos, y aunque pareciera que cada año las mismas comunidades son las que se ven afectadas por lluvias, sequías, terremotos, huracanes o inundaciones, continuamos sin protocolos adecuados para la coordinación de evacuaciones masivas.
Claro que el trabajo de las instancias gubernamentales es esencial; sin embargo, no se puede actuar de forma aislada, se requieren planes de contingencia, y la implementación de familias de acogida como solución de alojamiento temporal en emergencias, lo que permitirá que los refugios no tengan sobrepoblación ni presenten escasez de insumos.
El tema ha cobrado significativa relevancia, sobre todo después de 2010, cuando la intensidad de los desastres naturales se hizo mucho más visible. Incluso la Agencia Federal de Gestión de Emergencias de Estados Unidos tiene en su Índice Nacional de Riesgo una puntuación y calificación correspondiente a la Resiliencia Comunitaria, por lo que una calificación más alta de esa instancia da como resultado una puntuación más baja del índice de riesgo.
Otro de los puntos que deberán abordarse con mucho más cuidado es el desarrollo de infraestructura acorde con los riesgos a enfrentar, incluso el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo el mes pasado presentó el informe Resiliencia de la infraestructura global: capturando el dividendo de la resiliencia, tema que analizaré en siguientes entregas, ya que su estudio también requiere diversos puntos de vista.
Vivimos en un mundo cada vez más fortuito donde las variables en numerosas ocasiones se reúnen para enseñarnos no sólo las cosas malas, sino también demostrarnos que unidos es mucho más fácil sobreponerse a los momentos dolorosos, ser resiliente no significa acostumbrarse al caos o disminuir la importancia en los problemas sociales, sino percibir el riesgo, entenderlo, adaptarse y actuar con responsabilidad y coordinación.
* Analista en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación (http://eepurl.com/Ufj3n)