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Francisco Icaza, un artista contra la guerra y a favor de la belleza

Desde su cuarto en la embajada de México en Berlín, a los 8 años de edad entendió muchas cosas y vivió situaciones tremendas

 
Periódico La Jornada
Jueves 23 de noviembre de 2023, p. 3

El artista Francisco Icaza (1930-2014) siempre mantuvo una postura en contra de la injusticia y a favor de la belleza. Nunca pintó para decorar casas ni dejó de estar cerca de lo que pasaba en el mundo. Aunque nunca realizó una serie relativa a la guerra en sí, su obra es una respuesta a ese escenario.

Por eso, a más de un mes del conflicto bélico entre Israel y Hamas, Tony Marcín, su viuda, ha recordado a modo de cuento una anécdota de la niñez de Icaza, que publica La Jornada.

“Paco siempre decía: ‘En la vida te pasan cosas cada determinado tiempo’, de allí tocaba fondo y salía adelante o con una respuesta. A mi compañero le pasaron cosas desde que nació, algo que no a todos nos sucede, por lo menos no con tanta contundencia. Desde que nació (en El Salvador, donde su padre era diplomático) le tocó estar en lugares en los que pasaría algo. Al nacer, su padre aseguró que ‘este muchacho va a ser un revolucionario’, porque se cantaba La cucaracha a la entrada de la embajada.”

Ya cuando tenía 8 años de edad y estaba en Alemania, donde su progenitor era jefe de delegación, “Paco entendió muchas cosas del mundo y vivió situaciones tremendas a pesar de estar en un lugar seguro: ‘su barco imaginario’, es decir, su cuarto en la embajada de México”.

Si Marcín saca a relucir la anécdota de La Noche de los Cristales Rotos se debe a que hay una sociedad civil (en Gaza) que es arrasada y nos duele a todos. Al mismo tiempo veo a los niños manifestarse con sus pancartas, hablándole al mundo. Entonces, me llegó este recuerdo como una forma de unirme a esa voz que quiere que termine la guerra.

Según Marcín, cada vez que sucedía algo impactante en el mundo, Paco se reunía con sus seres más queridos, su familia y sus amigos. Siempre tenía algo que decir, que creaba consciencia, que inspiraba paz. Lo suyo era un análisis muy profundo y certero. Sintió la necesidad de dar voz a una posible reacción de su compañero ante un acontecimiento como el conflicto bélico en cuestión.

Para decir que la obra de Icaza tiene que ver con la guerra, Marcín encontró una explicación más clara en otro pintor: Pablo Picasso, cuyas palomas de la paz encierran la idea de un acontecimiento trágico. A eso me refiero, que toda la obra de Paco tiene un motivo. Si pone una cosa bella, un pájaro con las alas extendidas, hay un porqué, no es nada más algo decorativo. Paco siempre expresó su postura, su furia, su tristeza y su alegría al pintar.

Icaza creció en un ambiente lleno de diferentes influencias. Hablaba cinco idiomas; sin embargo, el dibujo era la forma en que aprendió a contar las historias y expresarse. Empezó a pintar de niño precisamente en la embajada de México en Alemania durante el ascenso de los nazis.

No dejarse llevar por la corriente

En México se le relacionó con movimientos como Nueva Presencia y Los Interioristas. Aunque tuvo incidencia en el medio artístico, también ejerció una postura firme en tanto no dejarse llevar por la corriente. “Toda su producción artística y los comentarios que hacía siempre tenían un punto crítico en contra del establishment, del Estado. Por medio de su obra buscó cómo podemos llegar a pensarnos a nosotros mismos como seres individuales”, dijo en su momento Natalie Gama Pourdanay, curadora junto con Santiago Espinosa de los Monteros de Francisco Icaza: Me quiero ir al mar, exposición montada en 2019 en el Museo del Palacio de Bellas Artes. El Museo de Arte Moderno también exhibió su obra en forma individual en 1979, 1981 y 1998.

Marcín cuenta con una colección de obra de Icaza que formaron entre ambos y que le gustaría exponer. Es de la idea de que cada uno de los principales coleccionistas del pintor tiene un punto de partida diferente, así como para ser presentada: Paco nunca pintaba lo mismo. Siempre fue libre al pintar. Por eso siento que hay un mundo en cada una de esas colecciones.

En algún momento Icaza le recomendó leer La diosa blanca, del escritor británico Robert Graves. Después de tomar un seminario en torno a este ensayo sobre la musa inspiradora de la poesía, Marcín dice haber encontrado en su colección pictórica cuadros que tienen que ver con lo que lee.