En medio del tumulto de personas que buscaban ofertas por El Buen Fin, en el Centro Histórico apareció el ultraderechista Eduardo Verástegui, en un intento por conseguir las firmas de casi un millón de ciudadanos que le permitan registrarse como candidato presidencial independiente.

A pesar de su estrategia histriónica, de galán de telenovela, la cosecha fue ínfima respecto del umbral requerido de 961 mil 405 registros. Hasta el corte oficial más reciente, del 9 de noviembre pasado, Verástegui acumulaba 5.94 por ciento de la meta.

Los ocho aspirantes van contra el tiempo, pues el plazo vence el 6 de enero. Si a inicios de mes el Instituto Nacional Electoral (INE) le había avalado 57 mil 121 firmas electrónicas, para alcanzar el objetivo debió levantar cada día 15 mil 591 firmas.

Al menos por lo que se veía alrededor de los jóvenes con playera y gorra verdes, que ayudaban a esta labor, se ve difícil que en la jornada de ayer hayan juntado miles de apoyos; al contrario, el aspirante tiene el rechazo explícito de a quienes simplemente no les simpatiza y también de otros que saben un poco más de él, como dirigente de un movimiento hiperconservador.

Posiblemente no fue buena idea irse a meter a las calles atiborradas de personas en plena caza de mejores precios, y del caos vial y peatonal que se formó porque ya está cerrada la Plaza de la Constitución, debido a los preparativos de la conmemoración del Día de la Revolución.

Un poco de mejor pegue logró en las calles aledañas, donde muchas mujeres lo identificaron por la telenovela Soñadoras, así que más que ejercicio cívico, hubo selfis, besos y autógrafos. Como sea, aprovechaba para convencer a algunas de poner el índice en la aplicación del registro oficial.

Ya entrada la noche, junto con la veintena de simpatizantes que lo apoyaron en la recolección de firmas, se tomó la foto frente a Palacio Nacional, con el mismo semblante que aparece en el folleto de promoción, donde dice que él no quiere más socialismo en México.