Girasoles silvestres
l cineasta barcelonés Jaime Rosales debemos cintas de corte minimalista tan notables como La soledad (2007) y Las horas del día (2013), así como una aproximación muy perspicaz en Hermosa juventud (2014) a los efectos de una crisis social marcada por la falta de oportunidades laborales y por el escepticismo amargo que genera, plasmado todo ello en las vicisitudes y desencuentros sentimentales de una pareja. No es un buen momento para tener un hijo
, concluye un personaje de esa película.
En Girasoles silvestres (2022), su trabajo más reciente, el enfoque es más intimista y complejo, y se concentra en la experiencia de un solo personaje, Julia (espléndida Anna Castillo), una madre soltera entregada al cuidado de sus dos niños en un hogar monoparental, quien intenta nuevos acomodos sentimentales para recobrar y afianzar una estabilidad emocional hasta entonces demasiado frágil.
Lo que hace el director, a partir de un guion suyo y de Bárbara Diez, es seguir el itinerario de Julia a través de tres etapas de su vida amorosa. Describe primero su relación, bastante tóxica, con Óscar (Oriol Plá), hombre de físico atlético y talante narcisista, que se revela como una personalidad controladora y excesivamente celosa. Todos los esfuerzos de la joven por establecer con él una relación racional y equitativa concluyen en la frustración y el fracaso. El hombre es incapaz de concebir otra posibilidad de trato afectivo que a través del sometimiento total de su pareja.
En un segundo intento, ensaya una nueva oportunidad con Marcos (Quim Ávila), su relación anterior, padre de sus hijos, quien parece seguir padeciendo la misma inmadurez emocional que ya antes llevara al traste su convivencia con Julia.
En el último tramo de esta cinta estructurada a partir del punto de vista de la protagonista sobre sus amantes sucesivos, se perfila una visión más optimista. Julia descubre al fin en Alex (Lluís Marquès), su nueva conquista, a un ser más equilibrado y confiable, susceptible de construir al lado suyo una relación sólida y estimulante, aun cuando queda abierta la interrogante de si, en definitiva, la joven podrá ser capaz de madurar emocionalmente al margen de una tutela masculina.
Al respecto, la película parece responder por la afirmativa: los cauces de una maternidad asumida con plenitud y gozo, y de un mayor cuidado de sí frente a las presiones de una sociedad machista, han hecho de Julia un personaje complejo y polifacético, un ser de autonomía más convincente, pieza indispensable ya para todo debate sobre el estado actual de las relaciones de pareja.
Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional a las 16 y 21 horas.