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De la otra ciudad

Septuagenaria dirige exitosa cooperativa

Cultivos de un rincón rural se transforman en productos envasados de gran calidad

Doña Celestina siembra sus frutas y verduras en el pueblo de San Bernabé

Foto
▲ En la Cooperativa Transformadora Néctar de Flores se elaboran de forma artesanal –y con recetas de las abuelas– mermeladas, dulces cristalizados, rompope y licores de frutas; todo se cultiva en su casa ubicada en la colonia Huayatla, en Magdalena Contreras, que es uno de los últimos reductos agrícolas de la capital.Foto Roberto García
 
Periódico La Jornada
Domingo 12 de noviembre de 2023, p. 29

Nacida en el campo, la señora Celestina González Zamora, de 76 años, sigue cultivando maíz y siembra árboles frutales en su pequeña propiedad en la que también tiene una granja y un invernadero.

Su padre heredó a sus 12 hijos, la mayoría hombres, un predio ubicado en el pueblo de San Bernabé Ocotepec, uno de los cuatro que conforman la alcaldía Magdalena Contreras.

Por ser mujer le tocó un área menor de tierra de la que correspondió a cada uno de sus hermanos varones; sin embargo, hasta la fecha ella trabaja en el terruño que la vio crecer.

Hoy forma parte de la Cooperativa Transformadora Néctar de Flores, que dirige su hija Leticia y en la que participan también sus otras dos descendientes, María del Pilar y Aída Flores, así como sus nietos Brenda Zamora Flores, Brando y Ángel Vera Flores y Miguel Ángel Vera, su yerno.

En este terreno de 500 metros cuadrados la familia ha adaptado un invernadero de 12 metros de largo por seis de ancho en el que siembran hortalizas como jitomates, acelgas, chícharos, cebollas, chiles, lechugas y nabos, a veces brócoli, coliflor o pepino.

Otra parte la han sabido utilizar al máximo, pues plantan maíz, calabaza, frijol y chilacayotes.

Al lado de la milpa han sembrado matas de frutos rojos como zarzamora y frambuesas, tienen además toronjil, ajenjo, lavanda, ruda y otras hierbas con las que producen infusiones.

En la parcelita hay árboles de capulín, limón, manzana, pera, ciruelas, higo y un nogal del que obtienen nueces de castilla con las que se elabora la nogada para los chiles que venden durante su temporada.

Vivir de la tierra

Aunque estas mujeres llevan 21 años de laborar en el huerto, hace sólo cinco crearon la cooperativa que les ha permitido registrar la marca con la que etiquetan mermeladas, dulces, licores de frutos, mazapanes de nuez, rompopes, cajetas, salsas, dulces de leche y cristalizados, así como puré de jitomate que elaboran con parte de los huertos que ahí cultivan.

No podían quedar de lado las aves de corral, ya que parte de la granja la destinan para gallinas y guajolotes que les dan huevos, además de criar conejos.

Toda esa producción sirve para su propia alimentación y también se comercializa; los vecinos de su calle suelen ser los primeros en comprar sus artículos, pues los encuentran de excelente sabor y calidad.

Muchas de las recetas con las que preparan el resto de la manufactura que empacan provienen de sus abuelas, que por ser del campo los esposos cultivaron también milpas y árboles frutales en los suelos de San Bernabé, Parres El Guarda y el valle de Toluca.

Uno de sus retos es el proyecto para producir lo que llama una mermelada de piedra, que en realidad es una jalea mineralizada, pues se proponen extraer de la roca ciertos minerales como hierro, carbono y zinc, por lo que un agrónomo de la Universidad de Chapingo las asesora en el proceso.

La cooperativa se ubica en la colonia Huayatla y se constituyó formalmente como sociedad en 2018 por medio del programa Economía Social de la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo.

Ese año recibieron un apoyo de 80 mil pesos correspondiente al subprograma Creación de Empresas Sociales, con el cual pudieron formalizar su acta constitutiva, adquirir equipo y materia prima.

Para 2023 fueron beneficiarias del subprograma Fortalecimiento de Empresas Sociales, mediante el cual recibieron 120 mil pesos, recurso con el cual repararán una estufa industrial, comprarán equipo de cocina para la elaboración de mermeladas y licores, así como un equipo de cómputo con el que controlarán los asuntos administrativos y de mercadotecnia.

En un reducto de lo que fue una zona rural, la familia de doña Celestina subsiste hoy con los frutos que brinda el campo, puertas adentro de su casa, en medio de la densa zona urbana que forma parte del pueblo de San Bernabé Ocotepec.