na de las indicativas ironías del frentismo opositor (PAN, PRI y PRD) a la llamada Cuarta Transformación es que no ha logrado construir un conveniente número de candidaturas fuertes, viables, a pesar del discurso apocalíptico que usa para asegurar que el país está en situación caótica y, los ciudadanos, hartos del gobierno obradorista.

El ejemplo más acentuado de esa incapacidad de crecimiento electoral lo ha estado suministrando Xóchitl Gálvez, la figura del panismo (aunque formalmente no esté afiliada al partido blanquiazul) que febriles estrategas habilitaron como aspirante presidencial cuando ella a lo más que aspiraba era a ser candidata al Gobierno de la Ciudad de México.

Inflada al máximo posible en su tramo novedoso, ha ido asumiendo su verdadera realidad conforme pasa el tiempo, sin avance en las encuestas de opinión, carente de un discurso sólido y refugiada en un plano políticamente cercano a lo bufo, a tal grado que aún hay quienes se preguntan seriamente, desde el timón empresarial y la tripulación panista, si no sería mejor ofrecer esa precandidatura mal llevada a un personaje previsiblemente más redituable, como Marcelo Ebrard. Las carencias del Frente Amplio por México están nuevamente a la vista en cuanto a la definición de candidaturas de gobierno en ocho estados y la Ciudad de México. Salvo Guanajuato, donde la derecha institucionalizada podría mantenerse en el poder (en el que ya lleva tres décadas), y en Yucatán, si es que el panista gobierno saliente no sucumbe a la tentación de embajadas e impunidad, en los demás estados el antiobradorismo no ha encontrado perfiles electorales eficaces.

En varios casos ese frentismo está a la espera de disidencias morenistas, como sucede en Chiapas, Puebla y Morelos. El caso Jalisco se cuece aparte, pues MC y el gobernador saliente, Enrique Alfaro, han cerrado filas ante un expansivo morenismo sin pruritos.

En la Ciudad de México, la insuficiencia también está de manifiesto. A pesar de contar con más de la mitad de las alcaldías chilangas, y de las crudas batallas internas del morenismo, el frentismo conducido por el PAN no encuentra la figura estelar adecuada.

Hasta ahora ha llevado mano el amasijo de intereses inmobiliarios, empresariales y políticos que propone a Santiago Taboada, el panista alcalde con licencia de Benito Juárez. Pero hay otros aspirantes que no se han conformado con la predisposición de la élite blanquiazul a favor de Taboada: Lía Limón y Kenia López Rabadán, usuarias de la marca PAN; Adrián Ruvalcaba, priísta, y Sandra Cuevas, sin partido.

Las diferencias entre los tres partidos en cuanto al procedimiento para designar la candidatura a la jefatura del gobierno capitalino puso en riesgo el registro de la coalición ante el Instituto Electoral de la Ciudad de México. Faltando minutos para que venciera el plazo, llegaron a un acuerdo sobre debates y encuesta. En el terreno morenista, la resolución a tomar este viernes, conforme a lo que anunció Mario Delgado, no parece propicia para rupturas. El médico Hugo López-Gatell, la alcaldesa con licencia Clara Brugada y el ex jefe policiaco Omar García Harfuch han expresado en varias ocasiones que aceptarán los resultados. Al médico le caería muy bien una plaza legislativa, sea de tres o de seis años; a la alcaldesa con licencia, una senaduría, y al ex jefe policiaco un asiento en el Congreso o la secretaría federal de Seguridad Pública si Claudia Sheinbaum llega a Palacio Nacional. Pero tales planes compensatorios en las alturas no implican que en las bases se vaya a procesar positivamente la eventualidad de que García Harfuch sea el designado por las enigmáticas encuestas. Una decisión equivocada en la capital del país incitaría a ciertos segmentos pro 4T a reconsiderar su voto.

Y, mientras ayer la Cámara de Diputados aprobaba en lo general el Presupuesto de Egresos de la Federación 2024, con recortes a INE y Poder Judicial y sin partida especial para la reconstrucción de Acapulco, ¡hasta mañana!

X (Twitter): @julioastillero

Facebook: Julio Astillero

juliohdz@jornada.com.mx