Acapulco, Gro., El puesto de revistas de Sandra Patricia, en la Costera Miguel Alemán, resistió los vientos de 270 kilómetros por hora del huracán Otis, estaba bien la mañana del miércoles 25 de octubre; sin embargo, durante los siguientes días fue saqueado.

Se llevaron todas las publicaciones pornográficas, que son las más caras, se quejó la mujer, originaria de Cumbres de Llano Largo y quien tiene 38 años de ejercer el oficio de voceadora; de por sí el gremio ya enfrenta una crisis, agregó, mientras revisaba su negocio.

A pesar de la tragedia que está viviendo, primero por la devastación que hay en el puerto debido al impacto del meteoro y luego por perder la mercancía de cuya venta obtiene el sustento de su familia, aseguró que lo más importante para ella es seguir con vida.

Sandra relató que el día que Otis tocó tierra acudió a revisar su kiosco, el cual se ubica en la esquina de la calle Lomas del Mar y la avenida Costera Miguel Alemán, y se percató de que tanto la estructura como la mercancía permanecían en condiciones aceptables; no obstante, con el transcurso de los días hubo gente que se llevó todo lo que pudo.

–Pero si los acapulqueños no leen, ¿qué fue lo que le robaron? –se le preguntó.

–Las revistas pornográficas, se las llevaron todas –contestó visiblemente molesta.

Explicó que hasta antes de que Otis azotara Acapulco se dedicaba a vender, de lunes a sábado, periódicos nacionales y locales, dulces, revistas, cuentos, libros de crucigramas, de cómics y novelas, pero el ciclón, dijo, detuvo todo. “Ni el huracán Paulina nos pegó tanto”, añadió.

Pide que volteen a verlos

¿Cuándo vamos a salir adelante?, se preguntó Sandra Patricia al observar a su alrededor todos los daños causados por el fenómeno meteorológico; ojalá que nos volteen a ver a todos, porque ahora los necesitamos, exclamó, en el momento en que un prestador de servicios del área le ayudaba a cerrar nuevamente su local con lo poco que le quedó.

La comerciante ya no quiso rescatar un libro de poesías patrióticas, fascículos coleccionables para aprender ajedrez, de Marvel; revistas de los vehículos Maverick y Volkswagen; un tomo de la Gran Enciclopedia de Salvat y dos de la colección integral de Astérix, los cuales estaban dañados por la humedad y los saqueadores los despreciaron.

Antes de partir, regaló algunos ejemplares de sopas de letras a un guardia de seguridad, quien las aceptó gustoso.