l igual que los poetas prehispánicos, Diego Rivera, nuestro original pintor, y el artista del dibujo José Guadalupe Posada recrearon la imagen de La Catrina. La relación entre la muerte y la mujer, la Tierra Madre que vuelve a tomarnos en sus brazos. Detrás de la belleza del paisaje mexicano, sus mares, montañas, ciudades, se esconde la muerte, que no tiene dónde.
Vivir en México es crecer en medio de peligros permanentes: ciclones, temblores, inundaciones, etcétera, que se han denominado desastres naturales.
Ni tan naturales, seguramente, si contemplamos que hemos lastimado a la Tierra de tal forma que nos arrastra hacia ella. Ya bellamente nuestros antepasados lo poetizaban: ¿Es que acaso se vive de verdad en la Tierra? Aunque sea jade también se quiebra; aunque sea oro, también se hiende, y aun el plumaje del quetzal se desgarra. Espléndidamente traducidos por el historiador y experto en lengua náhuatl Miguel León-Portilla.
En el orbe entero, la naturaleza era un solo rostro al cual llamaron caos, una mole cruda y confusa: peso inerte allí mismo hacinada de las no bien adaptadas casas, las discordes semillas y eran la tierra, el pronto, el aire, la tierra inestable, la no navegable onda, la falta de luz al aire. Estorbaba el uno a los otros, en un solo cuerpo pugnaban lo frío y lo cálido, lo seco con lo húmedo, lo muelle y lo duro, lo de peso y lo sin peso...
Las palabras del poeta hablaban de caos y metamorfosis para abordar el cambio y el desorden. Dos conceptos centrales relacionados con el tema del desastre. Suceso que se presenta repentinamente causado por fuerzas naturales y, ¿humanas?
Los efectos son esencialmente graves por el daño causado: pérdidas humanas, materiales y culturales que causan dolor. Los huracanes, las erupciones volcánicas, las inundaciones, las explosiones, los temblores, los accidentes en medios de transporte; epidemias, guerras, actos terroristas e, incluso, asaltos y violencia que vivimos.
Las muertes violentas que continuarán las secuelas de neurosis traumáticas que alterarán la comunidad. Se discute en la actualidad cuál es el efecto social, por ejemplo, las guerras. Otro peligro es no saber a qué atenerse, síntoma de dichas neurosis. Máxime si el suceso fue por las fuerzas irracionales de la naturaleza que incrementan la impotencia y el temor.