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Colapso ético e intolerancia
H

emos sido testigos de un atroz genocidio en curso contra la población civil palestina: los datos más recientes han sido brindados por el Ministerio de Salud de Palestina y avalados por distintos gobiernos e instituciones como la Organización de Naciones Unidas, organizaciones humanitarias y ONG en defensa de la vida y los derechos humanos.

En el momento en que escribo este artículo, la cifra de las víctimas de los bombardeos ya ha alcanzado poco más de 8 mil 300 civiles palestinos muertos, de los cuales, casi 4 mil de ellos son niñas y niños y cerca de 2 mil 500 mujeres (¡¡¡). Esa misma fuente reporta también mil 500 desapariciones y estos son datos conservadores ya que hay muchas víctimas bajo los escombros dejados por los crecientes, frecuentes e intensos bombardeos contra una población indefensa, que ya no tiene donde refugiarse.

¿Qué está sucediendo con la comunidad internacional?, ¿qué sucede con el gobierno de Estados Unidos que niega la certidumbre de esas cifras?, ¿por qué, junto con el apoyo militar, el enorme flujo de armas, dinero y adiestramiento al gobierno de extrema derecha de Israel, Biden le da un apoyo irrestricto? –como dijo John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Israel no tiene líneas rojas–.

¿Se trata de evadir la responsabilidad de crímenes de guerra y genocidio por medio de la vasta campaña de propaganda y relaciones públicas para generar dudas sobre esas cifras, con mensajes como que las autoridades palestinas en Gaza son mera fachada de Hamas o compartiendo la idea de los diarios de la extrema derecha israelí, que sin cuestionar la cifra de fallecidos asegura que son los terroristas que han liquidado, incluyendo a niñas y niños?

Si bien las cifras cambian rápido, organizaciones en favor de la niñez como Defence for Children International señalan que 40 por ciento de los fallecidos son niños y niñas (3 mil 450 en total al 30 de octubre), mientras Save the Children habla de 3 mil 195 niñas y niños muertos, en tres semanas , cifra que ya en sí sobrepasa el número anual de fallecimientos de infantes en zonas de conflicto desde 2019 (Ben Norton, Biden Echoes Israeli extremist disinfo in denying Gaza death toll, Geopolitical Economy Report 31/10/23).

Por su parte, la Unicef admite que los ataques de Israel contra la franja de Gaza están matando o hiriendo a 420 niñas y niños por día (Democracy now.org 22/09/23).

Están matando a una generación, a un futuro, porque quieren limpiar su territorio, como dicen,aplanarlo. Ejemplo de esto es el estremecedor dato de que 47 familias han sido eliminadas por completo del registro civil lo que significa que a esas familias ya no les queda ningún miembro con vida “Ministerio de Salud de Palestina. (Democracy now.org)

Pero la persecución y muerte también se ejerce contra la disidencia, organizada o no, figuras públicas o simples ciudadanos, que piden un cese al fuego, periodistas, maestros o estudiantes, acoso, intimidación, pérdida del empleo, represión al derecho de reunión en varias ciudades europeas y estadunidenses.

La nota que recientemente se publicó en la primera plana de La Jornada (24/10/23), en la que Estados Unidos y Alemania anuncian su rechazo a un cese del bombardeo de Israel contra población civil de la franja de Gaza, muestra un mundo en colapso ético y moral desde donde se gobierna a la sociedad de esas naciones.

Vale la pena empezar a revisar las especificidades del fenómeno, ¿qué espera Estados Unidos lograr con esta política cada vez más cuestionada a nivel interno e internacional?

Para enfrentar los retos existenciales, ni dentro ni fuera de Estados Unidos aparece voluntad alguna para corregir el peligroso rumbo que está siguiendo el gobierno de extrema derecha de Israel en su voluntad de prevalecer sobre todo el territorio, con bombas lanzadas a personas atrapadas en casas, hospitales, mezquitas y escuelas, pues no hay a donde ir. No hay agua para tomar, no hay alimentos ni medicamentos, tampoco electricidad para los hospitales, especialmente para las incubadoras de los recién nacidos con grave riesgo de morir también. Esa matanza de inocentes no parece accidental sino una acción calculada.

El conflicto, profundizado por la ofensiva de Israel en la franja de Gaza, abre a EU otro frente bélico en momentos en que no ha podido resolver la crisis en Ucrania y viene arrastrando el caos generado en los 20 años de guerras contra el terrorismo en países como Irak, Afganistán, Siria, Líbano, Yemen y Libia. Esto ya tiene un costo para el liderato de EU, que se apresta a un difícil año electoral.

La política de EU hacia Israel, de apoyo total, tuvo como objetivo darle a Israel el máximo margen de maniobra, “para que Israel no sólo tuviera ventaja estratégica, sino también ventaja militar sobre sus vecinos y así defender los intereses de EU en la región, pero los cimientos no eran muy sólidos, pues en esta estrategia no se contemplaron los intereses de los países árabes, lo que ya genera conflictos potenciales. Además, Israel no ha podido ser ese factor de estabilidad que se perseguía con su proclamación de ser la única democracia en el Medio Oriente (sic).

A decir de Crooke, durante la última década, Israel se ha ido alejando cada vez más de los cimientos sobre los que podría haberse construido una paz regional sostenible. Israel, de manera inhumana, ha estado avanzando en la dirección opuesta: derribando los pilares de un acercamiento regional posible (Crooke, A., Lahaine.org, 19/10/23).

Se necesita cambiar el rumbo, oír a las sociedades, movilizar las conciencias. Hay muchos retos existenciales que requieren de construcción y reconstrucción de la paz, pues como dice el analista José Escobar: “Lo que ya está claro es que la guerra por poderes de la hegemonía contra Rusia en Ucrania y la ‘guerra contra el terror’ israelí, remezclada en Gaza, no son más que frentes paralelos de una única guerra global en horrible evolución” (Escobar, La haine.org, 2023).

Facebook: John Saxe Fernández