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Octubres en la Facultad de Derecho de la UNAM
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l 20 de octubre se cumplieron 54 años del asesinato de Miguel Parra Simpson, estudiante de leyes, a manos de un grupo de porros armados que lo acribilló en el estacionamiento de la Facultad de Derecho de la UNAM. Miguel cursaba el cuarto año de la carrera y participaba en el Comité de Lucha. Por eso se indignó cuando se dio cuenta que una pandilla de sujetos repartía volantes contra el movimiento y los presos políticos, enfrentándolos con desventaja. Un año después, 1970, los estudiantes colocamos una placa en el muro externo de la facultad, a manera de protesta y en conmemoración de su sacrificio. Esta placa duró algún tiempo, pero las autoridades mandaron desprenderla.

Ahora, a la distancia de 54 años, la historia reaparece para reivindicar a Miguel con la colocación de una nueva placa en la facultad, agregando el nombre de Roberta Avendaño, la querida Tita, activista del 68. En realidad es la quinta ocasión que estudiantes organizados de distintas generaciones han colocado un reconocimiento conmemorativo del funesto hecho. Una y otra vez las placas han sido desprendidas por manos malévolas, con la complacencia de las autoridades universitarias, y una y otra vez la terquedad de los estudiantes las hace reaparecer.

En efecto, el pasado 26 de octubre, a la una de la tarde, se llevó a cabo una ceremonia convocada por la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes, la Casa del Pueblo México, Confederación de Estudiantes de México, Central de Estudiantes Universitarios de la UNAM y Centro de Estudiantes de Derecho. La reunión rindió homenaje a Miguel y la Tita. Una generación de estudiantes, a medio siglo de distancia, sin haber vivido la situación de esos años, reivindica la figura de Miguel como estudiante y lo coloca en el plano de la memoria histórica y social, haciéndolo suyo junto a la Tita.

Quizá la acción de estos jóvenes esté señalando que la larga noche del liberalismo, que adormiló la conciencia universitaria, está pasando, y que la placa y su simbolismo durarán muchos octubres.

En 1969 el activismo estudiantil había sido golpeado y casi desarticulado después del 2 de octubre. Con el regreso a clases también retornaron los grupos de porros ahora más protegidos y subordinados a las policías del Estado. En la política nacional faltaban dos años para que Díaz Ordaz dejara la Presidencia y la contienda en el PRI por ocupar su puesto se intensificó entre los aspirantes a sucederlo. Punteaban el general Corona del Rosal, regente de la ciudad, y Luis Echeverría, secretario de Gobernación. El 22 de octubre de 1969, dos días después del asesinato de Miguel Parra, Echeverría fue presentado como candidato oficial del PRI. Por eso siempre me asaltó la duda de si los contrarios a Echeverría contrataron a los porros para orquestar una provocación dentro del campus.

El colectivo Nos Hacen Falta realizó una investigación sobre universitarios desaparecidos o asesinados, que la revista Contralínea presentó parcialmente en esta semana. El colectivo ha documentado casos de 96 universitarios, desaparecidos o asesinados; 44 homicidios, 26 feminicidios, cuatro ejecuciones extrajudiciales, tres muertes accidentales sospechosas, tres suicidios en contexto de violencia, todo ocurrido entre 2002 y 2023.

Integrantes del colectivo reclaman que las autoridades universitarias hayan sido omisas ante solicitudes de ayuda de los familiares para obligar a las procuradurías a investigar los casos y dar con los responsables, entre quienes la investigación documenta a grupos de ultraderecha, comandos de contrainsurgencia, integrantes del crimen organizado y delincuentes del fuero común.

La investigación, iniciada en 2015, se realizó dentro del contexto del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica y contó con la colaboración de profesores y alumnos universitarios, logrando una sólida base de datos.

El colectivo señala que, con los recursos disponibles, pudo llegar a obtener 96 casos, pero estima que hay una cifra negra a la que no tuvo acceso. El dato más preocupante es que 20 por ciento de los asesinatos se cometieron dentro de la universidad. Se trata de una investigación que necesita difundirse por todos los medios con los que cuenta la UNAM y es importante que la discutan estudiantes y maestros. Pero sobre todo resulta urgente que las autoridades universitarias tomen cartas en el asunto, igual que el gobierno federal.

* Profesor investigador de El Colegio de Sonora