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¿La fiesta en paz?

Los caminos (desoídos) de una fiesta de toros autocomplaciente e ineficaz

U

n prefacio obligado: violencia y dolor son inseparables de este planeta −despectivo de plano o plano menor−, por lo que la peregrina versión de que las corridas generan violencia en quienes las ven resulta, por lo menos, idiota, así la suscriban la ONU y la Unesco. Los ejércitos hoy en pugna, ¿antes vieron festejos taurinos? El enloquecido huracán Otis, que destruyó bastante más que la Costera de Acapulco, ¿sería manipulado por taurinos? Más seriedad a la hora de analizar.

Ya descansó Francisco Camino Gaona de burlar las embestidas descompuestas de la vida. Extrañaremos sus juicios inteligentes sobre una fiesta de toros cada día más secuestrada, escribimos en Twitter con motivo del sensible fallecimiento de quien fuera abogado, apoderado, primogénito del maestro sevillano Paco Camino, nieto del empresario Alfonso Gaona y, sobre todo, aficionado pensante y exigente de un estado de cosas taurinas en preocupante declive, no por los antis sino por la menguada capacidad de taurinos para hacer repuntar una tradición de México de casi 500 años.

No obstante lo difícil de sobrellevar un nombre y apellidos referenciales en la tauromaquia, de verse separado de su famoso padre y ser educado prácticamente por su experimentado abuelo, Francisco Camino Gaona sabía pensar por sí mismo y emitir juicios tan críticos como sustentados. En una entrevista para La Jornada, externó: Yo no sé de toros, de eso saben algunos toreros; yo entiendo del negocio taurino y sus intríngulis pero, para variar, me han faltado oportunidades.

Francisco añadía seguro: con motivo de la pandemia tenemos que ponernos las pilas todos y encontrar nuevas fórmulas y propuestas más atractivas, pues sin público en la plaza al espectáculo se le quita el tercer protagonista, tan importante como el toro y el torero y se debilita una defensa real de la fiesta. Desde luego, se deberán regular y moderar salarios, precios y costos, pero en principio se trata de perder menos, no de ganar más, de obtener los mínimos cada sector y, a la vez, recuperar bravura e interés, al tiempo que las empresas se convencen de ofrecer propuestas menos predecibles y monótonas, poniendo énfasis en una publicidad fincada en el toro y en la rivalidad.

“¿Por qué en México no tenemos figuras? −se preguntaba Camino Gaona−. Por diversos factores, empezando por el empresarial. En España hay varias empresas y diferentes criterios, aquí, en las pasadas décadas hubo dos y ahora sólo una realmente importante con varios gerentes operativos que gestionan bajo un mismo criterio y por un salario, no por rigor de resultados a partir de una inversión propia. En este sentido, en España nos llevan años luz de experiencia”.

En las mismas fechas en que su hijo Francisco charló con La Jornada el maestro Paco Camino declaraba en España: “Todo el que se sienta aficionado tiene el compromiso de manifestarse. A ver si de una vez este gobierno nos escucha. Lo dudo… Los políticos nos están tratando muy mal, poco a poco se han propuesto eliminar la tauromaquia y están acabando con ella. La manera en la que unos bandidos nos están robando el toreo es miserable… Parece que el único interés que tienen son las urnas. No se preocupan de las personas, sólo de los votos. Son necios que no entienden… Como no nos reunamos y salgamos con soluciones, esto se acaba. Necesitamos dejar atrás todos los bandos y pensar en colectivo, pensar en el provecho común, no en el particular, porque si hay desconfianzas y cada uno es receloso con los demás, los de fuera no van a perdonar, ya estamos asistiendo a ello”. Caminos desoídos pues por una fiesta tan autocomplaciente como ineficaz.