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De la otra ciudad

Don Antonio lleva más de 70 años de decorar iglesias

El coronista, oficio que sobrevive gracias a la paciencia y dedicación

Pocos piden ya portadas florales, pero cuando se puede su familia les pone mucha pasión

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▲ Son muchas las horas de estar hincados para colocar sobre un bastidor de madera las imágenes que engalanan las fiestas.Foto Roberto García Ortiz
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▲ El punzón de hueso de borrego es una herramienta esencial para insertar bien los claveles en el zacate.Foto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Domingo 22 de octubre de 2023, p. 33

Antonio Luna García anduvo en los pedregales de Coyoacán cortando pasto y varas de garambullo para las coronas funerarias que confeccionaba su papá, Gabriel Luna, con el fin de venderlas en el panteón comunitario del pueblo de Los Reyes Hueytlilatl.

Corrían los años 50 del siglo pasado y tenía entonces 10 años cuando se inició en el oficio de coronero, que ante la necesidad de sortear la competencia lo llevó años después a elaborar portadas florales de hasta 30 metros de altura para las iglesias, como la del santuario del Señor de Chalma, en el estado de México, y la de San Juan Nuevo, en Parangaricutiro, Michoacán, sin faltar la de su comunidad, la parroquia de Los Santos Reyes y El Señor de la Misericordia.

El arte de la floristería y la creación de las monumentales portadas la transmitió a su hijo Alejandro, quien hoy dirige el negocio como una empresa cooperativa familiar: Marvi, que sobrevivió a la pandemia y resiste al menos con la elaboración de una portada floral cada dos meses y con la venta de arreglos para el decorado interior de iglesias y salones en bodas, 15 años y bautizos, pero que han disminuido porque la gente ya no quiere gastar en esas celebraciones.

En el amplio patio de su domicilio en la calle Atenco, Alejandro trabaja la portada que se instalará el 29 de octubre en el panteón de Los Reyes Hueytlilatl. Está dividida en cuatro partes que se ensamblarán en el lugar donde estará, tendrá una catrina en uno de los tableros de la base y un catrín en el otro.

Cuenta que lo más difícil de construirlas es hacer el diseño, que por regla lleva siempre grecas florales y la imagen del santo que se venera, a los que se pueden agregar ángeles, palomas, mariposas o colibríes. Es fatigoso, explica, por la postura en la que se trabaja, de rodillas e inclinado sobre el tablero para elaborar las formas sobre las que se atará el pasto, que debe estar lo suficientemente firme con la finalidad de sujetar las flores que se insertan con un punzón de hueso de borrego.

Con el tiempo, algunos materiales han cambiado, como las varas con las que se forman las grecas, sustituidas por mangueras de plástico que por su fexibilidad facilitan la labor, así como las flores y el follaje natural por piezas de plástico y tela.

Pasto difícil de conseguir y miles de capullos frescos

En 1971, Antonio fue testigo de la gran invasión de un paraje que parecía inhabitable, formado por flujos de lava que expulsó el volcán Xitle y que hoy es la colonia Pedregal de Santo Domingo. Con su poblamiento ya nada más quedó el cerro Zacatépetl y parte de la reserva ecológica del Pedregal de San Ángel, dentro de Ciudad Universitaria, para colectar el pasto, que cortan con una hoz, pero en este último lugar no siempre se los permiten.

Para colocar el follaje y las flores, además del papá de Alejandro, trabajan su esposa Rocío Quintero y su mamá Manuela Sandoval, descendiente igual de un artesano coronero, también llamado Gabriel. La portada en la que trabajan requerirá unas 12 mil flores, de las más resistentes, como polar, moreliana, clavel y pinocho, que encargan a comerciantes de la Central de Abasto y se ponen un día antes de la entrega para que dure más tiempo.

Según el tamaño de la portada contratan más gente y llegan otros integrantes de la familia, como Mariana y Victoria Luna, hijas de Rocío y Alejandro, quienes hicieron carreras universitarias y ejercen su profesión, pero aprendieron el oficio, así como un sobrino Julio Cesar Castillo Rocha.

En medio de la crisis que vivieron por la pandemia, en la que todo paró, hasta las fiestas patronales, debieron buscar apoyo que consiguieron en la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo al constituirse como empresa cooperativa por medio del Programa de Fomento, Constitución y Fortalecimiento de Empresas Sociales y Solidarias, lo que les permitió adquirir herramientas para continuar con la elaboración de su especialidad, así como de arreglos florales, además de herrería, anaqueles, engrapadoras, fuentes de luz, ganchos y poleas que utilizan para elevar y ensamblar los tableros de las portadas en iglesias y parroquias de los alrededores.

Entre las mayordomías que han contratado sus servicios cuentan a los pueblos vecinos de La Candelaria y San Francisco Culhuacán, así como los de Santa Cruz Atoyac, en Benito Juárez; San Andrés Mixquic, en Tláhuac, y Santa Cecilia, en Xochimilco, que a Rocío le encanta porque siempre reciben su creación con música, baile de comparsas y la placean por calles del pueblo antes de ensamblarla, momento que dice en todas partes es muy emotivo por la fraternidad y el entusiasmo de los pobladores que ayudan a instalarla a la entrada del templo y que por su diseño y colorido son una invitación a cruzar a través de ella.