El estado de Tlaxcala es el más pequeño del país y al mismo tiempo es uno de los que presenta mayores índices de deterioro ambiental a nivel nacional, particularmente en lo que se refiere a la pérdida de zonas boscosas, contaminación de cuerpos de agua y sobreexplotación de acuíferos. Desde 2017 la SEMARNAT reconoció que en 48 de sus 60 municipios se requerían acciones urgentes de conservación y preservación ambiental, pues poco más del 90% de sus suelos enfrentan diversos tipos de erosión que van de moderada a grave, según la metodología de evaluación de la degradación de los suelos de la FAO.
Este contexto de deterioro ambiental y también de pobreza en el campo favoreció que, desde su llegada a Tlaxcala, Sembrando Vida fuera bien recibido por los campesinos y las campesinas del estado. Si bien al inicio no se sabía bien a bien todo lo que implicaba este nuevo programa de gobierno, sonaba alentador que parte de sus objetivos fueran revertir la degradación ambiental y al mismo tiempo, apoyar con recursos económicos y acompañamiento técnico a quienes se comprometieran en esta nueva aventura.
Así lo comparte una sembradora del municipio otomí de Ixtenco: “cuando empezamos, lo que hicimos fue organizarnos para poder establecer un vivero y ahí sembrar nuestras semillas, para producir nuestros árboles y que posteriormente hemos llevado a nuestros campos a sembrar. Seguimos con el vivero, seguimos con el frijol y seguimos germinando las semillas. Nuestros productos son orgánicos, que sembramos en nuestras parcelas donde llevamos nuestros árboles. Todos están cultivados con composta, con humus, fertilizantes que nos han enseñado los ingenieros a preparar para nuestros cultivos”.
Además de producir maíz, alverjón, frijol, haba, calabaza y todos los componentes de la milpa, en Ixtenco los y las campesinas que participan en Sembrando Vida han reforestado sus parcelas con capulines, nopales, pino, oyamel, encino, sabinos, duraznos, manzanas, chabacanos, ciruelos y nogales. Al preguntarle a otra sembradora si con el programa ha aumentado la productividad en sus cultivos, señala: “tal vez no aumentado porque nuestros terrenos están muy deteriorados, están muy contaminados y necesita pasar más tiempo, pero lo que sí le puedo decir es que los cultivos ya son diferentes y nosotros podemos tener una mejor calidad de vida, porque le ponemos menos químicos a lo que consumimos. Queremos dar las gracias más que nada porque nos están tendiendo la mano para salir adelante, estamos en el programa Sembrando Vida y a futuro sacar algo de provecho”.
El programa cuenta con aproximadamente cinco mil sembradoras y sembradores en Tlaxcala, agrupados en más de 200 Comunidades de Aprendizaje Campesino (CAC´s), establecidas a su vez en 25 municipios como Chiautempan, Huamantla, Mazatecochco, San Pablo del Monte, Teolocholco, Contla, Teacalco, Atlangatepec, Ixtenco, Zitlaltepec, Cuapiaxtla, Altzayanca, Tocatlán, Xaloztoc, Terrenate, Emiliano Zapata, Lázaro Cárdenas, Xaltocan, Hueyotlipan, Españita, Nanacamilpa, Tlaxco y Tetlanohcan. Hasta 2023 se han reforestado cerca de 13,000 hectáreas con más de 12 millones de plantas de distintos tipos: agroindustriales como el maguey y el nopal, forestales como el cedro blanco y los pinos, así como frutales, principalmente durazno, manzana, pera y tejocote, entre muchos otros.
En el municipio de Tlaxco se encuentra la CAC “Unidos por una Vida Mejor”, específicamente en la comunidad Unión Ejidal Tierra y Libertad. Aquí, además de que también se han consolidado los sistemas agroforestales, el programa Sembrando Vida ha permitido a sus integrantes crear una empresa de néctar de jugo de manzana, además de comercializar los dos tipos de nopal que están produciendo sin el uso de agrotóxicos: el tunero y el verdulero. Una sembradora de esta CAC nos comparte su experiencia: “yo soy agricultura. Anteriormente ocupábamos puro químico. Ahora que sembramos la hortaliza, le echamos puro natural, abono de borrego, composteo y es hasta mejor. Porque cuando yo le echaba a mi terreno fertilizante químico, ya la tierra está muy estéril. Ahora que le echamos orgánica, nombre, las lechugas y el brócoli bien chulo, bien frondoso. Y con lo químico, yo la verdad que he trabajado con él, a veces las cosechas en vez de producir, dan menos”.
En el mismo municipio, pero en la comunidad de Mariano Matamoros, se conformó la CAC “Agua Azul”. Históricamente, los cultivos en esta localidad rural han sido altamente vulnerables a las heladas implacables. Los campesinos y las campesinas recuerdan que “desde siempre” han batallado para adaptar sus semillas de maíz, frijol, haba y trigo a las bajas temperaturas. Y con Sembrando Vida la historia no ha sido diferente. Cientos o quizá miles de árboles que han introducido con el programa “se han quemado” con el hielo, lo que ha provocado en no pocas ocasiones el desánimo entre sembradores y sembradoras. Pero los campesinos de Mariano Matamoros siempre han sabido reponerse a las adversidades climáticas y también ahora han sacado fuerzas para no doblegarse, por lo que una y otra vez han resembrado sus parcelas afectadas por las heladas, hasta que finalmente han logrado hacer crecer sus matas de durazno y de nopal, principalmente.
Durante los casi cinco años que llevan en Sembrando Vida, los campesinos y campesinas de “Agua Azul” aprendieron a base de prueba y error que para hacer resistentes sus duraznos a las heladas, tenían que hacer los injertos no en el vivero, sino directamente en la parcela. Un sembrador de esta CAC nos comparte su experiencia: “primero los injertábamos en el vivero, pero ¿qué pasa?, cuando usted lo saca al campo no alcanza a expandir sus raíces, llega el hielo y se muere, o a la mejor no se muere todo, queda la plántula, pero hay que volver injertar. Yo lo que estoy haciendo es que voy injertando en campo; empecé a hacer pruebas yo mismo, con lo que es mío. Injerté uno, luego injerté dos ya en mi parcela y me funcionaron. Y lo que pasó ahora con el hielo es que se murieron todos los que compré injertados, que ya estaban grandes, todos los quemó el hielo y los que injerté yo, están vivos y está vivo el injerto. Entonces, ¿qué quiere decir?, que no por la rapidez que uno quiere aventajar en el injerto se debe hacer en el vivero. La verdad para mí no funciona así, es mejor en campo. Hay muchas cosas que nosotros aprendimos a base del tiempo, porque debido a las pérdidas que tuvimos, fue algo bonito, porque perdimos, pero empezamos a agarrar experiencia poco a poco”.
Los sembradores y sembradoras de esta CAC también han identificado que no es adecuado injertar los duraznos en cualquier época del año. Es mejor hacerlo en entre marzo y abril, “pero siempre y cuando se injerten directamente cuando la planta ya agarró el suelo”, cuando ya está “agarrando sus nutrientes”, es decir, ya que la raíz está más gruesa y puede resistir la intensidad de las heladas.
Al preguntarle a un integrante de “Agua Azul” por lo que ha significado Sembrando Vida en su comunidad, respondió lo siguiente: “este programa en lo personal es un programa que, en ningún gobierno, se puede decir de los años que llevamos de vida, nadie se había preocupado de esto, nadie se había preocupado en voltear la cara para los campesinos. Porque éramos víctimas de acaparadores, de los altos precios. Cuando uno compra productos para sembrar es carísimo y cuando uno vende, vende bien barato. Desgraciadamente ningún gobierno volteaba la cara hacia acá; entonces cuando el presidente entró y dijo voy con los campesinos, porque el campo está tirado, vino este programa. Aquí no debe haber un líder, aquí es trabajar todos, si todos trabajan, todos salimos adelante, si no trabajan no salimos adelante. Ahora me llevo mis nietos y ¡con qué alegría llegan y plantan un árbol, plantan un nopal, con qué alegría! •