Salimos de la Ciudad de México un viernes por la mañana, nos alojamos en la ciudad de Puebla y por la tarde tuvimos una reunión con directivos del programa Sembrando Vida, quienes nos informaron sobre éste, con algunas especificaciones sobre Puebla. Nos enteramos de lo que son las Comunidades de Aprendizaje Campesino (CACs), cada una funciona con 25 sembradores y sembradoras con 2.5 hectáreas por cabeza, viveros y biofábricas, y un apoyo económico de $6,000.00 mensuales. Cuentan con el acompañamiento de técnicas y técnicos, así como de becarias y becarios del programa “Jóvenes construyendo el futuro”. En Puebla hay 6,000 sembradores, en el país 450,000, y se han plantado 1,100 millones de árboles. Es preocupante la ausencia de canales de comercialización para los productos, si bien se hace un esfuerzo para formación de cooperativas, a la fecha existen 400 a nivel nacional. Hubo comentarios sobre los conflictos que se generan entre las CACs y el resto de la comunidad. Retos mayúsculos: que una vez que ya no se otorgue el apoyo mensual se puedan sostener los grupos de sembradores con la venta de sus productos, y que haya continuidad del programa con el gobierno entrante.
Visitamos dos CACs, una en Hueyapan (comunidad nahua o masehual) y otra en Libres. En el primer caso la presidenta del grupo es Otilia Toribio, una mujer que se integró porque enviudó hace 3 años y su esposo era sembrador. Notable el respeto y consideración con que se refirieron a ella las y los otros miembros, la mayoría hombres (solo hay 3 mujeres). La sede de la CAC donde nos sirvieron un rico almuerzo está limpia y cuidada con esmero. El predio para el vivero es prestado (en otras CACs puede ser rentado). En las parcelas de las y los sembradores de la parte alta hay maíz, arándanos, durazno, higo, ciruela, manzana y pera, así como alverjón en tiempo de secas, y pinos maderables; en la parte baja limón, café, plátano, papaya, maracuyá, pimienta, guanábana y canela. Elaboran licores y están emprendiendo un proyecto para la elaboración de ates. Con el ahorro devuelto iniciaron un proyecto de borregos que nos mostraron, al igual que el espacio de biblioteca y una ofrenda con productos. El corral de los borregos está impecable, con un registro de los turnos para limpiar y alimentarlos, ya casi han doblado su población de animales, con buenos ingresos. Posteriormente nos dirigimos a la parcela de Rosario, miembro del grupo, con higo, durazno, maíz, frijol, el árbol maderable sauco y algo de haba. Conmovedor escucharla decirnos que este programa le debió haber llegado cuando era joven, pues por su edad ya no tiene tanta energía para los trabajos agrícolas. El tesorero de la CAC nos contó que desde antes del programa él y un grupo ya contaban con una cooperativa para comercialización de arándano. Se nos comentó que hay intermediarios que los perjudican: la madera se puede pagar al 50% de su valor, que se están trabajando terrenos que estaban abandonados y que al sembrar frutales “se enverdece el monte”. Impresiona cómo este grupo, ante la oportunidad de un apoyo para sembrar en policultivo agroforestal, hacer algo por el planeta y mejorar sus ingresos, se dio a la tarea con entusiasmo y organización.
De ahí nos dirigimos a conocer a la CAC Cuautzolco de Libres, integrada por sembradoras y sembradores mestizos de 6 comunidades diferentes, la mayoría hombres. Aquí no fue posible juntar el grupo en una sola comunidad, por lo que fue necesario que se unieran pequeños grupos de comunidades diferentes. Visitamos la parcela del Sr. Romero, con agaves, manzanos, pinos piñoneros, maíz, frijol y ciprés como cerco contra los vientos. Esta es una zona árida, y fue impactante ver cómo el sembrador cuida el policultivo, comprando pipas de agua para un aguaje que construyó, y viajando diario en bicicleta para regar sus plantas con envases de refresco de 2 litros. Emocionado porque en sus arbolitos de manzana ya había nidos (mencionó que ya no había pájaros), nos ofreció varios de los frutos. Los bioinsumos que utiliza son composta, supermagro y abono de lombriz como fertilizantes y caldo bordeles para las plagas. Después de la deliciosa comida que nos ofrecieron tuvimos una plática con el grupo. Interesante escucharlos hablar de cómo antes no se conocían y en el grupo han desarrollado lazos de solidaridad y apoyo mutuo. Al igual que en el grupo de Hueyapan, muy pocas mujeres, pero en este caso fueron menos participativas, si bien la tesorera es mujer. Una preocupación fue la comercialización, varios de este grupo tienen el proyecto de un centro de acopio, para lo cual ya adquirieron el terreno y tienen planes de construcción con fondos de su caja solidaria.
Otro asunto de preocupación común es la disminución de las lluvias, que atribuyen a los cañoneos con drones que hace la VolksWagen a las nubes, así como a una concesión del agua a la empresa Driscoll (productora de berries) y a una planta de páneles solares. Aquí el agua es un problema central, inclusive mencionaron que una parte del vivero se secó, y hay memoria de que había más líquido: “qué lástima que el programa vino ahora que ya no hay agua”. Hubo énfasis en el aprendizaje que han tenido y en que se está trabajando para el futuro, que se les va a dejar algo a sus hijos. Conmovedores los comentarios sobre conciencia ambiental: que es necesario reforestar para tener agua; que es mejor consumir alimentos orgánicos, que no hay que matar a la lagartija escorpión, contra la que había un prejuicio de ser venenosa, aprendizaje que proviene de la interacción con el facilitador, que es biólogo. Se les preguntó por la ausencia de jóvenes, en este grupo los de menos edad rondaban los 40 años. No hubo una respuesta clara, la discusión se desvió hacia la educación de las y los niños, sigue siendo un asunto pendiente por qué los jóvenes no participan. No obstante, las becarias presentes expresaron que el programa les ha mostrado que no es necesario emigrar, que hay mucho que hacer en las comunidades. Resalta que en algún momento fueron llamados “mantenidos del gobierno”, algo que niegan rotundamente describiendo el gran esfuerzo que han hecho.
En ambos casos inquieta qué va a pasar con las y los sembradores si el programa deja de existir y ya no cuentan con el apoyo monetario mensual, pues sin eso tendrán que buscar otras fuentes de ingresos y puede ser que la parcela y los árboles ya no reciban los cuidados necesarios. Esto es grave porque es un programa para el futuro: los árboles estarán en plena producción después de varios años más, y hay riesgo de que todo este esfuerzo se pierda. Una debilidad importante son las opciones de comercialización, si bien en Puebla ya hay 17 cooperativas. Sé que de una visita a 2 CACs es difícil tener una visión nacional, pero es emocionante pensar en un programa que, a la vez que reforestar, busca asegurar producción de alimentos, se enfoca en pequeños productores y productoras, y busca un futuro mejor en cuanto a reforestación y preservación de recursos naturales. Aquí se ha sembrado una semilla recibida con entusiasmo, ojalá que la veamos florecer un futuro. •