La sequía no es algo como un aerolito que de pronto cae sobre la tierra, totalmente externo a nosotros, imprevisible, y cuyos efectos están totalmente fuera de nuestro control. No nos es ajena porque como especie humana somos una de sus causas y porque sus impactos nos afectan a todos de alguna manera, sobre todo en una amplia región árida como el norte de México. Ocho estados han sido golpeados seriamente por la actual sequia: Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León Tamaulipas, Sinaloa, Durango y Zacatecas.
Algunos datos para reflexionar:
1.El colapso climático ha comenzado: La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió que la Tierra acaba de registrar los meses de junio, julio y agosto son los más calurosos de su historia. Las temperaturas globales de la superficie del mar han alcanzado máximos sin precedentes por tercer mes consecutivo y la extensión del hielo marino antártico se mantiene en mínimos históricos para esta época del año. Y eso que aún no sufrimos el pleno impacto del calentamiento que produce el fenómeno El Niño, que normalmente tiene lugar el segundo año de su desarrollo. Tanto esta organización como la ONU insisten en que uno de los factores que más precipitan el cambio climático es el uso de los combustibles fósiles.
2.Todo México, sobre todo el norte, padecemos la sequía: Según el Servicio Meteorológico Nacional dos terceras partes del país padecen la sequía, algo pocas veces experimentado. Pero el fenómeno es particularmente severo en ocho estados del norte: para el mes de agosto, las precipitaciones habían sido mínimas en todos ellos: Coahuila: 137.5 mm.3; Chihuahua: 162.5; Durango: 179; Nuevo León: 251; Sinaloa: 396: Sonora: 209; Tamaulipas: 331 y Zacatecas, 177 mm.3. Todas, cuando menos un 50% que los promedios de lluvia a estas alturas del año.
3.La escasez de lluvias en la Sierra Tarahumara es especialmente preocupante: En primer lugar, porque afecta la producción de alimentos de las comunidades y personas que ahí habitan. En segundo lugar, porque la Tarahumara, además de ser el pulmón del noroeste de México es la gran reserva de agua para los distritos de riego del Yaqui, Mayo y Fuerte en Sonora y Sinaloa; para ocho distritos de riego de la cuenca del Conchos en Chihuahua, y, además, ahí se genera la mayor parte del volumen con que pagamos a Estados Unidos el agua que se estipula en el Tratado Internacional de Límites y Aguas de 1944.
4.La sequía en el norte merma la producción y disponibilidad de alimentos básicos: los ocho estados del norte indicados arriba representan la tercera parte del valor de la producción nacional agrícola. Aquí se produce casi la mitad de la alfalfa, insumo para la producción de leche y carne; el 16.5% del maíz, el 67% del frijol, y el 63% del trigo. Además, de aquí sale el 28% de la producción nacional de carne y el 35% de la producción de leche. De tal suerte que la sequía va a generar carestía de alimentos básicos y va a obligar a importarlos.
5.Los impactos de la sequía se sentirán más fuertes en la primavera 2024: carestía de alimentos en general; hambruna y desplazamiento en la Sierra Tarahumara. Insuficiente agua en las presas para garantizar el establecimiento de cultivos; carencia de pastos y de aguajes para el ganado, mortandad de este; presiones de Estados Unidos para el pago de agua a través del río Bravo. Racionamiento de agua potable en las ciudades. Inestabilidad social.
6.Acciones de amortiguación que debemos emprender: incluir partidas especiales en los presupuestos de egresos federal y estatal para programas que reduzcan los daños de la sequía: empleo temporal en la Sierra, bancos de alimentos, apoyo a ganaderos con forrajes, concertación con agricultores de riego para priorizar cultivos y reducir superficies de regadío, constitución de comités regionales o locales para coordinar acciones y programas.
7.Lo que debemos detener ya: detener la tala clandestina de bosques en la Sierra; detener la expansión de nogaleras y cultivos altamente consumidores de agua; clausurar los miles de pozos agrícolas “piratas” que hay en el estado. Iniciar un programa de rescate de las cuencas hidrológicas en el estado que incluya reforestación, resiembra de pastos, obras que contengan la erosión, curvas de nivel en los cerros. Detener la depredación de los cerros por las fraccionadoras. Comités de participación ciudadana por localidad para determinar las acciones y programas prioritarios, exigiendo la concurrencia de los gobiernos municipal, estatal y federal.
Eso es lo mínimo que hay que saber, pero urge actuar.