La CAC “Caminando por un futuro mejor” se encuentra en la comunidad de Contla, en el municipio de Zautla, ubicado en el estado de Puebla. Es un colectivo integrado de treinta personas, de las cuales inicialmente eran veintisiete hombres y tres mujeres, pero en el tiempo que lleva el Programa en la localidad, dos mujeres se sumaron al grupo sustituyendo a sus esposos por aspectos de salud, quedando al final, en el año 2023, cinco mujeres y veinticinco hombres.
Esta CAC se suma a las 18,000 que conforman el total a nivel país. Los 30 integrantes de la CAC se suman a los 450,000 campesinos que son sujetos de derecho del programa. Las 75 hectáreas de la comunidad de Contla son parte de 1,125,000 hectáreas cultivadas con los sistemas agro-productivos del “sistema milpa”, que consiste en maíz intercalado con árboles frutales (MIAF) y el “sistema agroforestal” (SAF), en el que los productores introducen planta maderable y planta agroindustrial como el maguey y el nopal. En Contla se han sembrado a la fecha 90,000 plantas en las 75 hectáreas que tiene la CAC, las cuales se suman al 1,350,000,000 de plantas que los 450,000 sembradores tienen ya en sus parcelas a estas alturas del 2023, que corresponde a su vez a un compromiso alcanzado en el cuarto año de la administración del actual gobierno.
La CAC de Contla pertenece a la “Ruta Zautla e Ixtacamaxtiutlan”; son dos municipios que están entrando a la Sierra Nororiental del Estado de Puebla. De las 32 comunidades que tiene el municipio de Zautla, 21 de ellas están dentro del programa, conformando un total de 40 CAC´s, con una población de 1,000 productores. De la ruta, Zautla tiene mayor cobertura, alcanzando un 65% del total de su territorio; en el caso de Ixtacamaxtitlan, sólo cuatro o cinco comunidades están incorporadas a la ruta, cercanas a la cuenca del rio Apulco.
Para ingresar, los productores y productoras debían demostrar que cuentan con 2.5 hectáreas, pero no todas las familias campesinas cubrían ese requisito indispensable. No se tuvo que comprobar de manera forzosa la propiedad de la tierra con escrituras notariadas o títulos de propiedad; para ello existieron otros documentos, como las constancias avaladas por la autoridad ejidal o comunitaria. Esta facilidad también permitió la presencia de mujeres y adultos jóvenes al interior de las CAC, enriqueciendo los colectivos con personas dinámicas, diversas y creativas, con mayor escolaridad y capacidades para desempeñar cargos en los comités de vivero, biofábrica, salud, educación y contraloría, entre otras. Aspectos que las personas mayores se les complica atender por analfabetismo y por cansancio. La incorporación de jóvenes al programa ha sido un gran acierto, pues apoyan a las personas de mayor edad y a las mujeres que no saben leer, escribir o hacer cuentas.
Otra facilidad para las y los productores, es que las 2.5 hectáreas pueden no estar juntas; los campesinos pueden incorporar varios predios para alcanzar las 2.5 hectáreas. Dichos predios pueden estar fuera de la comunidad, con la condición de que se respete no estar a más de 20 kilómetros de distancia. Estas facilidades permitieron que varios sujetos de derecho de ambos municipios pudieran acceder al Programa, consiguiendo el establecimiento de las 40 CAC en Zautla.
Las familias que no pudieron acceder al programa experimentaron mucho malestar. Se ha generado una cierta división entre quienes participan y quienes no participan en Sembrando Vida, situación que influye en la vida comunitaria, sobre todo en las faenas, asambleas y en otras actividades para el bien común. Las inconformidades, al menos en la comunidad de Contla, no han escalado a conflictos mayores, seguramente poque sólo son 30 familias beneficiadas por parte del programa; ellas no son suficientes para marcar el rumbo de la comunidad que cuenta con una población de 785 habitantes. Algo que ha venido disminuyendo el conflicto es que las personas de la CAC realizan cooperaciones en fechas importantes como la fiesta patronal, aportan dulces en diciembre para la posada, además de que realizan mensualmente una faena para la comunidad.
En la CAC de Contla, el que no se acreditara la propiedad como dueño o dueña permitió que 14 jóvenes pudieran ser parte del colectivo, así como las cinco mujeres. La composición del colectivo ha posibilitado un intercambio intergeneracional importante, no sólo en los saberes para seguir cultivando la tierra, sino también, en aspectos sociales y culturales que le aportan al colectivo elementos identitarios como grupo de Sembrando Vida. La CAC ha pasado por varios procesos que le han llevado a entender lo que busca el Programa en la parte productiva y social. Han identificado la importancia de tener un espacio propio, en el que se encuentra el vivero, la biofábrica y un espacio para las reuniones y capacitaciones.
El vivero ha permitido la siembra de árboles frutales y maderables locales; asimismo, se cuenta con una farmacia viva en la que hay plantas medicinales que están al servicio del colectivo y de otras personas de la comunidad. El vivero es un espacio de capacitación y de demostración para otras familias de la población y de poblaciones aledañas. Dicho espacio está pasando por varios momentos; el primero fue sembrar planta local para llevarla a las parcelas. Ahora que ya se cumplió la meta de las tres mil plantas, se visualiza que el vivero a mediano plazo se convierta en una microempresa productora de planta para los que tengan que resembrar y para la gente de la comunidad que quiera instalar sus huertos frutícolas, o para personas de otras comunidades de la región.
En los casi cinco años que tiene el programa en el país, todos y todas las sembradoras ya cumplieron con la meta de las 3,000 plantas. En Contla se han sembrado 21,997 árboles frutales, 15,103 maderables y 31,039 agroindustriales. Es posible que sea mayor el número de árboles agroindustriales debido a que las condiciones ambientales de la zona dificultan la reforestación con frutales y maderables. La falta de lluvia hace difícil el cultivo y siembra de planta, pues al año solo llueve de 600 a 700 mm. Para enfrentar la sequía, los productores han implementado varias estrategias como el acarreo de agua del río Apulco cuando hay caudal, entre agosto y principios de diciembre; la cantidad de agua del rio depende mucho de lo que dura la época de lluvia. Para el riego de auxilio, varios productores tuvieron que comprar agua de pipas, además de construir estanques y jagüeyes para la cosecha de agua. Las estrategias de los sembradores de Contla son varias, dadas las posibilidades que tienen, dada la cantidad de tierra parcelada, pues cada uno hizo lo que pudo para enfrentar el periodo de sequía, que es de seis meses, iniciando en enero y terminando en el mes de junio.
Por la problemática del agua, en palabras de los sembradores que participan en el Programa, ya han resembrado dos o tres veces sus parcelas, dado que existe un alto porcentaje de mortandad de planta por la falta de agua. Esa situación no modificó la supervisión y seguimiento por parte de los técnicos del Programa, pues se tenía que alcanzar la meta de las 3,000 plantas. La supervisión incluye que la parcela se vea trabajada para evitar amonestaciones (tres amonestaciones causa baja del programa); la planta que se presenta a revisión tiene que estar viva.
Ante las distintas búsquedas de los productores para estar respondiendo a los avances que desde el Programa se exigen, algunas medidas para justificar el poco avance de la CAC de Contla fue el levantamiento de constancias de siniestro por la sequía y muerte de varias plantas en parcela; otra de las estrategias fue aceptar por parte del Programa, cultivos resistentes a la sequía, a las condiciones del terreno con mucha piedra y a las pendientes prolongadas, por lo que se decidió introducir nopal y maguey. El nopal se trajo de la comunidad de San Sebastián Villa Nueva, del municipio de Acatzingo, Puebla. El maguey se consiguió buscando hijuelos de la planta local. Estas estrategias nos explican por qué la cifra más grande de plantación en la CAC fue de planta agroindustrial. En caso de que el Programa no la hubiera aceptado, los productores tendrían muchas dificultades para alcanzar la meta. Los técnicos establecieron un límite de siembra, ya que por ser planta que es más resistente y con mayor adaptabilidad a la región, todos la querían sembrar. El máximo por productor fue de 1300 plantas; esta medida permitió mantener la diversidad con el sistema MIAF y SAF en las parcelas y evitar el monocultivo de maguey o de nopal.
En el año 2022 a los productores del programa les reembolsaron 18,000 pesos, dinero que se les retuvo como ahorro desde que inició el programa en 2019. En dos o tres reuniones de la CAC, previo al reembolso del ahorro, los técnicos trabajaron con sus integrantes en la idea de planear y elaborar proyectos de inversión productiva; la mayoría o todos decidieron emplearlo en comprar tinacos Rotoplas para almacenar agua; algunos compraron geomembrana para cubrir los jagüeyes, otros invirtieron en bombas de agua para subirla del río. En conjunto, todo lo que se invirtió del ahorro fue para garantizar agua mínima suficiente para regar las plantas. Es cierto que los 18,000 pesos no fueron suficientes para resolver el problema de la escasez del agua. Los productores necesitaron invertir más dinero para lograr el proyecto completo y tener agua para las parcelas, pues de lo contrario, todo el trabajo que implicó la preparación del terreno, el escarbar las cepas en una tierra “tepetatuda” para la siembra de los árboles, el pago de jornales para la plantación, y otras cosas más, se habría venido abajo. Todos estos esfuerzos de los campesinos y sus familias para tener 2.5 hectáreas sembradas, han generado que se profundice el amor a sus plantas, al terreno sembrado, al nuevo paisaje que se está formando y que ellos lleguen a la conclusión que, aun reconociendo las dificultades por las que han pasado, todo ha valido la pena, ya que consideran que están construyendo un patrimonio para ellos, para sus hijos y para sus nietos. Dicho de otra forma y según lo que dicen los sembradores y sembradoras, estar en el Programa está valiendo la pena. •