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Santa Teresa y el arte actual
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oy, día de Santa Teresa, vamos a hablar del convento que fundaron a fines del siglo XVI dos monjas concepcionistas en el corazón de la Ciudad de México.

Los escritos de la santa las inspiraron a crear una institución religiosa bajo la observancia de reglas más humildes y austeras de las que imperaban en los otros conventos de la Nueva España, conocidos por su vida laxa muy criticada por la Iglesia española.

Se dedicó al señor San José, pero la afición a la santa que las inspiró, llevó a que se le conociera con el nombre de Santa Teresa la Antigua. Esto último fue debido a que al poco tiempo se creó otro convento en la cercana Plaza de Loreto, con la misma advocación, y se le conoció como Santa Teresa la Nueva.

Sus inicios fueron de gran modestia, en dos sencillas casas que les donaron en el sitio que hasta la fecha ocupa, en la callecita ahora llamada Licenciado Primo de Verdad (antes Santa Teresa), entre las calles de Moneda y República de Guatemala.

Al paso del tiempo construyeron un gran convento, y a mediados del siglo XVII el arquitecto Cristóbal de Medina Vargas edificó el templo que se dedicó a Santa Teresa en 1684, y es el que se conserva hasta la fecha.

En él trabajaron arquitectos y pintores de la talla de Manuel Tolsá, Antonio Velázquez y Rafael Ximeno y Planes, quien decoró la cúpula que se destruyó en 1845 a causa de un fuerte temblor; la nueva, de enormes dimensiones, fue pintada por el célebre Juan Cordero.

Aquí ingresó Sor Juana Inés de la Cruz en 1667, pero se salió unos meses después debido a la rigidez de la orden que afectó su salud. Lo mismo le sucedió a Josefa Ortiz de Domínguez –150 años más tarde–, quien estuvo presa después de que se descubrió su participación fundamental tanto en la conspiración, como en el inicio del movimiento independentista.

Tras la salida de las monjas por las leyes de exclaustración en 1863, el convento fue prácticamente demolido; el templo se salvó, con su soberbia fachada de dos portadas, adornadas con columnas salomónicas y su imponente cúpula decorada con primor.

El inmueble comenzó a utilizarse para distintos fines: como cuartel militar, escuela normal, imprenta del Diario Oficial de la Federación y archivo de la Secretaría de Hacienda.

Hace justo tres décadas, con el patrocinio del Instituto Nacional de Bellas Artes, se le destinó a ser la sede del X Teresa Arte Actual. Es un foro para las distintas expresiones del arte contemporáneo, donde se crea, investiga y divulga su ejercicio con soportes y tendencias diversas, y al mismo tiempo busca difundir las corrientes experimentales.

Las expresiones artísticas poco convencionales, como la instalación, el performance y las creaciones multimedia hacen un fascinante contraste con la monumental arquitectura barroca.

Sobresalen sus pinturas y primorosos vitrales elaborados por la Real Fábrica de Baviera en Alemania y colocados en Santa Teresa a principios del siglo XX.

El lugar también cuenta con un Centro de Documentación formado por diversos fondos: desde el hemerográfico y bibliográfico, hasta el sonoro, fotográfico y de video.

Ahora que festejan su 30 aniversario, hay que estar muy pendientes de sus actividades, que siempre son novedosas e interesantes y nos abren nuevos universos.

Todavía está a tiempo de ver la exposición de Liam Young Construir mundos, que consiste en seis videoinstalaciones de gran formato, acompañadas de una serie de dibujos, maquetas y utilería que se utilizó en la filmación de cintas de ficción. Abordan temas actuales vinculados a los cambios que genera la revolución tecnológica en las sociedades contemporáneas y en la transformación de las ciudades.

Al salir, lo invito a que camine por la señorial calle de Moneda, cruce la Plaza Manuel Gamio, camine al lado del Templo Mayor hasta llegar a la esquina de República de Argentina y Luis González Obregón al Salón España.

Es mi cantina predilecta, que atienden personalmente sus gentiles dueños, los hermanos Asencio desde hace 50 años, aunque el establecimiento es centenario. Ocupa una pequeña parte del antiguo convento de la Enseñanza, que hoy alberga a El Colegio Nacional.

Hay más de 180 marcas de tequila para escoger y un sabroso menú botanero que cambia cotidianamente y va gratis con las bebidas. Además, hay carta y sus célebres tortas de milanesa, sardinas, cochinita, atún y pierna, que es mi favorita. Puede jugar dominó y cubilete.