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Ver día anteriorSábado 14 de octubre de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El Estado descompuesto
L

os asesinatos, las muertes violentas, son siempre condenables. Lo son mas aún cuando son producto de extremismos. La simpatía y la solidaridad con las víctimas judías y palestinas recientes son mucho más significativas para un mexicano que registra con dolor y estupefacción los más de 100 mil muertos y desaparecidos, producto de acciones criminales en nuestro país.

Quisiera tomar una distancia en medio del dolor y la rabia para tratar de entender cómo enfrentar los grandes retos existenciales de hoy y proseguir la reflexión sobre el Estado descompuesto.

Tiempos nihilistas. Wendy Brown publica este texto referido al momento actual, pero pensando con Max Weber (2023, Lengua de Trapo, traducción de Lucía Rheineck y Jorge Lago). Lo hace a partir de dos famosas conferencias del pensador alemán: La política como vocación, en la que Weber expuso su famosa teoría del monopolio de la violencia del Estado, y El conocimiento como vocación, crítica a las calamidades de la academia en la Alemania del final de la Primera Guerra Mundial.

El neoliberalismo refuerza el nihilismo al reducirlo todo a los valores de mercado. La polarización, de acuerdo con Brown, es un síntoma de la condición nihilista, más que su raíz. Cuando tanto los hechos como los valores se vuelven débiles y la verdad queda desplazada, la polarización es inevitable. La gente cree lo que quiere creer. No es ya que no contrasten otros puntos de vista, es que les dan igual los hechos. Wendy Brown consigue captar el neoliberalismo no sólo como un híbrido de política económica y modalidad de gobernanza, sino que apunta con precisión a delinearlo como un orden de razón rectora, variaciones geográficas y culturales mediante, que consigue transformar de raíz toda actividad y economizar esferas y actividades que hasta entonces estaban regidas por otras tablas de valor.

Pocos contra muchos. En su ensayo Pocos contra muchos (2023, editorial Katz), Nadia Urbinati muestra por qué los nuevos estallidos sociales parecen estar condenados al fracaso y en qué forma una democracia minimalista –nacida de las ruinas de la democracia social que sostenía al Estado de bienestar– ha producido una licuefacción de las estructuras partidarias clásicas. Urbinati muestra, además, el maridaje entre neoliberalismo y populismo (al que define como algo más que una retórica y una ideología). Su trabajo constituye un aporte a repensar la importancia de la organización partidaria y de las mediaciones institucionales dentro de la tradición de las izquierdas democráticas y reformistas.

Movimientos. El libro de Urbinati conecta con el desarrollo de numerosos movimientos de protesta que, en la actualidad latinoamericana, no logran traducir sus demandas a la arena institucional. Ella es profesora de teoría política en la Universidad de Columbia, especialista en pensamiento político moderno y tradiciones democráticas y antidemocráticas.

Conflicto. En una entrevista concedida a Mario Schuster en la revista Nueva Sociedad, señala Urbinati que cuando hay conflicto las organizaciones que desarrollan las protestas tienen representaciones capaces de operar no sólo por fuera, sino también por dentro de las instituciones –razón por la cual muchos de sus movimientos son también calculados–. Hay conflicto, señala, cuando puedo demostrar mi fuerza a mi adversario, tengo representantes para negociar y organizaciones para representar. La razón por la que estos estallidos no llegan a configurarse en la forma de un conflicto político es porque los muchos han perdido esas organizaciones clásicas con las que contaban para rebelarse frente a los pocos. Esas organizaciones han cambiado tan fuertemente de forma y se han desligado de su función mediadora entre sociedad e instituciones, que la sociedad sólo puede manifestarse en forma explosiva, sin canales que la conecten con la política institucional.

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