Opinión
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Isocronías

Un recurso sutil*

P

untuar es entonar. Un buen lector de puntuación (la puntuación también se lee, es parte consustancial al texto que, de alguna manera, dirige) tiene algo de músico. Volviendo sobre el paréntesis y a modo de aforismo diremos que la puntuación es el director de orquesta de la lectura, y por ende de la escritura. O si se quiere no de ninguna orquesta, sino del solista que al leer interpreta, sobre todo melódicamente (entona), lo leído. Escritor que no tome en cuenta eso, pobre. Puntuar es entonar.

Cuasi inimaginable resulta para mí, o de plano inimaginable, un mal lector (un mal entonador de textos, ciñámonos a eso por hoy) que escriba bien. El arte de la lectura/escritura –en todo escritor uno solo– se emparenta con la música en que como ella combina sonidos y silencios, representados éstos por los signos de puntuación, pero –contra lo que por lo general se enseña– no es la puntuación, o no únicamente, el arte de pausar.

El caso es que “esos pequeños signos, a los que apenas prestamos atención […] constituyen el auténtico espíritu de las palabras”, según afirma José Antonio Millán en su disfrutabilísimo Perdón imposible, que ya en la dedicatoria, y sin duda bromeando, se luce: “Y éste, para...: ¡Susana!; también –¿por qué no?– para Bruno (y ‘Luli’)”.

Alguna vez me dijeron, ignoro la veracidad del aserto, que Monsiváis y Cortázar le dieron una sacudidita a las comas (¿del original?) de Paradiso, que tenía, acaso por asmático José Lezama Lima, demasiadas. Concordemos en que puede tratarse de una leyenda literaria, y concluyamos con dos citas aparentemente misteriosas (ni tanto).

La primera, de Terry Eagleton: “No sería muy difícil demostrar cómo la puntuación en la escritura de D. H. Lawrence, creando como hace un efecto fluido y espontáneo, está relacionada con su visión ‘orgánica’ del mundo, y ésta a su vez con su crítica del capitalismo industrial”.

La otra, de Raymond Carver: En una ocasión decía Evan Connell que supo de la conclusión de uno de sus cuentos cuando se descubrió quitando las comas mientras leía lo escrito, y volviéndolas a poner después, en una nueva lectura, allá donde antes estuvieran.

Y bueno, una tercera, de Nietzsche, quien alecciona: “Hay que aprender a considerar todo como un gesto: la longitud y la cesura de las frases, la puntuación, las respiraciones…”.

* Expresión con la que George Steiner se refiere a la puntuación.