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Ucrania: debacle neoconservadora
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stamos comenzando la etapa final de una debacle neoconservadora de 30 años en Ucrania. El plan neoconservador de rodear a Rusia en la región del mar Negro por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha fracasado. Las decisiones que ahora tomen Estados Unidos y Rusia tendrán enorme importancia para la paz, la seguridad y el bienestar del mundo entero.

Cuatro eventos han destrozado las esperanzas neoconservadoras de una expansión de la OTAN hacia el este, que incluiría a Ucrania, Georgia y aún más allá. El primero de ellos es indiscutible: Ucrania ha sido devastada en el campo de batalla con trágicas e inesperadas pérdidas. Rusia está ganando la guerra de desgaste: un resultado predecible desde el principio, pero que los neoconservadores y los medios dominantes niegan hasta hoy.

El segundo evento es el colapsado apoyo de Europa hacia la estrategia estadunidense neoconservadora. Polonia ya no le habla a Ucrania. Hungría, desde hace mucho, está opuesta a los neoconservadores. Eslovaquia ha elegido a un gobierno antineoconservador. Los líderes de la Unión Europea (Macron, Meloni, Sánchez y Scholz, entre otros como Rishi Sunak de Gran Bretaña) tienen índices de desaprobación en las encuestas de opinión que superan, por mucho, a los de aceptación.

El tercer evento es el recorte de la ayuda financiera de Estados Unidos a Ucrania. Las bases del Partido Republicano, varios candidatos presidenciales de dicha formación y un creciente número de sus miembros en el Congreso se oponen a seguir gastando en Ucrania.

El cuarto evento, que es urgente desde el punto de vista de Kiev, es una probable ofensiva rusa. El número de las bajas ucranias se ubica en los cientos de miles, y la nación eslava ya quemó su artillería, defensas antiaéreas, tanques y otro armamento pesado. A lo anterior, es probable que Rusia responda con una ofensiva de gran envergadura.

Ucrania está en riesgo de caer en un colapso económico, demográfico y militar. ¿Qué debe hacer el gobierno de Estados Unidos para enfrentar este potencial desastre? Debe cambiar de rumbo de manera urgente. Gran Bretaña aconseja optar por la escalada, porque los británicos siguen estancados en sus fantasías imperiales del siglo XIX, y los neoconservadores estadunidenses están igualmente estancados en sus bravuconadas imperialistas. Es urgente que las cabezas con capacidad para la templanza empiecen a prevalecer.

El presidente Joe Biden debe informar al mandatario Vladimir Putin que Estados Unidos detendrá la expansión oriental de la OTAN, si Rusia logra un nuevo acuerdo de seguridad. Biden debe acceder a negociar un acuerdo de seguridad de este tipo sin precisar en los detalles de la propuesta que hizo el presidente Putin el 17 de diciembre de 2021. En ese momento, Biden, torpemente, se rehusó a negociar. Pero ahora es momento de hacerlo.

Existen cuatro claves para un acuerdo. El primero consiste en que Biden transija que la OTAN no debe continuar su expansión hacia el este, pero no debe aceptar que la alianza revierta su ampliación. La organización no debe tolerar la injerencia de Moscú en países que ya son parte de la OTAN.

En segundo lugar, el nuevo acuerdo deberá cubrir las armas nucleares. El retiro unilateral de Washington del tratado contra misiles balísticos de 2002, el despliegue de misiles Aegis en Polonia y Rumania, el hecho de que Estados Unidos se saliera, también unilateralmente, del Acuerdo de Fuerza Nuclear Intermedia de 2019 (INF, por sus siglas en inglés), y el que Rusia suspendiera el Nuevo Tratado Start, ha incrementado gravemente las tensiones.

Tercero: Moscú y Kiev deben delimitar nuevas fronteras en las que los territorios orientales, cuya población es, en su mayoría, étnicamente rusa, deben seguir como parte de Rusia. Los cambios en las líneas divisorias deben ir acompañados de garantías de seguridad para Ucrania con el apoyo unánime del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y de estados como Alemania, Turquía e India.

Como cuarto inciso, Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea restablecerán relaciones comerciales, financieras, culturales y turísticas. Ciertamente, ya es hora de escuchar de nuevo a Rachmaninoff y a Tchaikovsky en las salas de conciertos estadunidenses y europeas.

Si Rusia, Ucrania o Estados Unidos llegaran a violar el nuevo acuerdo, estarían desafiando al resto del mundo. Como bien observó John F. Kennedy: Hasta entre las naciones más hostiles se debe confiar en que se aceptarán y acatarán las obligaciones estipuladas en los tratados, pues dichas obligaciones se establecieron para defender sus propios intereses.

Los neoconservadores tienen mucha de la culpa de socavar las fronteras que Ucrania tenía en 1991. Rusia no reclamó Crimea sino hasta que el presidente ucranio Viktor Yanukovych fue derrocado, con apoyo de Estados Unidos, en 2014. Rusia tampoco se anexionó el Donbás después de 2014, sino que llamó a Ucrania a cumplir con el Acuerdo de Minsk II, respaldado por Naciones Unidas, en el que se prometía la autonomía de esta región. Los neoconservadores prefirieron armar a los ucranios para forzar la reconquista del Donbás en vez de concederle autonomía a la región.

La clave de una paz duradera en Europa es la seguridad colectiva, tal y como la llama la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), en cuyos acuerdos se estipula que ningún Estado miembro reforzará su seguridad a expensas de la seguridad de otro de los estados.

*Profesor y director del Centro para el Desarrollo Sustentable en la Universidad Columbia y presidente de la Red de Soluciones de Desarrollo Sustentable de la ONU.

www.jeffsachs.org

Traducción: Gabriela Fonseca