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Nueva gráfica femenina
D

urante siglos, la gran mayoría de los talleres de grabado estuvieron a cargo de editores e impresores masculinos. Entre los siglos XVI y XX no era común que se permitiera que las mujeres estuvieran al frente de un negocio. Sin embargo, el trabajo femenino en las imprentas, generalmente negocios familiares, no era tan extraño. Hijas y viudas de editores heredaban discretamente las imprentas y actualmente se está documentando la existencia y labor de estas mujeres. Algunos ejemplos son Anna Rügerin (Alemania, siglo XV) y Juana Millá (España, siglo XVI). En la Nueva España, Jerónima Gutiérrez, viuda del famoso editor Juan Pablos, sería la primera de muchas mujeres que dirigieron imprentas en todo el periodo virreinal y el siglo XIX, de las que, en ocasiones, sólo conocíamos sus nombres.

Hoy, tras varios siglos, las mujeres en la gráfica se muestran y alzan la voz.

Valientes y emprendedoras se adueñan de la imagen, de las técnicas y el oficio de la impresión, que, como cualquier otro, requiere constancia, dedicación, práctica y maestría. En la actualidad y por todo México, su obra resulta inminente. La tradición gráfica en el estado de Oaxaca data de varias décadas y no sólo a partir de la labor de producción y difusión de artistas como Rufino Tamayo, Rodolfo Morales y Francisco Toledo, este último fuertemente comprometido con luchas sociales y ambientales. Mediante todo tipo de encuentros y exposiciones, las mujeres artistas se organizan sumando voluntades para impactar en muchos otros lugares, incluso más allá de Oaxaca.

Con colectivos como Mujeres Artistas Creando Movimiento (MaCMo) y aquellos que lo integran, así como la participación de cada vez más mujeres en la gráfica, se inaugura una nueva tradición que le da apertura a nuevas voces, tramas, formas de expresión y denuncia, a partir de las diferentes técnicas que están a nuestra disposición. Estas artistas, comprometidas con vincular hilos, crean comunidad y dan voz a través de la colectividad: se dedican a la producción y la difusión del arte gráfico, pero también ofrecen talleres y generan espacios donde convergen con otros creadores para generar propuestas.

A través del grabado y el trabajo colectivo, ellas tejen un bordado fino que las abraza y envuelve en un manto lleno de creatividad, expresión e identidad. El rebozo: Propuesta gráfica femenina está compuesta por 27 artistas y por 32 obras producidas en diferentes técnicas: litografía, xilografía, aguafuerte, azúcar y linóleo. Muchas de estas obras logran, de manera magistral, cualidades como transparencias y veladuras de la trama del tradicional rebozo grabado en las planchas.

Las artistas participantes, en su mayoría de Oaxaca, logran la colectividad para construir con su trabajo imágenes alrededor del rebozo, que evoca protección y lucha. El rebozo las fortalece y arraiga. Artistas como José María Velasco, Saturnino Herrán, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Francisco Zúñiga y Manuel Álvarez Bravo representaron el rebozo en su obra, pero, hoy, las mujeres levantan el rebozo y la voz, y crean esa nueva imagen como símbolo de memoria, de dolor y de lucha por sus derechos, por la igualdad y por la visibilidad de las causas primordiales del ser humano: alimentación, educación y acceso a la cultura.

La exposición se presentó en el Museo de las Culturas de Oaxaca, ubicado en el convento de Santo Domingo (siglo XVII) y, paralelamente, en las salas virtuales del Museo Nacional de la Estampa, que pertenece a la Red de Museos del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.

Para Livma, tejedora de sueños