Opinión
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Campañas distintas
S

on distintas las campañas electorales en ejecución. ¡Pues sí! La oposición levanta la alarma de estas diferencias y le achaca ventajas indebidas a la que califica de oficial. Cuando, en realidad, ambas son diferentes por las acciones, capacidades y los suspiros de sus ejecutantes. La que abandera la hidalguense Xóchitl Gálvez navega asida a un cuerpo partidario de varias cabezas que tiran para sus muy particulares intereses. Todos y cada uno de los asuntos ahí planteados revotarán entre ella y los dirigentes del PRIAN. La de Claudia Sheinbaum, centrada en ella, sus visiones y voluntad, guía a los militantes de su partido –y a los de Morena coaligados– hacia la formación de un solo cuerpo electoral.

Ella está al frente, el Presidente de la República le ha dejado (lo crean o no los opositores) por entero la conducción. Es, entonces, la hora de la integración de las múltiples actividades y los equipos funcionales, para enfrentar los retos de una competencia que no cederá lugar al rival. Aquellos que logren armonizar el trabajo cotidiano y las ofertas programáticas con las necesidades y esperanzas colectivas podrán ensanchar sus posibilidades de triunfo. Tendrán, también, una tarea por demás sensible: cuidar las ambiciones de todos y cada uno de los participantes para darles cabida en un proyecto determinado.

Consumadas las etapas del ungimiento, las candidatas ya se enzarzan en métodos de trabajo por demás disímbolos. Una integra algunas piezas para darle al equipo unidad. La otra revolotea acuciada por inesperadas revelaciones que le impiden y contaminan labores urgentes. Retrasa entonces iniciar, con atingencia, sus movimientos. Pero ambas muestran la voluntad de ir hacia delante y prevalecer en la contienda.

La doctora Sheinbaum empezó ya su necesaria gira por la República para alentar y propiciar el cuerpo territorial de su partido-movimiento. Será un complemento al recorrido que llevó a cabo durante la competencia interna. Una vez terminada esta etapa, imprescindible, quedará pendiente el refinamiento de su oferta de futuro. Esto quiere decir, mostrar ante el electorado sus propuestas para el factible gobierno que desea formar. Todo ello, acompasado con las ideas del proyecto con el que aspira modelar a la nación. Como se puede apreciar, la ruta que ya marca la candidata morena se encamina a concreciones tangibles. El resto lo pondrá la narrativa que las haga, no sólo asequibles, sino deseables al electorado.

Lo que se puede apreciar de la campaña de la señora Gálvez no supera el cascarón inicial que insiste en rebotar ocurrencias contra el Presidente. En un principio éstas, hasta chistosas, fueron respuestas y puyas que, al parecer, gustaron a determinado auditorio que lo ha hecho suyo. Pero en el largo camino por delante, se requieren adicionales elementos a tan celebrados dichos y desplantes. Es imprescindible agregarle respuestas o, incluso, ideas, para sostener una campaña. Lo cierto es que sus partidos de soporte le complican la ruta. Tendrá doña Xóchitl, como candidata, que remar continuamente contra las maniobras de dirigentes por demás cuestionables.

La evaluación que el electorado haya hecho del gobierno en turno siempre juega rol sustantivo dentro del triunfo final. Son numerosos los juicios que se levantan, tanto del todo como de las acciones precisas que se implementaron a lo largo del periodo.

Los múltiples temas que definen o describen al gobierno son inseparables de su lugar en la historia. La esperada continuidad del mismo depende de esos juicios y apreciaciones que se tengan. Al mismo tiempo, la ola crítica que levante la oposición contra el cumplimiento, o no, de los programas, visiones, retórica y promesas, formará denso cúmulo de crucial atención. El oficialismo lleva, en este aspecto, ciertas ventajas pero, también, acarrea puntos conflictivos por sus afanes transformadores que lo convierten en sensible actor de todo el proceso.

Acusaciones irán y vendrán en el espacio público dando cabida a defensas y réplicas que afectarán a las diversas capas de la población. Hoy día, los datos que pueden usarse para el ataque o defensa de las acciones de gobierno favorecen, ampliamente, al oficialismo.

En particular haber logrado reducir la pobreza y la desigualdad, conformará sólido bastión evaluatorio a presumir. Pero, además, amplias áreas, por demás sensibles, como la violencia con la concomitante seguridad colectiva, muestran, a las claras, sus tendencias y logros. De manera adicional, pueden apreciarse otros temas y programas que ayudarán si se les sabe utilizar. Atacar el trabajo gubernamental, para la oposición, será opción de franco riesgo. Todavía lo será mayor si se sigue concentrando en las intimidades de la persona del Presidente. El decisivo soporte del pueblo hace inconveniente acentuar este tema.