Número 192 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
Sembradoras
Margarita Hernández Vargas. Cortesía Secretaría del Bienestar

Sembradoras de vida

Lorena Paz Paredes  

Ser y ser sembradora. Las mujeres del campo empiezan a participar en el PSV desde el primer año. En el segundo año se establece como regla de operación que por lo menos un 20% de los sembradores deben ser mujeres.

“En 2019 logramos tener 28% -dice Margarita- y cada año ha ido aumentado el ingreso femenino. Hoy representan el 32% del total que equivale a 142,935 sembradoras”. La principal dificultad fue desde el inicio que muy pocas son sujetas agrarias. En 2018, según el INEGI, había un 26% de mujeres con certificado parcelario, acreditadas como ejidatarias o comuneras, frente a un 74% de hombres. Esta desigualdad es y será una gran limitante, mientras ellas no tengan plenos derechos.

Por esta razón desde el principio se incluyó la aparcería de terrenos en las reglas de operación del Programa, y gracias a eso, no solo muchas mujeres, sino también jóvenes, campesinos sin tierra y avecindados, tuvieron oportunidad de reunir las 2.5 hectáreas que exige el Programa, a cambio de un porcentaje de la cosecha, o de nada cuando son familiares quienes las ceden.

“La mayoría de las que han ingresado –dice Margarita- andan por los 40 o 45 años, aunque hay de más edad y algunas jóvenes. No obstante ser sembradora demanda mucho tiempo y energía, hay que trabajar en la parcela chapeando, sembrando milpa, frutales y maderables, hay que atender el vivero, aprender a germinar, a injertar, hacer trasplantes, y en la biofábrica los bocashi y otros abonos e insecticidas; además hay que asistir sin falta a las reuniones de capacitación y planeación en la Comunidad de Aprendizaje Campesino (CAC) con sembradores, técnicas, técnicos y facilitadores territoriales. Es decir, su responsabilidad es igual a la de los varones, pero más, porque este esfuerzo se suma al que hacen todos los días en el hogar, atendiendo y cuidando a las y los niños, a los padres y a las siembras y animales del traspatio. Pero como representa un ingreso mensual importante para la familia los parientes apoyan en las tareas domésticas y también en la parcela. Y si es necesario, contratan peones, lo que es un beneficio indirecto a la comunidad, pues se da empleo a los que no pudieron entrar al Programa.”

Caminar hacia la igualdad. Aunque hubo sembradoras desde el principio, y año con año fue aumentando, el fomento a la equidad e igualdad entre hombres y mujeres en las CACs, avanzó lentamente y con débil o nulo enfoque de género. Es cierto que las aparcerías facilitaron su entrada al Programa “pero, lo que no estaba previsto – reconoce Margarita- fue el fomento de la participación igualitaria, lograr condiciones de igualdad.”

Al principio, a las que asistían a las CACs, se les asignaban tareas en la cocina, o se les pagaba medio jornal por las mismas labores que hacían ellos, pues el grupo de varones no valoraba igual su trabajo. “Fue necesario -afirma Margarita- y seguirá siendo indispensable, sensibilizar a los sembradores para que se entienda que cada quién suma y aporta al colectivo de manera diferente. El primer año se hizo mucho hincapié en el trato igualitario entre hombres y mujeres destacando valores.

“En las reuniones iniciales de las CACs era habitual ver dos grupos muy separados; en un extremo del local estaban ellas, y en el otro los varones, que hablaban, acordaban, decidían, mientras las mujeres ni voz tenían. Por eso el personal técnico y de facilitación territorial promovió dinámicas de integración… los grupos de población indígena hacían un gran esfuerzo al momento del ejercicio de tomarse las manos, no querían tocarse ni unas ni otros…. Pero trabajando en el vivero y la biofábrica, fue más fácil la empatía, el compañerismo y la integración entre ellas y ellos”

“También llego a suceder -cuenta Margarita- que el señor de la casa le quitaba el dinero del Programa a la sembradora, y se iba a la cantina… Esto ha disminuido, porque en la CAC técnicas y compañeros la apoyan, la animan a seguir, la ayudan a defenderse…”

La labor por la igualdad ha sido, en gran parte responsabilidad de los y las técnicas. “La ventaja es que la mayoría son jóvenes y jóvenas de 30 o 35 años, que están familiarizados y conocen el tema de género, además 6 de cada 10 técnicos sociales son mujeres. La Dirección General de Bienestar ha realizado varios talleres de equidad y perspectiva de género, sobre todo desde el 2020, lo que ayuda a que se hable de inclusión y no discriminación en las CACs.”

“Hoy -dice Margarita- se favorece el diálogo y el apoyo mutuo… Algunas sembradoras llevan a sus pequeños a las juntas de la CAC, y las técnicas les dan pinturas, organizan juegos. Y hay compañeras que cuidan a niños de otras, para que éstas puedan ir a la capacitación, a la parcela. También los varones apoyan, y en los Comités de las CACs si ellas faltan o no cumplen, se ven los motivos, los por qués … hay consideración hacia ellas”.

Con el paso del tiempo las sembradoras empezaron a ocupar cargos directivos en las CACs, y se reconoció que sus parcelas eran las más bonitas, las más variadas y mejor cuidadas. Hoy el 23% de las CACs están dirigidas por mujeres, y hay muchas exclusivamente femeninas. Y esto no es poca cosa significa que están modificándose costumbres y actitudes machistas.

Doña Otilia presidenta de la CAC ‘Pezmateno’ de Hueyapan, Puebla, cuenta orgullosa: “Nos juntamos dos veces por semana a trabajar el vivero y hacer el bocashi, y entre todos y todas nos cooperamos para la comida…Cada quien es responsable de su banca y su plato y le toca lavarlo. Andamos parejos”. Aquí las sembradoras tienen cargo en los Comités, y también aportan su experiencia pues en el vivero, además de los árboles frutales como ciruela, durazno, pera, arándano, están sembrando hortalizas y plantas aromáticas y medicinales, que conocen bien porque son siembras de sus traspatios.

Iniciativas y cambios. Salir de la casa a las reuniones de la CAC, trabajar en el vivero, en la biofábrica, les ha cambiado la vida a muchas sembradoras. “En algunos casos -el señor o los hijos mayores, se quedan a cuidar niños, animales, mientras ellas se van a su labor”.

Otra novedad que les abrió el panorama fue salir de la comunidad. En noviembre del año pasado se hizo un conversatorio por el día de la no violencia contra la mujer y varias se animaron a ir, dejando pueblo, casa, hijos y marido. “algo está cambiando…-dice Margarita… ellas se están empoderando.”

En este sentido Margarita valora experiencias de CACs de mujeres con iniciativa y ganas de agregarle valor a sus productos. “En Tenango de Doria ya están cosechando y empacando café, en Orizatlán producen y venden jabones de café, en Tlaxcala cultivan hortalizas en su vivero que venden en el pueblo, en Oaxaca hacen mezcal, y además joyería con seda…. Algunas venden su verdura a pie del vivero, otras llevan sus productos el día de plaza o en un día diferente… hay como siete territorios con puntos de venta fijos y además comercializan en tiendas productos ya procesados como café empacado, mermeladas, vinos, mezcales, chocolate, artesanías y siempre hortalizas… en Puebla hay colectivas que trabajan la palma y visten la botella de mezcal con una bonita funda tejida”.

Encuentro de mujeres. En el marco del día internacional de la mujer, en marzo de 2023 se realizó el “Encuentro de mujeres visionarias, promotoras de cambio e igualdad” en la alcaldía de Milpa Alta, CDMX. Asistieron 3025 mujeres, 2154 sembradoras de los 28 territorios del PSV de 21 entidades de la República, elegidas por sus CACs. También llegaron 344 del Programa Producción para el Bienestar (PPB) y 487 mujeres del personal operativo del PSV y del PPB, mas 40 campesinas de Milpa Alta. Al encuentro asistieron: la alcaldesa de Milpa Alta, funcionarias de la Secretaría del Bienestar y de la Subsecretaría de Autosuficiencia Alimentaria de la SADER, así como la titular del INMUJERES y la jefa de gobierno de la CDMX. Hablaron sembradoras y al final compartieron productos de sus parcelas y periódicos murales en un área que se nombró: “Cosechando frutos y consolidando esfuerzos”, también dejaron mensajes, videos testimoniales y sus manos pintadas en el mural: “Tejiendo alianzas por el cambio y la igualdad”. Hubo intercambio y diálogo sobre el nuevo papel de las mujeres en el campo, de su lucha diaria contra la discriminación y la violencia, y por la inclusión y reconocimiento de sus derechos.

De lugares cercanos como Puebla, Guerrero, Hidalgo o Michoacán vinieron 200, 300 sembradoras, y de más lejos, del norte de México, llegaron entre 40 y 80, y también técnicas y facilitadoras. Tardaron tres o cuatro meses preparando la salida y los videos y materiales para compartir. Cada Comunidad de Aprendizaje se cooperó para que sus comisionadas llegaran al evento y además conocieran otros lugares. Cuenta Margarita que hicieron visitas a Teotihuacán, paseos en trajineras de Xochimilco, y al Zócalo citadino.

Se han realizado otros eventos, como el Primer Encuentro de mujeres sembradoras líderes en el Itsmo de Oaxaca, en Salina Cruz, donde se compartieron experiencias y reflexionaron sobre los retos de las mujeres en el campo, enfatizando su lucha por la inclusión en los Programas, contra la discriminación y la violencia de género. “Estas mujeres están cambiando su vida, y también están cambiando al PSV” concluye Margarita. •

Cortesía Secretaría del Bienestar