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La batalla de las ideas
Y

cuando, finalmente, la izquierda llegó al poder, había perdido la batalla de las ideas, dijo Perry Anderson.

Toda victoria política es precedida por una victoria en el campo de las ideas, escribió Álvaro García Linera.

Esas citas, que incluí en la apertura de mi libro Lula y la izquierda del siglo XXI, son fundamentales para comprender los procesos políticos y para definir las estrategias políticas de la izquierda.

Son citas que reiteran la prioridad de la lucha de las ideas y que son fundamentales para entender cómo son posibles los fenómenos actuales, especialmente en los dos procesos electorales de este año: en Ecuador y en Argentina.

En el primero, lo que se dibujaba como un favoritismo de la candidata del partido de Rafael Correa, Luisa González, de repente, sufre el choque del asesinato de uno de los candidatos, Fernando Villavicencio. A ella, según las encuestas, le faltarían dos puntos para ganar en primera vuelta. Se sabe que ella ha perdido nueve puntos bajo el impacto inmediato de los ­acontecimientos.

Villavicencio era un periodista que se había destacado, especialmente, por las críticas a Rafael Correa, habiendo contribuido para los niveles de rechazo que tiene el ex presidente de Ecuador.

Fernando Villavicencio no tenía un desempeño destacado en la campaña –se encontraba en el sexto lugar en las encuestas– hasta su asesinato por milicias vinculadas al narcotráfico. Es un fenómeno más del proceso de introducción de la violencia en la sociedad y la política ecuatorianos, proceso vinculado al narcotráfico, que ha construido un corredor que va de la producción de las drogas en America del Sur hasta su consumo en Estados Unidos, el más grande consumidor de todo tipo de drogas en el mundo.

Queda por saber cómo todo ello se reflejará en las elecciones ecuatorianas, que se desarrollarán esta semana. La derecha buscando su candidato, la izquierda, buscando mantener su candidata. A ver cómo la opinión pública reaccionará a todos los acontecimientos y decidirá quiénes irán a la segunda vuelta.

Aumenta, seguramente, la importancia que la opinión atribuye a la cuestión de la seguridad pública, de la mantenimiento del orden. Un tema para el cual la izquierda no tiene alternativa. No existe una política democrática de seguridad pública, incluso porque ella tiene que contar con las policías, respecto de las cuales no hay todavía una política democrática.

Javier Milei ha logrado, hasta ahora, catalizar delante de la opinión pública argentina la bronca que tiene la gente, sea porque los gobiernos no han traído soluciones para los problemas del país, sea porque la gente vive mal como consecuencia de ello. A ver si funciona ese mecanismo hasta las elecciones.

Un presidente como Lula es la defensa que tiene el Brasil frente a esos riesgos. El discurso de Lula sobre la democracia y la mejoría de las condiciones de vida de la población, que encuentra correspondencia en la mejoría de la economía, del empleo y del clima político.

Lo más complicado es analizar los liderazgos de la extrema derecha en esa perspectiva. En qué medida el resultado del domingo pasado en Argentina expresa el sentimiento, las expectativas, las esperanzas de las personas. Al igual que otros países, donde surgen ese tipo de liderazgo o se debilitan los liderazgos de la izquierda.

De todas maneras, el eje de toda la lucha es el de las ideas, el de la lucha de valores, la lucha en el plano de la cultura.