Al retomar las mañaneras, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo un breve balance de su gira por Sudamérica. Señaló que con su presencia en Colombia y Chile se constató una vez más el amor, el respeto que le tienen en esas naciones al pueblo de México.

Destacó la relevancia de la figura del ex presidente chileno Salvador Allende: Fue quien abrió la puerta ofreciendo su vida para que se lograra la transformación por la vía pacífica, por la vía electoral, cuando se pensaba que sólo podrían llevarse a cabo los cambios estructurales por la vía armada. Él nunca dejó de participar por la vía pacífica.

Enfatizó que los sentimientos de nuestro país hacia colombianos y chilenos son recíprocos. Nosotros también somos hermanos de esos pueblos. Por eso nos trataron muy bien.

El viernes pasado, el mandatario viajó primero a Colombia, para participar en la Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre Drogas y reunirse con el presidente de ese país, Gustavo Petro, con quien alcanzó varios acuerdos para dar un giro en la política antidrogas, así como para impulsar mayor colaboración e integración de América Latina y el Caribe, buscar opciones para afrontar la situación migratoria en el hemisferio y trabajar para que el desarrollo de la región tenga un enfoque progresista.

En Chile se reunió con el mandatario Gabriel Boric y participó en varios actos relacionados con la conmemoración del 50 aniversario del golpe de Estado contra Allende.

Ahora que fuimos a Colombia y a Chile, la gente (estuvo) muy contenta. Primero, por los lazos de amistad, de solidaridad. Imagínense lo que hicieron los mexicanos y el gobierno de México cuando el golpe de Estado en Chile, ese acto de humanismo, de dar asilo a perseguidos. Gonzalo Martínez Corbalá, embajador de México en Chile, salía a buscar a los dirigentes perseguidos.

Recordó que en la sede mexicana en Santiago había hasta 600 refugiados, mientras los fascistas afuera de la embajada (iban) disparando y asesinando a quienes querían llegar a ella, porque ahí estaba la protección.

Reiteró que las acciones contra Allende fueron un horrendo crimen. Lo que hizo Augusto Pinochet, un traidor, es una mancha, como lo dije en Chile, que no se borra ni con toda el agua de los océanos, porque alguien que toma las armas sabe que es vencer o morir, pero el que lucha por su pueblo incluso ve con respeto a sus propios adversarios, y quien lo hace de manera pacífica (como Allende), no merece ese trato.