Del trabajo discreto a las ambiciones veladas
aben, quienes de esto saben, que eso de que García Harfuch se fue de la policía porque va a colaborar con Claudia Sheinbaum en la defensa del proyecto de la 4T es una verdad incontrovertible que pretende ocultar una realidad clara: el ahora ex jefe de la policía va por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, y no me diga que usted no lo sabía.
Se guardan las formas, pero no se puede evitar la realidad. Desde hace un buen tiempo, sólo quien no quiere ver la realidad podía negar que en la capital el encargado de la seguridad estaba en el primer lugar de las encuestas.
Sí, es cierto, durante mucho tiempo, más allá de las encuestas, García Harfuch negó por disciplina política la verdad de las calles; sólo Rosa Icela Rodríguez podía haber desviado el cauce de la opinión pública, pero ella decidió seguir dentro del gabinete de López Obrador, así que el ahora ex jefe de la policía se convierte en el aspirante más importante a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Desde el momento en que García Harfuch decidió poner en las páginas de La Jornada su decisión de hacer frente a cualquier reto en esta capital, los escenarios para la sucesión cambiaron.
La ambición cegó a cuando menos un par de posibles contendientes. Después de cuando menos un año de envolver su verdadera personalidad en una propaganda mal hecha por un equipo de comunicación incapaz, la alcaldesa que no crece buscó forzar las reglas de la pelea para, no obstante los números, meterse a la contienda y esperar que desde el Zócalo le obsequien la candidatura, como ya ha pasado.
Pero la capital del país, convertida ya en el camino más directo a la Presidencia de la República, y por eso mismo, despierta muchos malos apetitos. Y el de Ricardo Monreal, con su último lugar en la encuesta de las corcholatas, está fuera de cualquier posibilidad de contender por el gobierno de la capital del país.
Desde hace muchos años dijimos en este mismo espacio que Monreal tenía muy en cuenta que no le alcanzaba para competir por la Presidencia de la República, y que se apuntó en la lista de Morena sólo para encarecer su postulación a la ciudad. Mal político sí es, y marrullero… también, por eso, decíamos desde entonces, Monreal lo que quiere en realidad es la Ciudad de México; el de Zacatecas apostó y perdió. Así, con la etiqueta de perdedor supone que irá a la contienda por la capital del país.
Y es que la historia dio un vuelco y, a menos que alguien dé un golpe muy fuerte sobre la mesa, ya hubo cambios en la geografía política de Morena.
Hasta hace muy poco tiempo, dado que en Chiapas habría como candidato un hombre, en la Ciudad de México tocaría mujer, pero ahora ya no es así, habrá mujer en Chiapas y hombre en la ciudad.
Por ahí se les coló Monreal y la de Iztapalapa trató de forzar y de romper las reglas de la paridad de género para darse por apuntada en la lucha.
Para Monreal, el desprecio manifiesto de la población; para Iztapalapa, la realidad, sólo la realidad. Serán otros los opositores a García Harfuch, éstos ya están derrotados.
De pasadita
Por cierto, hay mucha gente que se pregunta de cuál fumó la alcaldesa de Cuauhtémoc, quien también se quiere poner en la lista de las y los que quieren.
La alcaldesa, producto de la soberbia de Ricardo Monreal, decidió, cuando menos en apariencia, ir en contra de su creador, quien pretende imponer en la alcaldía del centro de la ciudad a su hija. El asunto es que Monreal no pretende soltar el hueso, aunque se le rebelen. Vamos a ver qué pasa.