La historia de un inescrupuloso // Formación del camaleón elitista // El Milusos de la política
ciudadano comprometido con México.Foto María Luisa Severiano
l 8 de mayo de 1950, fecha ya anotada antes en esta columneta, fue el día que vio la luz primera (así se solía anunciar hace algunos sexenios el nacimiento de un nuevo terrícola) un varoncito. Éste, que creció y se reprodujo, a estas alturas debe estar frisando los 73 años. A la familia que le dio origen la podemos catalogar de acomodada, una solvente clase media y, de acuerdo con los parámetros actuales, plenamente aspiracionista. No es de extrañar entonces que, llegado el momento, el niño ya crecido contrajera nupcias con una joven oftalmóloga de igual estrato social. A la fecha siguen conformando una honorable y tradicional familia cristiana. Desde siempre, pero acrecentándose al paso del tiempo, nuestro personaje se distinguió por un carácter obsesivo y dominante, pero de maneras suaves, sibilinas. Mustio, callado y discreto, pero pragmático, utilitarista y sin esas absurdas trabas que impiden los ascensos: escrúpulos, les llaman. Nunca fue de dos caras, sino de múltiples rostros, los que en su ininterrumpida ascendente carrera mostraba según su conveniencia: véase su facilidad para acomodarse en gobiernos de antagónicos colores partidistas. Sobrevivir y crecer entre contrarios implica tanto habilidades políticas excepcionales como una carencia total de convicciones y hasta de buen gusto. Pero de que nuestro héroe es un mexicano de excepción, no cabe la menor duda. Con unos cuántos como él, muchas cosas en el país serían diferentes. Su inteligencia, conocimientos y dedicación a la realización de sus ideas lo hacen funcionario indispensable. Vean sus antecedentes y sus méritos académicos, profesionales y como hombre de gobierno: es modesto licenciado en economía por la Universidad Nacional Autónoma de México, pero luego se reivindica y obtiene sus posgrados en la Universidad de Leeds, en Gran Bretaña, y posteriormente en la Universidad del Sur de California, y para cerrar al alza sus estudios, en la distinguidísima Cambridge University. En cuanto a su vida activa en la política, ésta ha sido cuidadosamente larvada: nada que el día de mañana le acarreara responsabilidades ni menos culpas. En 1968 participó en el Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales del PRI, nada menos que como integrante de la comisión de ideología (o sea la ideología que propició el 68). Ésta ha sido la mayor cercanía que ha tenido no sólo con el partido en el cual, por ser el triunfador permanente decidió infiltrarse, sino con el quehacer político que siempre le ha parecido una actividad inferior, propia de pelafustanes e ignaros irredentos. Así, desde su sitial en el Olimpo burocrático, percibía a diputados, senadores, alcaldes y, obviamente, a los líderes de los sectores y organizaciones populares como la chusma a la que él generosamente ayudaba a gobernar, a vivir pues. Merced a los conocimientos adquiridos en el primer mundo, ha ocupado en el nuestro, muy importantes cargos de gobierno, especialmente en los ámbitos financieros y diplomáticos. En un rápido recorrido por las nóminas que ha fatigado durante las tres décadas pasadas encontramos los siguientes desempeños: director de crédito y subsecretario de Hacienda, director de Nacional Financiera y del Banco Nacional de Comercio Exterior. En un solo sexenio ocupó, una tras otra, dos secretarías de Estado. Fue miembro del consejo de asesores del Banco Interamericano de Desarrollo. Su capacidad para entenderse con la gente es excepcional, sobre todo con gente de razón
. Para lograr este propósito está plenamente equipado: es, personalmente, una auténtica Torre de Babel, pues habla, él solito, español, inglés, francés, portugués, alemán e italiano.
Lástima que en cada uno de estos idiomas el vocabulario sea elitistamente reducido, espulgado de toda clase de vocablos altisonantes y de ideas perversas como nacionalización, derechos de los pueblos originarios, soberanía económica, promulgación de toda legislación que proteja y salvaguarde los bienes propiedad de la nación, etcétera. Iba a decir también que conoce medio mundo, pero luego pensé que estaba discriminando a la otra mitad. Él conoce el planeta casi completito, aunque nada más la parte de arriba de cada país.
Dejemos hasta aquí, por hoy, estos atrabancados esbozos de la biografía de un hombre de nuestro tiempo y de nuestro sistema político, económico... y moral, José Ángel Gurría Treviño. Nos vemos el lunes si las campañas lo permiten.