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A 50 años de la ignominia
Hay que revisitar el gobierno de Allende, para alumbrar la imaginación popular

En entrevista, la activista chilena define el golpe de Estado en su país como la acción de los poderosos habitados por el odio a la igualdad // La cineasta, quien desde el clandestino MIR combatió la dictadura, considera que la memoria no tiene nada de nostalgia; está activa

 
Periódico La Jornada
Sábado 2 de septiembre de 2023, p. 2

Es necesario volver a mirar los mil días de gobierno de Salvador Allende, con un programa socialista, para alumbrar la imaginación popular política y abrir un horizonte, afirmó la cineasta y activista chilena Carmen Castillo.

En entrevista digital desde París, la documentalista relató a La Jornada que el golpe de Estado ocurrido en 1973 en Chile fue la acción de los poderosos habitados por el odio a la igualdad, para aplastar un proyecto político, una forma de habitar la nación, espacios de democracia real participativa y una economía completamente viable.

La realizadora describió al mandatario como hombre de corazón. En Allende, la lealtad a los amigos, a la política, a los amores, era más importante que todo. Era un hombre que se movía desde el afecto y esos valores. No hay de otra, si queremos que algo se despierte frente a la máquina ideológica que nos domina y al desastre que tenemos encima.

Añadió: “Necesitamos hoy, y así lo vivió la revuelta de octubre de 2019, al Allende vivo, al de los mil días, al Allende joven, marxista, amigo de los anarquistas, capaz de crear una alianza política total entre marxistas y cristianos; el Allende que amaba a los revolucionarios y elegía una línea institucional, otra, como dijo el Che en su dedicatoria a Salvador Allende: ‘por otros medios trata de obtener lo mismo’”.

No fue un sacrificado

Castillo (Santiago de Chile, 1945) agregó que en 2019 ese pueblo que se alza y se reconstituye tenía a Allende de compañero. Emerge como un fantasma amigo, un espíritu, y se le llena de flores; llega con su humor, su simpatía y lo disfrazan; llegan sus palabras, los músicos, el revolucionario mirista Miguel Enríquez. Ese Allende no es un sacrificado. Él, con su muerte, va a impedir el triunfo total de la dictadura.

Carmen Castillo colaboró durante el gobierno de Allende (1970-1973) y combatió en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), ya clandestino, contra la dictadura de Augusto Pinochet, hasta que fue capturada y luego exiliada. Adquirió entonces la nacionalidad francesa.

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▲ La embestida militar fue un crimen, sentenció la cinerrealizadora, y continuó: Pero no lo lograron: no nos mataron a todos. La máquina de matar es siempre imperfecta. Aquí, Castillo captada en 2015.Foto Wikimedia Commons

La realizadora del documental Calle Santa Fe menciona que para ella la memoria no tiene nada de nostalgia; es una memoria política, activa. Fui testigo, viví, participé en la experiencia que significó la elección de Salvador Allende, sus mil días de gobierno con un programa socialista. Es muy necesario volverlo a visitar.

La máquina imperfecta

La documentalista vindicó ese proceso: Un pasado palpitante de presente urgente, cuando en el presente la batalla política de la memoria en Chile es feroz, dado que hay porcentajes de personas que consideran a la dictadura de Pinochet un buen gobierno.

Algunos dicen que Allende, nosotros y toda la izquierda, fuimos responsables del golpe. Desde que él fue elegido, el Departamento de Estado (de Estados Unidos) y la CIA comenzaron a operar, a producir la estrategia política de la derecha para coartar, boicotear y aniquilar, y ni aun así pudieron. No lo lograron. En marzo de 1973 ganó las elecciones parlamentarias con más de 44 por ciento.

Castillo, quien se describió como mujer de una generación de colectivos, explicó que “Allende encarna el nosotros. Una figura que en Chile se quiere silenciar. La masacre fue contra un pueblo consciente.

“El golpe en Chile es un crimen para aplastar todo recuerdo de aquella conciencia extraordinaria que se generó durante muchos años y floreció en los mil días de Allende.

“Entonces, había que golpear brutalmente, había que matar y matar, meter miedo y, luego de las matanzas, de los estadios nacionales, de los crímenes masivos, vino la lógica de la tortura, la desaparición y una represión incluso después de la victoria del ‘No’, en el plebiscito de 1988. Pero no lo lograron: no nos mataron a todos. La máquina de matar es siempre imperfecta.”