Sábado 2 de septiembre de 2023, p. 5
Madrid. El telescopio espacial James Webb inició el estudio de una de las supernovas más reconocidas, SN 1987A (Supernova 1987A), descubriendo misteriosas nuevas estructuras en su interior.
Ubicada a 168 mil años luz de distancia en la Gran Nube de Magallanes, SN 1987A ha sido objeto de intensas observaciones en longitudes de onda que van desde rayos gamma hasta radio durante casi 40 años, desde su descubrimiento en febrero de 1987. Nuevas observaciones realizadas por la NIRCam (Near-Cam de Webb Cámara infrarroja) proporcionan una pista crucial para nuestra comprensión de cómo se desarrolla una supernova con el tiempo para dar forma a su remanente.
Esta imagen revela una estructura central como el ojo de una cerradura. Este centro está lleno de grumosos gases y polvo expulsados por la explosión de la supernova. El polvo es tan denso que ni siquiera la luz del infrarrojo cercano que detecta Webb puede penetrarlo, lo que forma el oscuro agujero
en el ojo de la cerradura.
Un anillo ecuatorial brillante rodea el ojo de la cerradura interior, formando una banda alrededor de la cintura que conecta dos brazos tenues de anillos exteriores en forma de reloj de arena. El anillo ecuatorial, formado a partir de material expulsado decenas de miles de años antes de la explosión de la supernova, contiene puntos calientes brillantes, que aparecieron cuando la onda de choque de la supernova golpeó el anillo. Ahora se encuentran manchas incluso fuera del anillo, con emisión difusa a su alrededor. Estas son las ubicaciones de los choques de supernova que golpean más material exterior.
Medias lunas
Si bien estas estructuras han sido observadas en diversos grados por los telescopios espaciales Hubble y Spitzer de la NASA y el Observatorio de rayos X Chandra, la sensibilidad y resolución espacial incomparables de Webb revelaron una nueva característica en este remanente de supernova: pequeñas estructuras en forma de media luna, informó la NASA.
Se cree que estas medias lunas son parte de las capas exteriores de gas disparadas por la explosión de la supernova. Su brillo puede ser una indicación del brillo de las extremidades, un fenómeno óptico que resulta de ver el material en expansión en tres dimensiones. En otras palabras, nuestro ángulo de visión hace que parezca que hay más material en estas dos medias lunas del que realmente puede haber.
También es destacable la alta resolución de estas imágenes. Antes de Webb, el telescopio Spitzer, ahora retirado, observó esta supernova en infrarrojo durante toda su vida, arrojando datos claves sobre cómo evolucionaron sus emisiones a lo largo del tiempo. Sin embargo, nunca pudo observar la supernova con tanta claridad y detalle.