Miércoles 30 de agosto de 2023, p. 7
El poeta Ryuichi Sakamoto nunca escribió música, lo que hizo fue amasijar ungüentos en un perol donde juntaba gemidos de sirenas, llantos de mirlos, ecos de cavernas iluminadas por las alas de mil aves y eso lo untó a las epidermis enteras de nuestras almas.
Antes de abandonar el cuerpo físico, el 23 de marzo pasado, tomó decisiones soberanas: cuando le diagnosticaron cáncer, solamente dejó de presentarse en público pero en realidad nunca se rindió. Grabó su despedida de dos maneras: el bellísimo disco 12 y el filme Opus.
En el primero lleva un diario de sus últimos días, en el segundo, realiza un recorrido introspectivo para contarnos la historia de su vida en 20 composiciones a lo largo de 103 minutos, en impecable blanco y negro bajo la dirección del cineasta Neo Sora, quien aceptó gustoso que Ryuichi realizara la curaduría del filme, al fin y al cabo se trataba de su propia vida.
El título de la película que se estrenará en la Mostra de Venecia proviene de la pieza inicial del disco BTTB, de 1999, que está absoluta y claramente en el más puro estilo Erik Satie. Vaya, vale decir que Ryuichi compuso sus propias gimnopedias, sarabandas y gnossedias y las puso a danzar con Debussy, compositor amigo de Satie también presente en el ánimo del álbum que seleccionó Sakamoto para darle un eje al relato de su vida entera.
La versión final, que se incluye en la cinta Opus, próxima a estrenarse, es impresionante: lenta, muy lenta, como la respiración de un monje budista en estado de meditación profunda.
Y así es toda la música del disco y la película de despedida del poeta Ryuichi: lenta, serena, en paz. Una mirada hacia el futuro, una retrospectiva sin mirar atrás, es decir: una lectura nueva de las experiencias aprendidas en el paso por esta vida terrenal.
Pocas notas, sencillez extrema, poesía en estado puro. La música final del maestro japonés se mueve con la elegancia de una lenta sarabanda, como un vaivén de nubes.
Es el silencio como expresión triunfal de la poesía. El silencio como idioma, prosodia, vocabulario.
Vemos con claridad en el disco póstumo y en el filme del adiós cómo la música de Ryuichi Sakamoto flota en el atardecer como una campana adormilada donde a su vez dormita una mariposa, quieta en sus pálpitos mientras Ryuichi se aleja, levanta una mano en señal de despedida y sonríe.