n el mundo de hoy, el 10 por ciento más rico de la población mundial se apropia de 52 por ciento del ingreso global, en tanto el 50 por ciento pobre apenas recibe 8.5 por ciento del ingreso global. Esta es la información dura del Informe sobre la Desigualdad Mundial de 2022, sustentado en la base de datos global que produce el grupo de académicos coordinado por Piketty, Sáez, Zucman y Chancel. En México, según esta fuente, el 10 por ciento más rico se apropió de 57 por ciento del total del ingreso en 2021, mientras el 50 por ciento más pobre apenas retiene 57 por ciento del total.
Esta información contrasta con lo que apenas ayer se informó (La Jornada, p. 16) respecto a que disminuyeron la riqueza y la desigualdad en el mundo. Esta información ofrecida por el Credit Suisse y UBS, dos entidades financieras, señala que la riqueza mundial se redujo 2.4 por ciento y también se redujo la riqueza por adulto. Para México indican es el país donde más se ha reducido la concentración de la riqueza en manos del uno por ciento de la población
. La nota periodística no da cuenta de las fuentes en las que se basa esta información.
La ENIGH recién publicada ha permitido conocer los ingresos y gastos de los hogares mexicanos en 2022 y compararlos con los de 2020, 2018 y 2016. De ella se han derivado importantes conclusiones. La principal es que la desigualdad se redujo. Con esta información, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) estimó que la pobreza multidimensional en el país en los mismos años pasó de 41.9 por ciento de la población total a 36.3, lo que significa que 5.1 millones de personas salieron de la pobreza. El Coneval agregó que la población mexicana que recibe un ingreso menor a la línea de pobreza se redujo de 49.5 por ciento a 43.5, lo que implica que 5.7 millones superaron esa línea de pobreza.
Tenemos tres informaciones, dos más o menos coincidentes y una con información muy diferente. Existe abundante información sobre un tema relevante, pero las fuentes de las que procede y los procedimientos no son claros. Conocer la calidad de la información obliga a plantearnos que organización la produce. Obviamente no es lo mismo la información y las conclusiones sobre la evolución de la desigualdad mundial que provienen del Laboratorio sobre Desigualdad, en el que trabajan más de 100 académicos de diversos países, universidades de reconocido prestigio en el campo y que es coordinada por Piketty y su grupo, que lo que informan dos bancos internacionales: Credit Suisse y UBS.
Del mismo modo, aunque se reconoce la solvencia estadística del Inegi y el rigor con el que se levanta la muestra, así como la consistencia en el tiempo de los procedimientos de recolección de la información, no puede dejar de plantearse que en aspectos específicos la información que se entrega no es necesariamente representativa. Por ejemplo, el dato que se ofrece sobre el ingreso promedio del decil X, el de los más ricos, es ilustrativo: según la ENIGH de 2016 y 2022, el ingreso mensual promedio de este 10 por ciento más rico pasó de 77 mil 75 pesos a 66 mil 899. Este ingreso promedio del 10 por ciento más rico parece alejado de los ingresos que consideraríamos que reciben los verdaderamente ricos.
En contraste con estos datos de la ENIGH, de acuerdo con el Informe sobre la Desigualdad Mundial, en 2021 el 10 por ciento más rico de nuestro país se apropió mensualmente de 111 mil 252 pesos. Si comparamos este ingreso con el que aparece en la ENIGH 2022 de 66 mil 899 pesos, resulta que el ingreso de los más ricos se subvalúa en 40 por ciento. Proporcionalmente, esta diferencia se amplía, ya que mientras la ENIGH señala que la relación entre el ingreso del decil X respecto al 50 por ciento pobre (decil I, II, III, IV y V) es 39 por ciento mayor, los pikettyanos señalan que el ingreso del 10 por ciento más rico es 30 veces mayor que el del 50 por ciento pobre.
Esta importante diferencia se explica porque el Informe sobre la Desigualdad se basa en información fiscal, en las declaraciones de impuestos. No resulta de un muestreo, sino de información sobre el universo de los que declaran. Es, en consecuencia, mucho más representativa de los ingresos de los ricos del país. Además, el mencionado informa revela que el uno por ciento superrico se apropia de 26.1 por ciento del ingreso nacional. La ENIGH, aunque dispone de esta información del uno por ciento más rico no la da a conocer.
Es notablemente contrastante lo que plantea el grupo de Piketty respecto a la ENIGH. Lo importante es que, como señala el documento, “vivimos en un mundo donde la información es abundante, pero carecemos de información sobre la desigualdad… tener acceso a esta información es crítico para la democracia… Un acceso a esta información abierto, transparente y confiable es un bien público global”. Este bien público serviría para plantear políticas públicas que propongan reducir la desigualdad señalando los indicadores con los que se mediría, para que la sociedad pueda supervisar y, de conseguirse, reconocer lo logrado.