omo fantasmas en plena luz de día, con la disputa en torno a los nuevos libros de texto gratuitos (LTG), se han dejado ver en la arena política los prejuicios más racistas de las élites intelectuales
y políticas del país. Era de esperarse que, tras haber sido difuminados del poder en el verano de 2018, estén disfrazando su racismo bajo el manto del análisis académico.
Para muestra basta sumergirnos en la historia para encontrar ejemplos que retratan con fidelidad su racismo contra los maestros de nuestro país. Claudio X. González, el empresario que se hace pasar por activista social, criminalizó a los maestros que luchaban contra la reforma
peñanietista y, sin empacho, frente a la cúpula patronal los llamó pinches delincuentes
. Otro ejemplo, cuando Carlos Marín se atrevió a expresar que “los padres de los 43 […] debieran de ir a pedirle perdón por las ofensas que le han propinado a Jesús Murillo Karam”.
En este momento, se evidencian nuevamente sus prejuicios más racistas hacia quienes han formado parte de la realización de la nueva familia de LTG. No se han detenido a analizar cuidadosamente y a comprender cuál es la lógica que orbita alrededor de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) y, por ende, en torno a los nuevos LTG. ¡No! Desde el pedestal de sus aposentos, se han encargado de atacar con denuestos y han minimizado el esfuerzo de maestros que participaron no sólo en la elaboración, sino también a aquellos, como yo, que estuvimos socializando en colectivo las bases filosóficas y pedagógicas del nuevo plan de estudios 2022 y su programa sintético (mienten los que dicen que no hay planes y programas), en cada consejo técnico escolar (CTE).
La polémica ha escalado y ha reavivado el delirio de superioridad de las élites intelectuales y políticas contra el nuevo proyecto educativo de la Cuarta Transformación, intelectuales
que antes tuvieron el destino de niños y adolescentes (NyA) en sus manos y lo único que hicieron fue calcar las recomendaciones hechas por la OCDE para formar ciudadanos acríticos y sumisos ante las injusticias sociales.
La coyuntura electoral la han aprovechado con alevosía y se han valido de seudointelectuales que hablan en nombre de la didáctica y el expertise para inferiorizar el trabajo experiencial de miles de maestros que estaremos frente a grupo el próximo ciclo escolar. No les interesa elevar el nivel de debate y se han empeñado en descalificar en un medio sí y en otro también los conocimientos y saberes de los maestros que siempre han estado innovando alrededor de las aulas.
El trabajo por proyectos que propone la NEM indisciplina las disciplinas que habían sido el timón del quehacer pedagógico de muchos maestros (lo que no significa que las asignaturas desaparezcan, como lo han repetido sus más fieles voceros). Compromete al magisterio a dar un giro de 180 grados en su práctica profesional. Es la oportunidad perfecta para demostrarle a las élites intelectuales de nuestro país y a toda su comentocracia, que los maestros hemos abrevado una infinidad de conocimientos y saberes que nos permitirán diseñar los proyectos acordes a la realidad de las comunidades escolares.
Lo subyacente en las descalificaciones y vituperios contra la nueva familia de LTG, no es el interés porque los NyA de México obtengan las herramientas para enfrentar los desafíos que demanda nuestro siglo, sino recuperar el poder para seguir apretando los grilletes de la sumisión y producir ciudadanos competitivos, individualistas y con prejuicios racistas, como los que han salido a flote en los últimos días. Este es el tema de fondo, la recuperación de cada uno de su coto de poder del que fueron desplazados desde hace cinco años.
Basta ya de ver el trabajo del magisterio con aires de superioridad. Su racismo no les deja ver que hay un proyecto educativo que trata de sacar a flote un país demacrado a consecuencia de sus reformas educativas
y en contubernio con los intelectuales neoliberales que ahora son los más férreos opositores de la NEM.
Comprendamos que los LTG son una herramienta más dentro del quehacer pedagógico y que, si bien existen errores que hay que enmendar, esto no medra ni un ápice el compromiso y la responsabilidad de miles de maestros que innovaron sus clases en medio de una pandemia sin precedente. Es momento de salir del sedentarismo pedagógico al que nos habían conminado los que ahora se ostentan como expertos y nos tratan como si fuéramos sus más serviles esclavos.
El fantasma que recorre el espectro educativo en el país no es el comunismo, sino el racismo soterrado de quienes se creían amos y señores de México. Los maestros mexicanos somos mucha pieza para enfrentar los embates de las hordas conservadoras que sienten nostalgia por haber perdido uno de los bastiones más importantes para el mantenimiento de sus intereses: la educación.
* Profesor de historia en educación secundaria