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Los dioses regresan revela el fervor que unía a romanos y etruscos

La exposición consta de exvotos, estatuas y otros objetos hallados a finales de 2022 en lo que fue un balneario que data del siglo III aC ubicado en el sur de la Toscana

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▲ El hallazgo de un depósito votivo en el llamado Baño Grande causó entusiasmo mediático, ya que es considerado uno de los descubrimientos arqueológicos más grandes de Italia de años recientes. Aquí, escultura de Apolo, una de las piezas más notables de la exposición.Foto tomada de https://palazzo.quirinale.it/
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 14 de agosto de 2023, p. 3

Roma. Las propiedades curativas y el goce que proveen las aguas sulfurosas que abundan en el sur de la Toscana pudieron más que la rivalidad entre etruscos y romanos. Fue un espacio de bienestar y sanación en torno al cual surgieron santuarios en los que convivieron pacíficamente.

Uno de los principales centros es la actual aldea de San Casciano dei Bagni (Siena), donde, después de años de excavaciones arqueológicas, fue descubierto el 7 de noviembre pasado un depósito votivo en el llamado Baño Grande. Es una piscina sagrada de cuatro metros de profundidad y de forma ovalada.

El suceso causó clamor mediático, al tratarse de uno de los mayores hallazgos arqueológicos de los años recientes en Italia. Las piezas restauradas se exponen por primera vez al público en la muestra Los dioses regresan, en curso hasta el 29 de octubre, en el Palacio del Quirinale, residencia del presidente del la República Italiana. Los boletos están agotados hasta septiembre.

La exposición refleja los resultados de estudios en los que colaboraron 54 especialistas, organizados por la Università per Stranieri de Siena en enero, seguido por la publicación científica Il Santuario Ritrovato vol. II (2023), que reúne los resultados de la excavación en la que participaron Emanuele Mario-tti y Ada Salvi, dirigidos por Jacopo Tabolli, profesor de etruscología en esta universidad y cocurador de la muestra.

El tesoro consta de 24 esculturas en bronce de la época tardo-etrusca de los siglos III aC a I aC, donde el fango, el agua de manantial a 40 grados centígrados y la falta de oxígeno permitieron su excelente conservación.

A finales del siglo IV dC, tras la caída del imperio romano, el sitio fue abandonado y sus reliquias, enterradas intencionalmente bajo escombros y tejas. Eso se hizo antes en una fuente más pequeña, donde se piensa que cayó un rayo, evento representado por una escultura en bronce (siglo I dC), la cual está en exhibición. El fenómeno fue considerado una señal de la ira de Zeus, que requería seguir el rito etrusco del fulgur conditum (el rayo enterrado), el cual consistía en clausurar la fuente con todos sus haberes, y sustituirla por una nueva.

Exvotos y ofrendas

Para sanar, los etruscos invocaban en este sitio a Fortuna Primigenia, diosa de la fertilidad, y a Apolo. Les ofrecían exvotos de bronce en agradecimiento por la salud recobrada. En la Edad Imperial, los usuarios romanos invocaban al dios de la medicina, Esculapio, y a su hija Hygieia, diosa de la sanidad. Se veneraba también a Isis, protectora de las mujeres en el parto.

Una de las piezas más notables que debieron adornar el altar del santuario es un Apolo (hacia 100 aC) que lanza una flecha con un arco. Las estatuas restantes representan estilos de oferentes a partir de El Togado (siglo I aC), ejemplar del que existen 30 piezas más.

Distintas estatuas tienen epígrafes grabados en etrusco o en latín, como la de un joven enfermo orante de aspecto raquítico, figura de cuerpo completo que lleva la inscripción en latín en un muslo, donde, como en las restantes dedicatorias, incluye su nombre, lugar de origen y dios al que se lleva la ofrenda.

Otros formatos de ofrendas son cabezas de hombres y mujeres, así como máscaras y figuras completas. Una obra maestra del arte etrusco es una mujer con túnica (del siglo II aC), de la cual se expone un holograma, ya que está en restauración.

Las excavaciones muestran que, además del santuario, el sitio contaba cono instalaciones médicas, lo cual es inusual. Lo denota el hallazgo de una gubia quirúrgica, además de los exvotos anatómicos también en bronce de distintas partes del cuerpo.

Resaltan por su singularidad dos placas poliviscerales, una especie de radiografía de la antigüedad que con un corte transversal muestra todos los órganos del cuerpo en relieve.

Después de la reconstrucción de la nueva fuente, las ofertas a los dioses cambiaron, sustituyéndose las estatuas por monedas de bronce, lo que mantenía el peso equivalente, ofrendas que se valoraban sobre todo. Se encontraron 5 mil monedas.

Frente a la mediatización que ha comparado este hallazgo con el de los bronces de Riace, Tabolli aclara que la importancia de este descubrimiento no radica en la maestría de las piezas como los bronces mencionados, debido a que fueron realizadas por artesanos. Lo notable es la información que aportan los objetos en el campo de los ritos y del culto etrusco y romano a lo largo de siete siglos. Son piezas que documentan el reflejo de la coexistencia de diferentes grupos sociales dentro de la ósmosis de la romanización y la resistencia de la identidad etrusca mucho más allá del año 87 aC (Bollettino di Archeologia on line).

Los Medici en el Renacimiento se encargaron de revivir el balneario con nuevas construcciones, alcanzando su esplendor en el siglo XVIII. La atención mediática podría servir para frenar el despoblamiento del lugar, que tiene hoy sólo mil 745 habitantes, reflejo de la falta de trabajo y oportunidades en las zonas rurales de Italia. Las piezas regresarán a su lugar debido al acondicionamiento del Palacio Arciprestal que se convertirá en un museo nacional.

Mientras tanto, se inició la octava campaña de excavaciones, de la cual se esperan nuevas emociones.