Hay que acabar con el mito del cangrejo que impide que otro saque la cabeza
, afirma Isaac Fonseca
laridad de ideas y una elocuencia privilegiada desplegó el matador moreliano Isaac Fonseca el pasado martes en un atestado convivio en su honor en la Asociación Nacional de Matadores, gracias a la oportuna iniciativa del aficionado Roberto Mendiola, quien hizo entrega al triunfador de España y Francia de un reconocimiento, acompañado en el presídium por su orgulloso apoderado, el matador en retiro Jacobo Hernández, el representante de la asociación Francisco Dóddoli, ambos paisanos del michoacano, y Pedro Pérez El Pato, de la Porra Libre. Hizo la presentación Saúl Rivera hijo.
No asistieron ganaderos ni matadores ni prensa especializada ni comunicadores famosos ni autoridades ni representantes del monopolio que, tras hacerse el interesante, acabó contratando a tan excepcional torero para actuar en sus principales plazas excepto la México, condenada a la piqueta por la traición del propietario, los empresarios, gremios y autoridades de la alcaldía Benito Juárez y de la Ciudad de México, jugando estas últimas al ambientalista justiciero en vez de preservar una tradición taurina de casi 500 años en la capital del país, sometiéndose también al pensamiento único neoliberal.
Cada tarde me sigue sorprendiendo quién es Isaac Fonseca. Apenas estamos iniciando un camino muy largo y difícil. Ustedes, aficionados, son la base de esto. Estoy seguro de que seguirán apoyando e impulsando los enormes esfuerzos de Isaac
, comenzó diciendo su apoderado. Cuando finalmente tomó la palabra el matador Fonseca, el asombro fue colectivo al expresar con sencilla claridad ideas como: Hay que acabar con el mito del cangrejo que impide que otro saque la cabeza. Contamos con varios blindajes como el emocional, la sensibilidad, una tradición ganadera con expresión propia y una unión verdadera entre los aficionados. En mi encerrona de febrero próximo en Morelia, mis honorarios irán íntegros a un hogar para niños, donde mi padre trabaja haciendo de todo.
Luego Isaac aludió al prohibicionismo taurino imperante en la capital y en otras ciudades y afirmó: La postura de estos señores es como si yo voy con un secretario de Estado u otro profesionista y le digo que ya se acabó su trabajo. Así están los animalistas con sus infundadas demandas y los jueces que avalan esa arbitrariedad, sin permitir la intervención de los sectores afectados de la fiesta, incluido el público aficionado
. Lo interrumpió una cerrada ovación.
Añadió: “Esta vez la despedida de mi familia fue muy fuerte, porque si hay una profesión incierta es la de torero y no pienso modificar mi actitud delante de los toros. Creo mucho en Dios, pero también creo firmemente en el trabajo, la disciplina, el compromiso personal por ser alguien en la fiesta, no otro más, y desde luego creo en la suerte. El maestro José Alfredo Jiménez no compuso música taurina, pero escuchar en Pamplona su canción El Rey entonada por miles de gargantas me significa un estímulo muy especial”.
Alguien le mencionó el toreo de profundidad y de clase e Isaac, sin dudar, respondió: Procuro ser yo mismo aunque a algunos les guste mi estilo y a otros no. Hay toros que no te permiten relajarte ni dar cabida a los duendes, sino arrebatarte para emocionar al público. Catalogar a un torero con menos de un año de alternativa es muy precipitado
. El aficionado Carlos Herrera le obsequió unos bellos sujetalibros con la figura de un toro, luego Fonseca destinó las siguientes dos horas a dar autógrafos y a que le tomaran fotos con infinidad de asistentes. ¡Paso a este torero!