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Brasil y el medio ambiente
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ay al menos un punto en común entre Lula da Silva y su antecesor, el desequilibrado ultraderechista Jair Bolsonaro: la preocupación por el medio ambiente y los cambios climáticos.

Son, sin embargo, preocupaciones opuestas. Mientras Bolsonaro trató de destrozar la naturaleza, en especial en la región amazónica, incentivando invasiones, minería ilegal y quemas devastadoras, Lula tiene la preservación como uno de los ejes centrales de su gobierno.

En los seis primeros meses de su mandato, el actual presidente vio cómo se registró una reducción drástica de 33.6 por ciento de la devastación en la región más destrozada bajo Bolsonaro y su pandilla. Y la previsión es que en agosto se reduzca aún más.

En la reciente reunión entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea, realizada en Bruselas, el presidente brasileño anunció esos números y dijo que la cuestión climática pasó a ser prioritaria para su gobierno.

Como para confirmar lo anunciado, el pasado viernes se anunció que serán dispuestos alrededor de 400 millones de dólares para combatir el crimen en la región amazónica, especialmente los crímenes ambientales y conexos. Los detalles serán conocidos esta semana, según la previsión del Ministerio de Justicia.

Lula reitera de manera incesante esa preocupación. Dos de sus principales ministerios, el de Hacienda y el de Industria, comandados respectivamente por Fernando Haddad y el vicepresidente Geraldo Alckmin, elaboran una agenda que será divulgada a corto plazo para establecer el control de las zonas forestales, la protección de los pueblos originarios y la transición ecológica, con esfuerzos en la creación de fuentes de energía limpias.

En agosto se realizará en Belém, capital del amazónico estado de Pará, la reunión de los ocho países que integran la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica.

Hay un dato curioso y alarmante a la vez: creada hace 45 años, esa organización jamás se reunió. La propuesta brasileña es que sus integrantes dejen de pensar en la amazonia como una cuestión aislada de cada país y pasen a pensarla como una región, con medidas más amplias.

Gracias a la Guayana Francesa, el presidente Emmanuel Macron será invitado.

En la misma ciudad se realizará en 2025 la Conferencia Global del Clima. Y la propuesta de Lula es que los extranjeros vengan a discutir la Amazonia dentro de ella. Su gobierno dice estar convencido de que cuando los países de la región amazónica utilicen su potencial eólico y solar, se transformarán en una potencia mundial de hidrógeno verde.

El proyecto de Lula para Brasil está centrado en establecer nuevas bases para una industria más limpia y con baja emisión de carbono.

Para la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, que se tornó una figura icónica, lo importante en Brasil es fundar los cimientos para transformarse en un exportador de sustentabilidad.

El año que viene Brasil presidirá tanto el BRICS, grupo que lo reúne con Rusia, India, China y África del Sur, como el G-20, compuesto por los países más ricos del mundo.

Juntas, esas 20 naciones son responsables de 86 por ciento de todas las emisiones principales de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático del planeta. Hay una tensa expectativa respecto a cómo se desarrollará el encuentro.

De todas formas, lo que se destaca actualmente es la clara determinación de Lula para que todo lo que se vivió bajo los cuatro años del desequilibrado Bolsonaro quede como memoria y lección –una muy dura lección– de algo que jamás deberá repetirse.