egla rígida y práctica blanda es la forma como se ejerce el estado de derecho en México sea por la incapacidad estructural o voluntaria del Estado para aplicar las leyes.
Los dos bloques, el oficialista y el opositor, decidieron darle la vuelta a la ley electoral, mantenerse al filo de la navaja –con la esperanza justificada de que las autoridades electorales no serían capaces de aplicar sanciones severas–, y generar sus propias reglas basada en el consenso de sus principales actores políticos.
El propósito de la estrategia sucesoria de AMLO siempre ha estado sustentado en tres elementos: mantener la unidad de Morena, debilitar al bloque opositor y generar la expectativa de un triunfo adelantado y arrollador de la 4T en las elecciones de 2024.
Para cumplir con lo primero, las reglas de la competencia interna en Morena expresaron algunas de las preocupaciones del ex canciller Ebrard y establecieron candados para limitar el debate interno o los ataques entre contendientes, pero sobre todo buscan asegurar que sus contendientes derrotados se mantengan en el bloque oficialista.
En condiciones de poca competencia electoral desde el bloque opositor y debilitamiento generalizado de los partidos políticos, hay pocos incentivos para la salida de candidatos derrotados en el proceso interno de la 4T, muchos para quedarse –el famoso reparto de posiciones– y algunas razones –todas pragmáticas–, para mantener lealtad a AMLO.
El libreto de la oposición seguía su curso normal. Incapaces de entender por qué fueron derrotados en 2018 se mantuvieron durante casi todo el sexenio en la cómoda posición de una oposición ficticia que grita mucho y decide poco. Su desprestigio creció y sus estructuras orgánicas se desmadejaron. Hasta que surgió Xóchitl Gálvez.
La política como bien decía Maquiavelo contiene elementos de talento y de fortuna. Y en el momento en que la oposición ayuna de personajes que concitaran apoyo, vamos al menos simpatía... Literalmente se topó con una persona entrona, simpática y con una carrera política propia. Que además como prueba irrefutable de sus buenos reflejos, utilizó la plataforma que le abrió, generoso, el Presidente de la República y se convirtió en la posible figura de la oposición.
Las reglas para obtener la candidatura presidencial de la oposición son un poco más complejas, pero en este caso tienen la ventaja que entendieron las debilidades de la campaña interna de Morena. Habrá un cierto grado de competencia acotada internamente, y habrá debates entre los contendientes.
Los procesos internos de selección de candidatos ya empezaron y culminan en los primeros días de septiembre. Estos dos meses serán cruciales para definir los parámetros de las elecciones constitucionales. Dos temas se dilucidarán. ¿Habrá elecciones competitivas en el ámbito presidencial o se tratará de un arroz que ya se coció
? ¿Los dos bloques se mantendrán con sus componentes actuales, o habráreacomodos, salidas, chantajes y enojos e incluso un tercer bloque?
Quien crea saber las respuestas o es un iluminado del Espíritu Santo, o se le atragantó el Nikitin y la Harnecker en las profundidades de su ser.
Pero lo que sí se puede conjeturar es que, si la oposición logra perfilarcandidato competitivo y se da un proceso legitimado por sus participantes en su primer mes de existencia, el bloque de la 4T tendrá que modificar al menos una regla: el debate público entre precandidatos.
Porque si no lo hace, peligran los tres supuestos en los que AMLO basó su estrategia sucesoria: la unidad de sus fuerzas, la debilidad de los contrarios y la expectativa de un triunfo arrollador en 2024.
Con un sistema de partidos desprestigiado y colapsado, los retazos partidistas y los muéganos de intereses creados podrán dar una batalla final, la del Cid Campeador, hacia 2024. Después urge una amplia reforma electoral que permita un nuevo sistema de partidos.
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